Las mujeres toman la palabra: La era de los solteros y sus altibajos

© Foto : Mikhail Kharlamov/Marie Claire RussiaSvetlana Kolchik
Svetlana Kolchik - Sputnik Mundo
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“Me gustaría dejar para ella un espacio en mi armario”, me dijo hace poco un amigo mío, próspero empresario moscovita, al hablar de sus planes para el año nuevo.

“Me gustaría dejar para ella un espacio en mi armario”, me dijo hace poco un amigo mío, próspero empresario moscovita, al hablar de sus planes para el año nuevo. Puso énfasis en la palabra “ella”, refiriéndose a su novia hipotética a quien aspira a encontrar el año que viene. Dijo que había tomado la misma decisión el año pasado, pero por alguna razón no se hizo verdad.

Aun así mi amigo no se queja de su vida. Trabaja y viaja mucho, pasa su poco tiempo libre divirtiéndose en los mejores bares y clubes nocturnos de la ciudad o llevando a cabo cenas abundantes en su apartamento acogedor.

“Es tan fácil estar solo en esta ciudad, hay tantas tentaciones”, señaló algo turbado, al confesar que desde hace  mucho su familia trata de convencerle de que se case. “Sé que los clubes nocturnos no son un lugar adecuado para encontrar a una mujer apta para el matrimonio, pero ¿qué le puedo hacer? ¿Estar en casa y mirar TV? Igualmente podría pasarlo bomba mientras estoy solo.”

“En Moscú trabajas duro y te diviertes mucho”, dijo.

En los tiempos soviéticos, mi amigo, muy pasado ya de los 30 sería etiquetado de  “soltero tóxico”, y las madres excesivamente protectoras aconsejarían a sus hijas mantenerse alejado de él. Hoy en día es un soltero elegible que llama la atención a las mujeres de diferentes edades con su carisma y estatus social. Y, claro está, no es el único.

Un ejército de solteros aparentemente contentos y autosuficientes de ambos sexos está llenando rápidamente las ciudades grandes a lo largo del Occidente. Y aunque según la oficina nacional de estadísticas, la edad media al matrimonio en Rusia es todavía 23 años para las mujeres y 26 para hombres, Moscú se mantiene aparte como un refugio de solteros.

Especialmente, cuando se trata de los yuppies (profesionales jóvenes en las urbes) de mente abierta que a sus 25-35 años lograron evitar el lazo matrimonial o ya están divorciados. Muchos de ellos se acostumbraron a estar solos y no sacrificarían su estilo de vida en aras del matrimonio. Aparentemente, sus vidas están llenas de citas, proyectos, numerosas amistades (muchas virtuales, a través  de varias redes sociales) y viajes ambiciosos. Algunos de estos solterones de ciudad tienen un trabajo estimulante y otros pasan tanto tiempo en la oficina que sus compañeros se convierten en cierto tipo de sustituto familiar.

Una buena amiga mía Anya, atractiva que dirige proyectos claves en una importante organización internacional, tiene 35 años y todavía está sola. Tuvo varias relaciones importantes en el pasado y seguro que ahora quisiera tener una pareja, pero parece que no está desesperada. “No se puede presionar en este asunto”, dijo. “Prefiero estar sola en vez de tener relaciones que no me satisfagan”.

Otra amiga, Irina, de 30 años, colaboradora de una empresa próspera y además víctima de la moda, comparte su vida entre Moscú y Londres donde residen sus padres. Con frecuencia habla de lo mucho que sueña con tener una familia. Pero todavía su horario está tan repleto que ni me imagino cómo se puede meter allá por lo menos un ligue sin tratar de familia. ¿Quizás así llena su vacío emocional?

Puede ser, pero no sólo ésta es la razón. Ciertos expertos insisten en que la legión de los solteros es uno de los efectos de la revolución industrial que ocurrió hace unos 300 años. “Fue  entonces  cuando la numerosa familia agraria, clave de la supervivencia humana, empezó a deteriorarse porque ya no había necesidad de tener muchos hijos para llevar la casa, la economía capitalista prevaleció”, explicó Anatoli Antonov, PhD, titular de la cátedra de la Sociología de Familia en la Universidad Estatal de Moscú, uno de los mejores expertos en la familia y cuestiones demográficas.

Según sus previsiones, para 2050 la familia tradicional como unidad social básica podrá dejar de existir, la mayoría de las personas vivirán a solas y sólo los más atrevidos tendrán hijos, uno como máximo, mayormente concebidos por cierto tipo de fecundación artificial genéticamente modificada.

Me quedé trastornada al oír un escenario tan lúgubre, apto para una película de horror antiutópica de Roland Emmerich, así que seguí con mis interrogaciones a otros expertos, si realmente hacia esto estamos encaminados.

“¿Y dónde queda el apego emocional que es una necesidad humana básica? Éste es lo primero que sentimos después de satisfacer los instintos básicos”, dijo la psicoterapeuta Ekaterina Ignatova, al ridiculizar la idea de que nuestro planeta quede habitado por solteros ególatras con fobia al matrimonio. Dijo que en su vida profesional todavía no ha visto un paciente que se considere verdaderamente feliz y completo sin tener una pareja.

Incluso mi amigo, empresario carismático, me confesó que, al igual que la mayoría de sus amigos solitarios, seguirá siendo “soltero tóxico” hasta el día que encuentra a una muchacha justa. Y todos ellos sueñan con esto más que con cualesquiera éxitos profesionales o efímeras conquistas románticas en clubes nocturnos.

 

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*Svetlana Kolchik es directora adjunta de la edición rusa de la revista Marie Claire. Se graduó de la Universidad Estatal de Moscú, facultad de Periodismo, y la Universidad de Columbia, Escuela de Estudios Avanzados de Periodismo, colaboró para el diario Argumenti I Fakti en Moscú y el USA Today en Washington, con RussiaProfile.org, ediciones rusas de Vogue, Forbes y otras.

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