"No hay razones para no confiar en los informes de los países aliados", respondió a la pregunta de la prensa si la OTAN considera posible la hipótesis de que el avión ucraniano fuera derribado por un misil iraní.
Stoltenberg subrayó la necesidad de realizar una investigación exhaustiva para determinar las causas de la tragedia, y llamó a Teherán a garantizar la transparencia de la pesquisa que lleva a cabo.
Las 176 personas a bordo fallecieron, entre ellas ciudadanos de Irán, Ucrania, Afganistán, Canadá, Alemania, Suecia y Reino Unido.
El accidente ocurrió poco después de que Irán lanzara un ataque masivo contra bases estadounidenses en Irak.
La versión inicial de Irán fue que el avión se había estrellado debido a una falla del motor, algo sobre lo que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó dudas.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a su vez, dijo que la inteligencia de Canadá indicó que el avión fue derribado por un misil iraní, posiblemente por error.
Teherán rechazó esa hipótesis, y no descartó invitar a otros países a tomar parte en la investigación.