"Lo ocurrido en Turquía es un descuido total por la parte rusa: los guardias de seguridad debían haber pensado en las consecuencias que implica la intervención pública de un embajador", dijo Záitsev a RIA Nóvosti.
Pero provoca aún más perplejidad, indicó, el hecho de que fueran ignoradas las medidas adicionales de seguridad en un país que sufrió recientemente un intento de golpe de Estado.
En su opinión, los ciudadanos rusos en el extranjero no están debidamente protegidos.
El embajador ruso en Turquía, Andréi Kárlov, fue asesinado la noche del 19 de diciembre mientras daba un discurso en la inauguración de una exposición fotográfica en Ankara.
Las autoridades turcas identificaron al atacante como Mevlüt Mert Altintas, de 22 años, quien hirió a otras tres personas y fue abatido por las fuerzas de seguridad.
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La Cancillería rusa calificó de acto terrorista el asesinato del diplomático.