Los incidentes han tenido lugar en la ciudad de Hebrón —la más grande de Cisjordania y la única con un asentamiento judío en el centro— y en carreteras y cruces de poblaciones cercanas.
En el centro de Hebrón hay decenas de tiendas clausuradas. En las calles de la ciudad vieja hay 102 controles militares y en el distrito de Hebrón, 270.
Incluso están cerrados los comercios palestinos próximos a la Mezquita de Ibrahim o Tumba de los Patriarcas.
Las pérdidas económicas para los comerciantes —que habitualmente ya se quejan de pocas ventas por la falta de turismo en un lugar especialmente conflictivo— son enormes.
Hay varios casos en los que, según fotografías y vídeos mostrados posteriormente, no parece que fuera necesario disparar a los presuntos atacantes para evitar que cometieran una agresión; pero los soldados y la policía aseguran que sus vidas corrían peligro.
El gobernador de Hebrón, Kamal Hmaid, piensa que algunos de los jóvenes a los que mataron soldados o policías ni siquiera llevaban cuchillos.
"Si se fijan en los cuchillos que aparecen en las fotografías, no son como los que usamos los palestinos, todos son del mismo modelo y no se venden en los comercios de Hebrón", señaló Hmaid a un grupo de medios entre los que se encontraba Sputnik Nóvosti.
Las principales entradas a la Ciudad Vieja "están cerradas, no permiten que nadie se mueva sin permiso", indicó Hmaid.
Algunos barrios, como Tel Rumeida, se clausuraron y sus vecinos solo podían entrar con un permiso especial, según explicó Isa Amro, activista de Jóvenes contra la Ocupación, recientemente arrestado, pero puesto en libertad poco después.
"Yo me negué a inscribirme en la lista de residentes para que en el control militar me dejaran pasar dando un número. No soy un número, soy una persona y tengo derecho a entrar en mi casa cuando quiera, no cuando lo diga Israel", recalcó. La única manera de acceder a su casa sin pasar por el control es saltando muros.
En el corazón de la Ciudad Vieja de Hebrón viven unos 500 colonos judíos y para protegerlos hay centenares de soldados.
Nadie vela por los palestinos, que son los que sufren mayores ataques —de colonos— y tienen prohibido circular por algunas calles.
"Todas las noches los colonos atacan las viviendas palestinas del centro de Hebrón. La gente tiene miedo", aseguró Hmaid, preocupado porque cada vez son menos los palestinos que resisten el acoso en la ciudad vieja.
"Las familias piensan que los soldados pueden matar a cualquiera y no permiten que sus hijos vayan solos", señaló el gobernador.
La ciudad vieja de Hebrón, un lugar habitualmente tenso, está ahora prácticamente desierta y ofrece un aspecto fantasmagórico.
Llegar a esta ciudad se ha convertido en una odisea en las últimas semanas: hay numerosos controles y en algunas carreteras se han instalado bloques de hormigón, lo que convierte el tráfico en una pesadilla.
Habitualmente se tarda unos 20 minutos en ir de Belén a Hebrón, pero ahora, el tiempo mínimo es una hora. A medio camino entre estas dos ciudades palestinas, en la zona del cruce del bloque de colonias judías de Gush Etzion, se han producido numerosos ataques o presuntos ataques de palestinos.
"Los israelíes cada vez nos quitan más tierras y la gente está frustrada y por eso se rebela", dijo Yaabari, de 67 años. Tanto él, como Amro y el gobernador piensan que las restricciones actuales y la represión son para facilitar que los colonos se queden con más terreno en Hebrón.