La intentona golpista "no afectará la posición real de Turquía en la OTAN", dijo al recodar que Turquía vivió varios golpes desde su ingreso que no influyeron en su presencia en la Alianza Atlántica.
Atribuyó esos desacuerdos a las aspiraciones del líder turco a aumentar su autoridad, en particular ampliar su influencia en Siria en la lucha contra el presidente sirio Bashar Asad, así como restringir la financiación y el papel del Ejército.
Rasmussen considera que eso crea "un dilema" para la OTAN.
El experto señaló que tras el golpe de Estado fallido Erdogan ordenará una "purga" en las filas militares, algo que, advirtió, puede aumentar la tensión en el país que dispone del "segundo mayor Ejército entre los países miembros" de la Alianza.
"Es muy probable que tras el golpe aumenten las aspiraciones autoritarias y dictatoriales de Erdogan", dijo Rasmussen.
Destacó que la intentona golpista mostró la escisión de la sociedad turca que junto con la crisis de refugiados, las crisis en los vecinos Irak y Siria, las tensiones con los kurdos y la lucha contra Daesh (autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia), puede provocar que el país se encuentre en "una atmósfera impredecible".
Señaló que Turquía, por su potente Ejército y su ubicación geopolítica, es un miembro "muy importante" para la Alianza.
Sin embargo, continuó, lo ocurrido en el país otomano, aunque no afectó directamente a la OTAN, muestra que "hay muchas cuestiones e incertidumbre", por lo cual es posible suponer que "la OTAN preferirá tener un socio más estable y fiable".