"Nos llevaron a la cárcel Al Tauba, en Duma. En cuanto llegamos allí, a cada prisionero se le dio un número de serie. Luego nos condujeron a trabajar, a cavar trincheras y túneles subterráneos", rememoró el preso fugado, ciudadano de Adra.
El día que lo capturaron, el futuro prisionero se había despertado por la mañana sin saber que estaban entrando en la ciudad militares islámicos armados. Según él, solo después de recibir unos mensajes de su vecino, miró por la ventana y vio en la calle un nutrido grupo de hombres con barbas y ropas extrañas.
A los presos no se les proporcionaba el sustento necesario y se les explotaba constantemente en diferentes trabajos. Iban al baño solo de acuerdo con el horario establecido: dos veces al día, una por la mañana y otra por la tarde.
"Nos daban de comer una vez al día. La comida estaba podrida, era repugnante. Todo lo que no era apto para su uso, nos lo daban a nosotros. Por hambre lo comíamos todo… solo para poder despertarnos a la mañana siguiente", explicó el ex rehén.
"Intenté escapar varias veces, pero nada funcionó. Siempre algo me lo impedía. Por fin, en la oscuridad de la noche logré huir. Corrí hacia el otro lado, donde estaban las tropas sirias", concluyó el ex prisionero.
La ciudad de Adra, tomada por los combatientes islamistas del grupo Frente Al Nusra y Yeish Al Islam en diciembre de 2013, experimentó un régimen de verdadero terror impuesto por los invasores.
Las tropas gubernamentales sirias liberaron Adra a finales de marzo de este año. Al igual que pasó en otras ciudades sirias, miles de personas habían huido de allí. Pero, tras la liberación, empezaron a regresar paulatinamente.
Lea también: Yeish al Islam niega haberse unido a la tregua en Siria
El 11 de mayo de este año, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, EEUU, Reino Unido, Francia y Ucrania rechazaron la iniciativa rusa de incluir a los grupos armados extremistas Yeish Al Islam y Ahrar al Sham en la lista negra de organizaciones terroristas.