Venecia canceló sus bailes de máscaras, pero en el país tropical el virus llegó (o empezó a hacerse notar) un poco después. El primer caso se detectó en Brasil el 26 de febrero. No podía ser más simbólico: era miércoles de ceniza.
El Rey Momo salvó la fiesta por los pelos y ahora aquellos momentos de abrazos y besos con desconocidos bajo el sol abrasador o bajo la la lluvia torrencial, empujones y todo tipo de aglomeraciones irresponsables e intercambio de gotículas, son el lejano recuerdo de otra época. El carnaval de 2020 se salvó, pero los peores presagios ya empiezan a cernirse sobre el de 2021, a pesar de que aún faltan ocho meses.A día de hoy, las principales escuelas de samba de Río de Janeiro ven imposible desfilar en el Sambódromo. "Es simple: si llega la vacuna, tendremos samba. ¿Cómo vamos a trabajar con una multitud de gente sin una inmunización colectiva? No voy a poner en riesgo a mis componentes, la prioridad es la comunidad", decía estos días a los medios locales Renato Gomes, presidente de Sao Clemente, una de las escuelas de Río.
Otras escuelas ven imposible realizar el carnaval en 2021, ya sea en febrero o más adelante, porque además de seguridad sanitaria falta seguridad jurídica. "Hoy las decisiones judiciales tienen mucha fuerza. Existe el riesgo de que hagamos inversiones muy altas y que más adelante los contagios vuelvan a subir y que la Justicia ordene la suspensión", argumentaba también ante la prensa local Fernando Fernandes, presidente de Vila Isabel.Las 12 principales escuelas de Río se reunieron para intentar consensuar una postura, pero aún predomina la idea de que hay que cancelar "sine die".
Calendario de trabajo
Las reuniones y debates no son una frivolidad ni una exageración. El carnaval es una industria cultural que mueve muchos millones y da de comer a miles de familias, no sólo del sector turístico. Costureras, mecánicos, percusionistas, coreógrafos o bailarines viven y dependen del calendario carnavalesco.
Todo este proceso se hace, evidentemente, con multitudinarios encuentros en las propias escuelas de samba, a base de feijoadas y largas veladas regadas de cerveza, noches de preparativos que también sirven para ir llenando la caja y financiar el desfile. Hacia final de año ya empiezan los ensayos y aceleran los trabajos de construcción de las carrozas y confección de disfraces. Todo este calentamiento previo ha desaparecido por completo, es imposible en las actuales condiciones.
¿Aplazar o cancelar?
Ante tantas dudas en el horizonte, la cadena Globo, que retransmite los desfiles, decidió que de momento no aportará a las escuelas el dinero de los derechos de televisión. La venta de paquetes para los turoperadores y turistas extranjeros que acuden al Sambódromo (que normalmente arranca a principios de julio) también está suspendida. Van cayendo una a una todas las fuentes de financiación.
De momento, el mundo del samba reforzó su lado social en tiempos de pandemia. Es difícil centrarse en programar la fiesta de la alegría cuando el país aún cuenta más de 1.000 muertos cada día. La mayoría reconvirtió sus instalaciones y empezó hace tiempo a fabricar máscaras anti COVID-19 y material para los profesionales sanitarios de forma masiva. También han realizado eventos para recaudar fondos y alimentos para las familias más vulnerables de sus comunidades.La preocupación en Río de Janeiro se hace extensible también a otras ciudades del país con fuerte tradición carnavalesca. El alcalde de Salvador de Bahía (noreste), Antonio Carlos Magalhaes Neto, propuso que las principales capitales aplacen el carnaval de forma conjunta. "Podríamos pensar en final de mayo e inicio de junio (…) podemos anticipar los festivos nacionales y los locales para hacer cuatro días de carnaval", afirmó.
La propuesta generó aprobación por su intento de intentar coordinar un movimiento a nivel nacional, pero hay división de opiniones sobre si el Carnaval debería buscar otras fechas o cancelarse hasta que todo esté más claro para evitar crear expectativas que generen más frustración.De momento, los amantes del carnaval cruzan los dedos para que la vacuna llegue lo antes posible y para que sea verdaderas las palabras que escribió el sabio Nelson Sargento, nonagenario compositor de Mangueira: "Samba, agoniza mas nao morre / alguém sempre te socorre antes do suspiro derradeiro" (Samba, agoniza pero no muere / siempre hay alguien que te salva antes del último suspiro).
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