El informe del supervisor, Joseph Shapira, señala que el Gobierno israelí no consideró tomar acciones diplomáticas para evitar la ofensiva de Gaza, para la cual no estaba bien preparado el Ejército israelí.
La operación militar causó 2.251 muertos en el pequeño territorio palestino, al menos 1.462 de ellos civiles, según datos de la ONU.
En el curso de la ofensiva, que duró 50 días, perdieron la vida 67 soldados israelís y los cohetes disparados por Hamás y otros grupos palestinos provocaron seis muertos civiles en Israel.
El informe de Shapira —que audita las decisiones ejecutivas y administrativas del Estado— afirma que las informaciones de que disponían los servicios de inteligencia sobre Gaza eran deficientes y que solo priorizaron la cuestión de los túneles después de la ofensiva.
También subraya que el Ejército israelí carecía de medios de combate eficaces para destruir los túneles —principal cometido de la ofensiva–, que la Fuerza Aérea no estaba bien preparada para acabar con ellos y que el Ejército solo eliminó la mitad.
Netanyahu dijo en un comunicado que Israel "golpeó a Hamás más fuerte de lo que lo había hecho nunca matando a más de mil terroristas y destruyendo miles de misiles".
Israel, según él, fue capaz de "frustrar el ataque sobre sus ciudades gracias a las instrucciones del primer ministro Netanyahu para equipar al Ejército con miles de interceptores para las baterías de la Cúpula de Hierro (sistema de defensa anti-misiles)".
La prueba del éxito de Israel, según el primer ministro del país, es "la calma sin precedentes que reina en la periferia de Gaza", el período más calmado en la zona "desde la Guerra de los Seis Días" en 1967.
"Las importantes lecciones de la operación 'Margen Protector' ya se han puesto en práctica de manera responsable y tranquila", aunque este punto "no aparece en el informe del supervisor del Estado", recalcó Netanyahu.
Shapira respondió que las declaraciones de Netanyahu constituyen "un ataque" y "un intento de deslegitimar" las conclusiones del informe y a él mismo.