"Tenemos una historia reciente en México de desvío de fondos públicos importantes de lucha contra la pobreza, la educación y la salud, los funcionarios se han robado miles de millones de pesos", dijo a esta agencia Darío Ramírez director de comunicación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).
Después de los sismos del 7 y 19 de septiembre que devastaron comunidades agrestes de Oaxaca y Chiapas en el sur del país, y grande ciudades del centro de México, incluyendo la capital, causando decenas de miles de damnificados, 29 organizaciones sociales, empresariales y académicas conformaron la plataforma #Epicentro que dará seguimiento "al origen y uso de los recursos para la reconstrucción".
No es novedoso lo que hacen muchas organizaciones en su gestión ciudadana; pero la originalidad de la nueva propuesta "está en el volumen del esfuerzo público y ciudadano", en el cual el gobierno federal estima que se requieren más de 2.000 millones de dólares.
"Impulsamos la iniciativa considerando dos cosas importantes: en primer lugar, las dimensiones no son iguales a la devastación del terremoto de 1985 —cuando por primera vez emergió una sociedad civil que ocupó el vacío del Estado mexicano—, y la ciudades aprendieron a ser más resistentes".
La segunda es que esta vez "hay mucho más dinero en el Estado mexicano que hace 32 años, es algo bueno y a la vez malo, pero si se invierte bien la recuperación puede ser mejor y mayor", anticipa el experto.
A diferencia del vacío estatal de 1985, cuando el presidente del país latinoamericano tardó tres días en dar un discurso a la nación, esta vez "solo hubo un letargo gubernamental ante una conversación pública y abierta de los ciudadanos", dijo el responsable del organismo independiente.
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Las organizaciones continuarán con sus proyectos y agendas, en sus campos específicos, "mediante una buena coordinación para que la energía del impulso no se pierda en la emergencia sino lograr mayor articulación sobre los resultados de la reconstrucción".
En ese ambiente, el debate sobre el uso de los fondos públicos a los partidos es "un flanco de peligrosidad, porque al retirar el dinero público para que los partidos muestren una cara amable ante la población damnificada, el dinero privado tomará el control de las campañas".
Obtener fondos para la reconstrucción no es el problema actual: "el problema real es que se gaste solo de la manera que le conviene a la ciudadanía", puntualizó.
Contexto político de la reconstrucción
Por su parte, Javier Garduño del Centro de Análisis e Investigación Fundar dijo a Sputnik que la plataforma cívica para vigilar la reconstrucción "ocurre en un contexto particular por el proceso electoral de 2018".
Hay suficientes antecedentes para que "exista temor de que los trabajos de atención de la emergencia y la reconstrucción se utilicen para la manipulación y la coacción del voto, en poblaciones que fueron afectadas", dice el experto posgraduado en Estudios Urbanos por el Colegio de México.
Desde el comienzo de la emergencia colectivos ciudadanos se volcaron a una labor de atención de la emergencia, ahora "es el momento de colocar la lupa en los recursos del gasto público federal de reconstrucción", dice el especialista que coordina el área de Justicia Fiscal en Fundar.
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Los tres ejes de la plataforma son, en primer lugar "dar seguimiento al origen y uso de los fondos públicos del Fondo contra Desastres Nacionales (Fonden) y donaciones privadas".
Evitará así que no se abuse de los incentivos fiscales "para utilizar mecanismos de evasión fiscal y reducción de cargas tributarias".
El segundo eje es que la reconstrucción se haga "con perspectiva social y de derechos humanos, género, infancia y juventud".
Por ejemplo, menciona Garduño, en los anuncios del presidente Enrique Peña Nieto está ausente el lado humano de los afectados y representantes de las comunidades damnificadas.
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#Epicentro trabajará para que "se identifiquen, investiguen y sancionen los actos de corrupción y se garantice la reparación del daño".
Allí radica otra diferencia con 1985: "el régimen político es diferente, porque los espacios ciudadanos que no existían se han ganado con una maduración distinta y claridad sobre los espacios en que incidimos".
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Capítulo aparte es el rol de los jóvenes en la vida pública del país, se mostró que "no existe una juventud ensimismada en sus redes sociales y apolítica sino que desea participar activamente", puntualizó Garduño.
