Quince de sus familiares continúan retenidos por los terroristas de Daesh, incluidos sus hermanos. La joven a duras penas es capaz de relatar a Sputnik el calvario por el que ha tenido que pasar desde que fue raptada con solo 18 años, el 14 de agosto de 2014.
"Inmediatamente después de que Daesh entrase en Sinyar, mi familia y yo salimos corriendo en coche. Pero en el camino nos detuvo un convoy de cinco vehículos de Daesh y nos agarraron a todos. Lloramos y les rogamos que nos soltasen, pero fue inútil. En el barrio de Shilom ejecutaron ante nuestros ojos a varios hombres yazadíes. Ahí mismo separaron a mujeres, hombres y niños. Nos metieron en un coche y nos llevaron a Sinyar. A las mujeres y a las chicas yizadíes nos llevaron al barrio de Tel Afara", relata la joven.
La joven explica a Sputnik que los terroristas también raptaron a tres de sus hermanos y a su hermana, de 6 años. "Mi padre consiguió escapar", dice, y asegura que Daesh les obligó a escoger.
"Nos dijeron que o nos hacíamos musulmanes o nos iban a matar o a vender. Les respondimos que no íbamos a abandonar nuestra religión".
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Revela que los terroristas asesinaron a una yizadí de 17 años que también se negó a convertirse al islam. "Le rajaron la garganta". A los 20 días fue trasladada a Mosul, donde llegaron a venderla como esclava entre los terroristas 12 veces. "Nos sortearon a mí y a otras tres chicas yizadíes entre los terroristas de Daesh".
Explica que fue vendida a un combatiente con dos esposas e hijos, y que con él pasó un mes. "Me pegó y abusó de mí en repetidas ocasiones y después me vendió por 40.000 dólares".
"Mientras estuve con mi último captor comenzaron a liberar Mosul. Ni en la casa ni en los alrededores había combatientes de Daesh porque todos se habían ido a luchar. El 4 de julio de 2017 el Ejército de Irak entró en el barrio y rápidamente salí de la casa en dirección a ellos. Les conté todo y les di el número de teléfono de mi padre. Les pedí que le llamaran y vino a buscarme (…) Deseé muchas veces poder matar a mis captores, así que me puse muy contenta cuando supe que algunos habían muerto [por la guerra]", relata a Sputnik.
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Reconoce que pensó en suicidarse en varias ocasiones, pero que después pensó que debía seguir con vida para vengarse luchando contra Daesh. "Ahora me cuesta dormir por las noches. No dejo de pensar en todo lo que he tenido que pasar", dice a Sputnik N. M. Shemli.