Moscú quiere avanzar en su relación comercial con Pekín

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El primer ministro chino, Wen Jiabao, se despidió el pasado jueves 6 de diciembre del presidente ruso, Vladimir Putin, en su última visita al exterior antes de dejar en marzo la jefatura del Gobierno del gigante asiático tras ocho años en el cargo.

El primer ministro chino, Wen Jiabao, se despidió el pasado jueves 6 de diciembre del presidente ruso, Vladimir Putin, en su última visita al exterior antes de dejar en marzo la jefatura del Gobierno del gigante asiático tras ocho años en el cargo.

La agenda de Jiabao estaba centrada exclusivamente en los temas económicos, pero el intercambio comercial con China es ya una cuestión política. A pesar de todos los esfuerzos políticos de Moscú y Pekín, Rusia no consigue alcanzar la acelerada dinámica de crecimiento chino y, a falta de la diversificación económica en el país eslavo, no encuentra nada que ofrecer a su vecino asiático.

Algo que no encaja

El XVII encuentro periódico entre los jefes de Gobierno de ambos países, Dmitri Medvédev y Wen Jiabao, se celebró en Moscú a la vez que el VII Foro económico ruso-chino para los representantes de los círculos empresariales. Además, en vísperas de la visita del primer ministro chino a Rusia en Moscú y en Pekín tuvieron lugar foros sobre energía y sobre la situación en los países del grupo BRICS (Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica). A primera vista parece que está funcionando un potente mecanismo de acercamiento entre los empresarios y los funcionarios públicos de los dos países, activado desde los círculos más altos de poder.

No obstante, la realidad es muy confusa. Rusia, si resumimos, está interesada en suministrar menos materias primas y fomentar lo que se suele llamar “cooperación en innovaciones”.

Moscú ya tiene claro que el potencial innovador es mucho más alto en Oriente que en Occidente. Pero tampoco en China, donde no hay ningún obstáculo político para desarrollar este tipo de cooperación, ambas economías encajan precisamente en los sectores que más atractivo tienen para Rusia. Y no se trata solo del sector de energía.

En los años noventa el esquema del reinicio de las relaciones bilaterales tras la desintegración de la Unión Soviética se presentaba de la siguiente manera: Rusia reanuda los suministros a China de petróleo y gas, ayuda a construir las centrales eléctricas, entre ellas las nucleares, y todo esto como punto de partida. La perspectiva que se veía como la más prometedora era la cooperación militar ya que se trataba de la exportación de productos de alta tecnología, primero de uso militar y más tarde también de uso civil.

A día de hoy parece evidente que los chinos necesitan cada vez menos los productos rusos de alta tecnología y también de uso militar. En cambio, cada vez tienen más cosas que ofrecernos, lo evidencia la propia estructura del comercio bilateral. Cambiamos el petróleo y el carbón por los automóviles y ordenadores.

¿Qué puede hacerse para mejorar esta situación de desequilibrio? Durante el encuentro con Vladimir Putin, el primer ministro chino Wen Jiabao informó que las conversaciones de los jefes de Gobierno de China y Rusia habían dado muy buen resultado, sobre todo en materia de energía, altas tecnologías e inversiones.

El primero y el noveno

De la entrevista concedida a propósito por el embajador ruso en China, Serguéi Rázov, se desprende que la situación está cambiando poco a poco. En particular, se podría mencionar el avance en el proyecto de construcción de la segunda etapa de la central nuclear de Tianwán, la notable intensificación de la cooperación en innovaciones, el trabajo en conjunto en el reactor de neutrones rápidos o el exitoso Año del Turismo ruso en China.

Pero aunque los múltiples proyectos de cooperación bilateral llegaran a realizarse, cosa que no siempre ocurre, su influencia en el crecimiento innovador de Rusia se haría sentir dentro de unos diez años. Mientras tanto, seguiremos siendo un apéndice proveedor de materias primas, y no es culpa de China.

Todo lo contrario, la demanda de materias primas del país asiático disminuyó últimamente, mientras que Rusia sigue sin poder fijar el precio del gas natural para desbloquear un importante acuerdo de suministro. Tampoco se logró desatascar este asunto en esta ocasión, aunque Moscú y Pekín avanzaron en el proyecto del gasoducto Altai, que va a unir Siberia Occidental con la región oeste de China, sólo falta estipular el precio.

Al mismo tiempo Rusia promueve los proyectos para suministrar a su vecino asiático la energía eléctrica producida en las nuevas centrales en el territorio ruso y, parece, que en esta área hay ciertos adelantos. Es muy importante, ya que las regiones rusas de Siberia y Lejano Oriente no tienen otro “motor de desarrollo” que no sea China.

El progreso global se refleja a nivel de estadísticas. Rusia subió un peldaño: de ser el décimo socio comercial más importante de China pasó a ser el noveno. Otra cosa es que para el coloso asiático el comercio con el país eslavo no constituya un asunto de primer orden.

En cuanto a las inversiones, Moscú tiene perdida la batalla mundial por el yuan. Ninguna de sus razones políticas es capaz de convencer a nuestro vecino de elegir a Rusia como destino de sus capitales. Los 266 millones de dólares ya invertidos son, más bien, un gesto de cortesía.

En cambio, para Rusia China reafirma su condición del primer socio comercial. Se espera que este año los intercambios comerciales alcancen los 90.000 millones de dólares, frente los 83.500 millones en el pasado. Esto quiere decir que China para Rusia significa más que Rusia para China.

No obstante, la dinámica positiva de la cooperación bilateral es una buena tendencia ya que China, tras la ralentización de los primeros meses de año, vuelve a recuperarse a despecho de los que ansían su fracaso.

El crecimiento de la economía china puede acelerarse hasta el 8,2 % en el 2013 a partir de un previsto 7,7% este año, según pronostica la Academia China de Ciencias Sociales. El ‘libro azul’ del centro de estudios más importante del país resultó ser bastante crítico e incluso alarmante, pero por ahora en el mundo no existe ninguna potencia con mejores perspectivas.

Así que Rusia tiene mucha suerte de contar con un socio comercial y vecino como Rusia.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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