¿Por qué la ofensiva de EEUU contra Daesh en Mosul puede ser desastrosa?

El pasado 19 de septiembre el presidente de EEUU, Barack Obama, junto al primer ministro de Irak, Haider Al Abadi, anunció que la operación para recuperar Mosul avanzaría rápidamente y que EEUU e Irak estaban listos para prestar la ayuda humanitaria necesaria a los desplazados que podría generar la operación militar.

Sin embargo, los dos mandatarios subestiman las dificultades y los desafíos que comportarán "el éxodo de cientos de miles de nuevos refugiados una vez comience la operación militar para limpiar Mosul [de terroristas]", opina el analista de The National Interest Daniel L. Davis.

Por un lado, explica el experto, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios solo ha conseguido 66 millones de dólares de los 284 millones necesarios para instalar los campamentos que se precisan con el fin de atender a la ola de desplazados que generará la batalla por Mosul. Además, la ONU necesita al menos dos meses y medio para instalar los campamentos, algo que debería llevarse a cabo antes del asalto. Sin embargo, EEUU ha dicho que empezará la operación a finales de octubre.

Claramente, destaca el experto, la ONU "no estará preparada para atender a los cientos de miles de refugiados que se esperan una vez empiece el combate", incluso si, de la noche a la mañana, consigue recaudar los fondos necesarios.

El ministro de relaciones exteriores de la región de Kurdistán, Falah Mustafa Bakir, en declaraciones al propio Davis, aseguró que la "crisis humanitaria" que ya se vive en el norte de Irak podría devenir en una "catástrofe humanitaria" una vez que la batalla empiece, especialmente si la comunidad internacional no busca la manera de evitarla.

"Es entendible que el Gobierno iraquí quiera quitarle el control de Mosul a Daesh [organización proscrita en Rusia y otros países], pero es necesario que no sean impacientes", asegura Davis. Lanzar un ataque sin estar preparados para salvaguardar a la población civil de la zona, compuesta especialmente por musulmanes suníes, podría ser un suicidio político para el Gobierno chií iraquí.

"Bagdad debe hacer todo lo que esté en su mano para ganarse la confianza de la gente, para que una nueva insurrección suní no se forme entre los enojados habitantes [de Mosul] después", explica el experto.