Las leyes vigentes de Francia calificaron la iniciativa como una segregación sexual.
Yahya —nacido Jean-Baptiste Michalon—, de 25 años, en junio de 2015 colocó un anuncio que establecía el régimen de servicio de su pequeña tienda:
"Los hermanos: lunes, miércoles, jueves… viernes
Las hermanas: martes, sábado, domingo"
Esta decisión llevó al joven a los tribunales bajo la acusación de discriminación al acceso de un bien o servicio basado en el género, según la legislación gala, informa Le Monde.
"Mis clientes me lo demandaron"
El neófito jura no haber pensado nada malo, afirmando que su clientela femenina le pidió un régimen "separado" para hombres y mujeres.
Para él, la petición parecía lógica ya que consideraba que el islam prohibía que una mujer esté en el mismo lugar con un hombre desconocido y al revés. Por eso, Yahya repartió los días de servicio con su esposa, Soumaya —nacida Jessica—, para evitar la "violación" de las normas musulmanas.
Al ver que su cartel generó polémica en el barrio, el propietario de la tienda lo retiró en seguida, pero este gesto no solucionó el asunto.
Un "tipo de prácticas" condenado en Francia
La ola de indignación llevó al cierre de la tienda —tras el desgaste de su imagen por la mala publicidad- e incluso a la separación del joven de su esposa. "Nunca creí ser el centro de tanta polémica", lamentó Yahya.
"La libertad de religión es un derecho fundamental, pero debe ejercerse conforme a la ley. La República —francesa— respeta la igualdad entre los hombres y las mujeres", comentó Alain Juppé, político francés y exalcalde de Bordeaux, al enterarse de la situación.
Los participantes del proceso jurídico demostraron opiniones polarizadas en cuanto al asunto.
"La República no puede tolerar discriminaciones", aseguró Marc Ottomani, el viceprocurador de Bordeaux.
Al mismo tiempo, la parte defensora advierte de un exceso de "estigmatización" de la religión musulmana en el caso.
"Desde el punto de vista jurídico, no hubo ninguna queja y ninguna persona se declaró víctima", afirmó la abogada de Yahya.
El propietario de la tienda trató de satisfacer la demanda de su clientela al responder a su petición, según la defensa.
Al fin y al cabo, el empresario fue condenado a 2 meses de prisión y a una multa de 500 euros.
