"Comienza a retirarse de la escena latinoamericana y caribeña el último resquicio de la Guerra Fría", declaró este miércoles Rousseff durante su intervención en la 3ª Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se desarrolla estos días en San José (Costa Rica), a la vez que subrayó el "coraje" y las "responsabilidad histórica" tanto de Barack Obama como de Raúl Castro por su papel en el deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Sin embargo, más incisiva que otros líderes, Rousseff denunció públicamente, al igual que los hizo el año pasado en la 2ª Cumbre del CELAC, el embargo económico de Estados Unidos y exigió definitivo levantamiento: "No podemos olvidar que esa medida coercitiva, sin amparo en el derecho internacional, afecta al bienestar y el desarrollo del pueblo cubano".
Además, Rousseff defendió la aproximación del bloque CELAC a China que hace escasamente un mes, durante el Foro CELAC-China en Pekín, prometió invertir al menos 250.000 millones de dólares en la región en los próximos 10 años y redoblar el intercambio comercial, una ayuda vital en opinión de la presidenta brasileña quien recordó la difícil situación de muchos países por la caída en el precio de las materias primas y el aumento del precio del dólar.
"Ante esta situación se hace urgente nuestra cooperación, priorizando el comercio intrarregional e integrando nuestras fuerzas productivas", declaró Rousseff al presentar su propuesta para la creación de un Foro empresarial en el CELAC, que integre las principales compañías de Latinoamérica y el Caribe así como los ministros y presidentes de los países miembros para desarrollar estrategias de crecimiento conjuntas.
Este último día de la Cumbre del CELAC, Rousseff aprovechará para reunirse con los presidentes de Colombia y Panamá, Juan Manuel Santos y Juan Carlos Varela, representantes de dos de los países con mayor crecimiento económico en en 2014 y sobre los cuales Brasil mantiene grandes intereses.
El objetivo de la presidente Rousseff en esta reunión fue la de restituir la posición de liderazgo de Brasil que el expresidente Lula da Silva ejerció en las relaciones internacionales en Latinoamérica y actuar como intermediario entre los países miembros y las potencias del bloque BRICS así como los Estados Unidos.
