"Cuando Gadafi perdió la mitad oriental de su país en cuestión de semanas, en el año 2011, él separó las zonas controladas por los rebeldes del territorio del régimen. Se les cortaron las redes de telefonía móvil. Dejaron de prestar servicios públicos allí", recuerda Barfi.
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Sin embargo, el presidente sirio eligió una estrategia totalmente distinta. Su enfoque era conquistar las simpatías de varias capas de la población del país.
"[Asad] continuó pagando salarios gubernamentales a los funcionarios públicos en el territorio ocupado por los rebeldes. Los servicios públicos, como la electricidad y el agua, fueron cortados solo en los territorios más asediados".
Los empresarios, por su parte, apoyaron a Asad porque la victoria de los rebeldes amenazaba sus contactos e ingresos. En las zonas ocupadas, la industria era desmantelada, y todos los equipos más o menos valiosos se exportaban a Turquía, donde los empresarios locales los compraban a precio de saldo.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 28 de octubre de 2016
El corresponsal no tiene dudas a la hora de afirmar que los aliados de Asad también ayudan a que se granjee la simpatía de su pueblo: el papel de los kurdos, las milicias chiís apoyadas por Irán, el grupo Hizbulá y, por supuesto, las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia refuerzan la figura del presidente.
Sin embargo, también es imposible negar el mérito del Gobierno sirio en la consecución de ese apoyo ciudadano.
"El Gobierno hizo todo lo que estaba en sus manos para mantener al menos una sombra de estabilidad para la mayoría de la población", señala el autor.