"La guerra es la última opción", dijo Al Juber al apuntar a la responsabilidad de las autoridades saudíes de "defender el país y garantizar que no se haga daño a nuestro país y nuestro pueblo".
"Han destruido el Líbano con Hizbulá, han enviado paramilitares para destruir Siria, tienen paramilitares en Irak, milicias en Yemen y les suministran misiles balísticos y drones", declaró Al Jubeir.
Más temprano, el jefe de la diplomacia saudí acusó a Irán de atacar instalaciones petroleras de Arabia Saudí pero no presentó pruebas.
A su vez, el portavoz de la Cancillería iraní, Abás Musaví, llamó a Arabia Saudí a poner fin a la guerra en Yemen en vez de dedicarse a acusaciones infundadas.
El 14 de septiembre, las instalaciones de Saudi Aramco en las localidades de Abqaiq y Khurais, en el este de Arabia Saudí, fueron objeto de un ataque reivindicado por los rebeldes hutíes de Yemen.
El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, y el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman, calificaron el incidente como "un ataque inaceptable y sin precedentes que no solo amenazó la seguridad nacional de Arabia Saudí, sino que también puso en peligro la vida de todos los ciudadanos estadounidenses que viven y trabajan en Arabia Saudí, así como el suministro mundial de energía en general".
El portavoz del Ministerio de Defensa saudí, Turki al Maliki, afirmó el miércoles que las instalaciones en Abqaiq y Khurais fueron atacadas con 18 misiles de crucero y 7 vehículos aéreos no tripulados de fabricación iraní.
Por su parte, Teherán exigió pruebas de su presunta implicación en los ataques.