Los sistemas de defensa aérea instalados en la base rusa neutralizaron la amenaza antes de que esta pudiera aproximarse a la instalación militar y arrojar su carga.
El anterior ataque contra las instalaciones militares de Rusia en Siria fue perpetrado en la noche del 6 de enero de 2018. En aquel entonces, 13 vehículos aéreos no tripulados equipados con bombas caseras atacaron la base aérea de Hmeymim y la base naval de Tartus. Siete de estos equipos fueron destruidos por el sistema Pantsir-S mientras que los demás fueron interceptados por las unidades de lucha radioelectrónica.
Aunque se culpó del ataque a los terroristas del Frente al Nusra —proscrito en Rusia y muchos países del mundo—, Konstantín Sivkov, presidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, explicó a Sputnik que los terroristas no pudieron perpetrar el ataque con drones sin la ayuda de un país desarrollado.
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