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Los españoles en Ucrania: "Es muy duro todo lo que está pasando, pero no nos arrepentimos de venir"

© RIA Novosti . Valery Melnikov / Acceder al contenido multimediaSituación en el este de Ucrania
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"Estamos aquí porque nuestro corazón nos ha empujado a hacerlo y no nos arrepentimos", ha asegurado a Nóvosti Ramiro Gómez, uno de los brigadistas humanitarios que ha viajado a Lugansk.

"Nuestra situación es muy difícil. Moverte por la calle es peligroso, están cayendo bombas constantemente. Es muy duro todo lo que está pasando, es mucha tensión, mucho miedo pero estamos aquí porque nuestro corazón nos ha empujado a hacerlo y no nos arrepentimos", ha asegurado a Nóvosti Ramiro Gómez, uno de los brigadistas humanitarios que ha viajado a Lugansk para ayudar a la población que está siendo atacada por el ejército de Kiev.

Asegura que ha dejado las cosas que estaba haciendo en España y ha tenido que ir a Ucrania "porque no podía estar mirando para otro lado mientras estaba sucediendo esta injusticia".

Afirma que es muy difícil comunicarse con España, con sus familiares y amigos, excepto en ocasiones que consiguen "una pequeña conexión pero que tampoco dura mucho". "No hay electricidad, no hay luz, no hay cobertura ni cosas tan esenciales como agua, suministros o comida". Asegura que las bombas, además de ir directas a la población civil, van a las antenas, o a las plantas que cloran el agua y que permiten que pueda ser apta para el consumo humano.

Crónica visual de una guerra fratricida

 

Denuncia que Kiev tampoco deja entrar a la zona suministros ni ayuda. "Ni dejan entrar los convoy humanitarios ni dejan salir a las personas a los campos de refugiados de Rusia", asegura a Nóvosti.

"La población necesita que vuelvan a arreglarse los suministros de electricidad, agua y comida. Necesitan vivir dignamente", afirma. "Además, las condiciones de salud también son bastante difíciles, la basura se amontona en las calles y tampoco funcionan las alcantarillas".

Repite en varias ocasiones que los bombardeos son incesantes. "Estamos en una ciudad rodeada por el ejército ucraniano, desde el tiempo que llevamos aquí las bombas no han parado, están masacrando a la población civil, nos han estallado muy cerca", asegura a Nóvosti.

"Mi vida, como la de cualquier persona que esté dentro de la región de Donbás, corre peligro. Cada dos por tres tenemos que ponernos a cubierto, en lugares seguros, incluso mientras dormimos no podemos ponernos al lado de la ventana y siempre junto a una pared de carga, que no sean simples tabiques. No sabes si en mitad de la noche te va a caer una bomba", afirma el voluntario a Nóvosti. "De hecho", recuerda, "el otro día casi salimos volando por los aires cuando atacaron el mercado".

Sin embargo, siempre destaca a la situación de los civiles. "Son los que peor lo están pasando, están ya muy cansados, agotados. En Lugansk, que es una ciudad de más de 400.000 personas, ya quedan menos de 100.000. Los que han podido han huido de aquí, los que han quedado son los más pobres, los que no tienen recursos o los que son tan mayores que no tienen ni fuerzas para cruzar la calle", asegura a Nóvosti.

Ve el bando prorruso, en el que se incluye porque "ya forma parte de ese pueblo", "triste y cansado, pero también con ilusión y con ganas", afirma. Mientras tanto, asegura que los milicianos "tienen más moral" al igual que los voluntarios, "que pese a las dificultades" están "convencidos con el compromiso". Sin embargo, del bando de Kiev asegura que los ve "despiadados" y "capaces de bombardear casas de niños, parques infantiles, autobuses escolares o colegios".

Entre sonidos de algún disparo, cuenta a Nóvosti las cosas que más le han impactado. "Un día vi a un anciano llorando en el suelo al lado de su mujer, a la que acababa de matar una bomba y le había arrebatado la cabeza y los brazos. Me da mucha pena que una persona tan anciana se quede sola en mitad de una guerra y encima ver acabar a su pareja en esas condiciones".

Antes de terminar la conversación, asegura que "no sabe cuándo ni cómo va a terminar este conflicto". "Lo único que sé es que cada día las bombas caen más cerca, bombardean más y muere más gente", afirma.

Gómez se despide asegurando que su intención es volver a España, pero "independientemente de su decisión, seguirá luchando todo lo posible porque el mundo sepa lo que está pasando y que más gente acuda a la ayuda", asegura. "Hacemos un llamamiento a que siga viniendo más gente, hay mucha labor humanitaria por hacer".

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