El este, zona palestina, que incluye la Ciudad Vieja amurallada, estuvo en manos de Jordania desde el armisticio de 1949 —que puso fin a la guerra entre árabes e israelíes-, hasta junio de 1967, cuando los israelíes lo ocuparon. Posteriormente, en 1980, Israel se anexionó la zona palestina de la ciudad.
El Día de Jerusalén se celebra con ceremonias oficiales del Estado y actos religiosos. Los rabinos jefes de Israel declararon esta jornada como una fiesta religiosa menor para recordar la recuperación del libre acceso de los judíos al Muro de las Lamentaciones, su lugar más sagrado.
En el Día de Jerusalén, que se celebra cada año en una fecha distinta, según el calendario judío, la ciudad es tomada por miles de personas, principalmente judíos nacionalistas religiosos, que celebran una marcha que recorre diversas zonas de la población y culmina en la Ciudad Vieja.
La manifestación avanza por calles de barrios palestinos —el musulmán y el cristiano- de la parte antigua y obliga a los comerciantes a cerrar las tiendas y a los vecinos a meterse en sus casas por temor a actos violentos.
Cada año, grupos exaltados insultan a palestinos, golpean las puertas de sus casas e incluso destrozan algunas propiedades.
Desde esta mañana, el centro de Jerusalén ha estado repleto de policías, algunas unidades del Ejército y bajo la vigilancia de helicópteros. La alerta era máxima por la posibilidad de que se produjeran enfrentamientos entre grupos de israelíes y palestinos.
Cerca de la Puerta de Damasco, uno de los accesos más populares a la Ciudad Vieja amurallada, han estallado choques entre palestinos e israelíes. Según la policía, varios palestinos han lanzado piedras contra agentes y dos han resultado heridos. Al menos un palestino ha sido arrestado.
Este año, varios rabinos y las autoridades de Jerusalén habían llamado a los manifestantes israelíes a contenerse y a evitar la violencia, pero no obstante, se han producido disturbios.
La semana pasada, el Tribunal Supremo rechazó la petición de varias ONG para impedir que la marcha atravesase los barrios palestinos de la Ciudad Vieja para evitar que se produjeran incidentes violentos contra la población palestina, como en años anteriores.
Unos centenares de activistas y de miembros de partidos políticos israelíes de izquierdas se han manifestado esta tarde en la plaza Safra, junto al Ayuntamiento de Jerusalén, bajo la consigna de "Jerusalén no permanecerá en silencio, fuera el racismo".
Los manifestantes estaban rodeados de policía y de decenas de personas con banderas israelíes —algunos con palos de madera- que participaban en la marcha del Día de Jerusalén y que los increpaban.
"Me parece bien que haya gente que quiera celebrar el Día de Jerusalén, pero no así, ni pasando por el barrio musulmán palestino, es una provocación" ha afirmado a Sputnik Shira, una estudiante universitaria que reside en Jerusalén.
"He venido a título personal, como ciudadana, para manifestarme en contra del racismo, que los árabes sufren de una forma especial", ha añadido Shira mientras los congregados gritaban "Jerusalén es una voz contra el racismo y contra una manifestación de odio", en referencia a la marcha del Día de Jerusalén.
Entre los que protestaban contra el racismo se veían muchas camisetas verdes del partido de izquierdas Meretz. También había seguidores de la Lista Árabe Conjunta.
"Vivo en Jerusalén y veo muchos grupos racistas, gente que grita por la calle "muerte a los árabes", sufren mucho maltrato. Los que estamos aquí hoy en esta protesta creemos en los derechos humanos", ha dicho Merav, una joven jerosolimitana.
"La gente tiene que aprender que tenemos que vivir juntos y en paz. Los que quieren celebrar el Día de Jerusalén que lo hagan pero no con ataques contra los árabes", ha añadido Merav.
Miri y Hamanel están en contra de la violencia pero creen que tienen "todo el derecho" a pasar por los barrios palestinos y a tomar la ciudad. "Vamos por primera vez al Kotel (Muro de las Lamentaciones) con nuestros hijos", ha explicado Miri a Sputnik en una calle de la Ciudad Vieja.
La pareja, que es religiosa, tiene seis hijos, el mayor participa en la marcha con unos amigos del colegio y los demás van con ellos. Viven en la colonia judía de Shilo, en el norte de Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967.
"Hemos nacido en Jerusalén, pero vivimos en Shilo porque Jerusalén es muy caro", ha señalado Hamanel. "Queríamos que los niños conocieran Jerusalén, que respiraran su aire, sus olores, transmitirles el sentimiento que tenemos por esta ciudad", ha indicado Miri.
A unos pocos metros, cerca de la Puerta de Jaffa —otra de las entradas más famosas de la Ciudad Vieja-,Thomas, un palestino cristiano dueño de una tienda de recuerdos y artesanía, atiende a los que dice que serán sus últimos clientes. "Son las 6 de la tarde, dentro de media hora, como mucho, cierro la tienda", ha comentado a Sputnik.
"No tengo miedo, pero no quiero problemas ni correr el riesgo de que me destrocen algo de la tienda. Hoy perderemos clientes, prácticamente estamos obligados a cerrar para evitar ataques", ha lamentado.
"Si los árabes hicieran lo mismo que toda esta gente que desfila hoy por aquí, verías como la policía lanzaría gases lacrimógenos y dispararía. Pero contra estos no hacen nada", ha asegurado.
La policía, que había anunciado "cero tolerancia ante cualquier muestra verbal o física de violencia", custodiaba entonces el acceso a una de las calles principales del barrio cristiano, donde casi los comerciantes tenían ya las persianas bajadas y ni turistas ni manifestantes podían pasar.
