A pesar de que Donald Trump llame a la normalización de las relaciones con Rusia, los republicanos en general todavía ven en el Kremlin una amenaza para los intereses de EEUU, indica la publicación. Incluso los demócratas, que hace cuatro años se burlaban del republicano Mitt Romney por calificar a Moscú como el mayor desafío geopolítico de Washington, ahora insisten en mostrarse contrarios a la política de Putin y mantienen una línea estricta hacia Rusia.
Por lo general, los políticos estadounidenses no difieren en lo que denominan "el plan de Putin". Según sus alegatos, este consiste en debilitar el sistema establecido actualmente en Occidente y establecer su propia hegemonía en Eurasia. Los expertos, al contrario, consideran que el líder ruso solo responde a la evolución de la situación regional y global, tratando de obtener las mayores ventajas posibles.
Como prueba, los autores enfatizan lo pronto que Moscú y Ankara restablecieron las relaciones diplomáticas después del fallido golpe de Estado en Turquía. Rusia, además, continuará su asociación estratégica con China, pero ninguno de los países mencionados está dispuesto a fomar una alianza formal.
El informe destaca que, aunque Rusia se encuentra inmersa en un proceso de modernización de sus Fuerzas Armadas, su proceder no viola las normas establecidas en el mundo. En general, concluyen, Moscú se encamina a aumentar su potencial de Defensa y a elaborar una estrategia de respuesta limitada pero rápida a las amenazas que puedan surgir en diferentes regiones del mundo.
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Por lo tanto, a pesar de la retórica belicista, los expertos militares no consideran que la principal amenaza para la seguridad en Europa provenga de Rusia. Los mayores enemigos de la integridad europea hoy día se encuentran en la propia Unión: la inestabilidad provocada por la oleada de migrantes que no ha podido ser asimilada con eficacia y el consecuente escepticismo paneuropeo, creciente en las comunidades locales. E incluso en lo que respecta a los países del Báltico, los autores concuerdan en que la probabilidad de una intervención militar por parte de Rusia es mínima.
Durante la campaña electoral, los candidatos quieren "echarle trozos de carne a las masas", y los temas de Rusia y Putin son los más apropiados para eso, explica National Interest. Pero aquellos que lleguen a tomar decisiones en la Casa Blanca deben tener en cuenta que "cuando el humo de la campaña electoral se disperse, estos informes esperarán ser leídos para que la nueva Administración tome decisiones objetivas sobre Rusia", concluye la publicación.