Según un documento publicado en el sitio web oficial de la entidad, durante estos vuelos fueron destruidos más de 1.320 objetivos de los terroristas.
Las hostilidades, según datos de altos cargos de la ONU, han provocado hasta la fecha unos 400.000 muertos.
Rusia lanzó en septiembre de 2015 una ofensiva aérea en Siria a solicitud del presidente Bashar Asad para detener el avance de los grupos yihadistas.
Medio año después, Rusia retiró el grueso de sus fuerzas al dar por cumplida su misión, aunque mantuvo su presencia militar en la base Hmeymim y en el puerto sirio de Tartus, en el mar Mediterráneo.
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Otro repliegue del contingente ruso se llevó a cabo en enero de 2017.