Los asesinos perdieron su bula

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La directora de la DEA y un fiscal de Nueva York han presentado cargos contra tres de los líderes de Sendero Luminoso, la organización criminal peruana.

Leo que la directora de la DEA y un fiscal de Nueva York han presentado cargos contra tres de los líderes de Sendero Luminoso, la organización criminal peruana. Acusados de terrorismo y narcotráfico quizá soliciten la extradición. Convencido de que la lucha armada es partera de más violencia, me congratula saber que no hay paz, perdón u olvido para quienes, en nombre de rescatarnos de los tiburones, ejercieron ellos mismos de escualos. Evitemos jalear el crimen, sean cuales sean sus máscaras o caretas. Si algo ha demostrado la Historia fue que las conquistas sociales más duraderas se apoyaron en el discurso de la no violencia. De Martin Luther King al Nelson Mandela que rechazó las armas y reconcilió a los sudafricanos, de la lucha por los derechos civiles de la costurera en Alabama a la liberación de la mujer, el legado más resplandeciente no metió las botas en sangre ni dejó un escuadrón de jilgueros cantando salves sobre las cruces del camposanto. La salvación no fue una carretera adoquinada con huesos. El prestigio del crimen, la salvaguarda de las metralletas, conduce a la gusanera.

Sendero Luminoso, las FARC, o la ETA de España abanicaron su macabra peripecia con retórica y plomo. Ellos no mataban, no fusilaban campesinos o militares, no escondían bombas en las faltriqueras de un burro a la puerta de una comisaría, no secuestraban concejales ni asesinaban periodistas. La culpa, siempre del otro, del enemigo del pueblo, las circunstancias históricas, el complejo militar-armamentístico, el colonialismo, la reforma agraria, siempre aplazada, o los derechos de sangre. El mundo me hizo así; la injusticia, el hambre, la miseria, no yo, apretaban el gatillo. Qué fácil recurrir a entelequias para limpiar voluntades, asear conciencias y enterrar muertos.

Las viejas ideologías abandonaron el templo, la Guerra Fría fue sustituida por la amenaza del terrorismo islamista y los nuevos profetas asesinan a mayor gloria de los dioses. En Hispanoamérica hemos asistido a un corrimiento de tierras inimaginable. Al triunfo de Evo Morales en Bolivia o las presidencias de Lula y Dilma en Brasil. Los restos del viejo mundo proliferan todavía entre moscas, abandonados sus arúspices al menudeo de narcóticos, la compra/venta de voluntades, la protección de capos y otros oficios de mafioso vocacional o sobrevenido. Hablan de derechos sociales y en realidad ya sólo sirven como gorilas del hampón de turno, que hace negocio a su vera gracias a las pistolas con las que defienden sus laboratorios de cocaína. Florindo Eleuterio Flores Hala, alias Camarada Artemio, Jorge Quispe Palomino, alias Raúl, y Víctor Quispe Palomino, alias Camara José, los tres jefes de Sendero Luminoso, los dos últimos en busca y captura, perdieron la bula intelectual de quienes defendían el despanzurrar alegres ciudadanos en nombre del paraíso en la Tierra. El discurso populista, el discurso inhumano, el discurso del terror, el de los chicos listos que celebraban la muerte de un semejante porque aceleraba el cambio sociocultural, histórico-artístico, demográfico, bancario, educativo, bolerístico o deportivo yace al fin en los féretros de un museo de los horrores. La nueva América defiende sus derechos y enfrenta sus retos y deudas con la palabra, la reforma y el voto en el papel que antes, ay, le fue dado a la dinamita o el pulcro cementerio. Los escolares no recitarán mañana las virtudes del homicida ni confundirán a un pistolero y a un héroe.

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