La huelga se inició después de que el 20 de febrero la policía israelí detuviera y encarcelara a siete eritreos que se niegan a abandonar el país, siendo esta la primera vez que los refugiados son detenidos por negarse a marchar al extranjero.
Las autoridades locales han dado a los refugiados, en su mayor parte eritreos y sudaneses del sur, unas semanas de plazo para que elijan entre abandonar el país o ser encerrados indefinidamente en la cárcel de Saharonim.
Una ONG israelí que trabaja con los refugiados, que en su mayor parte residen en los barrios pobres del sur de Tel Aviv, ha denunciado que los eritreos detenidos el 20 de febrero sufrieron intensas torturas antes de llegar a Israel.
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Los africanos que se encuentran en el centro de detenciones de Holot y que este 21 de febrero están rechazando los alimentos, aseguran que no volverán a comer hasta hallar una solución a su situación.
Unos 15.000 pidieron asilo político hasta fines de 2017, pero solo diez lo han conseguido.
Israel quiere deportarlos a Uganda y Ruanda "voluntariamente" y para ello les ofrece a cada uno 3.500 dólares. Sin embargo, los refugiados rechazan la oferta.
Algunos refugiados que viajaron a Uganda y Ruanda declararon que en esos países no son bien recibidos, por lo que los refugiados se niegan a abandonar Israel.