Esta capilla que encierra la tumba donde la mayoría de confesiones cristianas cree que fue enterrado Jesucristo ha sido restaurada de forma completa por primera vez desde 1810.
Las principales autoridades eclesiásticas de Jerusalén inauguraron el Edículo renovado, que muestra el color original de su mármol rosado y sus inscripciones bien dibujadas.
El humo de las velas que se encendían alrededor de sus paredes, el paso del tiempo y de millones de peregrinos lo habían convertido en un lugar oscurecido y tenebroso.
Ahora aparece majestuoso y reluciente gracias a la limpieza y restauración que le han aplicado expertos de la Universidad Politécnica Nacional de Atenas.
"Ahora se puede ver el color y la textura, las inscripciones, los frescos. Antes, este monumento era negro, este es su color actual, el color de la esperanza", afirmó Antonia Moropoulou, la directora de las obras.
La capilla necesitaba un refuerzo estructural —se retiraron las vigas de acero colocadas por los británicos en 1947 para apuntalar el Edículo—, se repararon los bloques dañados del armazón, las grietas y las filtraciones de agua subterráneas que afectaban a la base.
Además, se ha abierto una ventana en la pared de la tumba de Jesucristo que permite a los visitantes ver la piedra original del interior, se ha cambiado la iluminación externa y se han retirado las velas que rodeaban a la capilla, cuyo humo ennegrecía el mármol.
Durante las obras de restauración, presupuestadas por tres millones de euros, se abrió el sepulcro de forma completa, por primera vez desde 1555.
Para ello es necesario un nuevo acuerdo de las tres confesiones cristianas que custodian este lugar santo: ortodoxos griegos, católicos romanos y armenios ortodoxos.
La restauración del Edículo ha sido posible gracias al pacto que alcanzaron sus líderes, cuyo consenso para llevar a cabo la rehabilitación fue imposible de obtener durante años.
"Parecía imposible que llegara este momento, pero nada es imposible con Dios (…) Las cosas no cambian solas", afirmó en la ceremonia de inauguración del renovado edículo el padre franciscano Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén.
"Si estamos aquí es porque las diferentes iglesias y sus líderes han sido capaces, con la ayuda de Dios, de cambiar sus visiones, comprender y aceptar que era tiempo de construir un nuevo modelo de relaciones basado en la confianza y el respeto", añadió Pizzaballa.
"La restauración (del Santo Sepulcro) es un regalo para Tierra Santa y el mundo entero (…) Hemos realizado tremendos esfuerzos espirituales para cumplir con las expectativas de los cristianos (…) Ha habido un gran espíritu de cooperación entre las tres iglesias", indicó el Patriarca Ortodoxo Teófilo III de Jerusalén durante el acto, al que asistieron el primer ministro griego Alexis Tsipras y el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla Bartolomé I.