"Antes de la guerra vendíamos aceite al extranjero, pero ahora se queda todo en el mercado interno. Una vez que vuelvan a ponerse en marcha las plantas dañadas en otras zonas del país, podremos de nuevo exportar aceite de oliva, en primer lugar a Rusia", explicó.
No obstante, en los últimos años el aceite elaborado en esta almazara ni siquiera podía enviarse a Damasco, situado a tan solo una veintena de kilómetros.
Además, la mayoría de los hombres locales que participaban en la campaña de recogida de la aceituna, se vieron obligados a proteger la ciudad durante los combates.
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Los aceiteros sirios afirman que su producto es de muy alta calidad, mientras que su precio es varias veces inferior al del aceite producido en otros países del Mediterráneo.