Valeri Jarlámov, un torero sobre hielo

© RIA Novosti . Mijail Klimentyev / Acceder al contenido multimediaAbril 2013. El presidente ruso, Vladímir Putin, en el estreno de “Leyenda Nº17”
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Cuando en una reciente encuesta a los rusos les preguntaron sobre la película nacional más impactante del último lustro, la respuesta fue "Leyenda №17", la película biográfica sobre el mítico jugador de hockey sobre hielo Valeri Jarlámov.

Cuando en una reciente encuesta a los rusos les preguntaron sobre la película nacional más impactante del último lustro, la respuesta fue "Leyenda №17", la película biográfica sobre el mítico jugador de hockey sobre hielo Valeri Jarlámov.

El éxito del filme, sin duda, se debe a muchos factores, como la impecable labor del director y todo el elenco de los actores, pero el mérito principal lo tiene la figura de Jarlámov, cuya meteórica carrera al estrellato jamás repercutió en el carácter humilde del talentoso jugador de sangre rusa y española.

Hasta el estreno de la "Leyenda №17" pocos sabían que la madre de Jarlámov fue evacuada a la URSS durante la Guerra Civil junto a otros 3.000 niños españoles. Los padres del deportista se conocieron en la década de los 40, en unos bailes organizados para los empleados de la fábrica moscovita Kommunar, donde ambos trabajaban. El primogénito de la pareja, Valeri, futuro rey de “la corrida de hielo”, nació en 1948.

La película sobre Jarlámov comienza con una imagen taurina. En las primeras escenas el pequeño protagonista se lanza entre los toros durante las Fiestas de San Fermín en Pamplona para salvar a un perrito. Con el mismo coraje e ímpetu Jarlámov se volcaría al deporte, que no tardaría en catapultarlo a la fama mundial.

La carrera de Jarlámov en el hockey estuvo en entredicho cuando los médicos le diagnosticaron cardiopatía congénita y le vetaron el deporte activo. Fue entonces cuando el padre del muchacho tomó una de las decisiones más importantes de su vida, desafiando la prohibición e inscribiendo a su hijo en la cantera de uno de los principales equipos de hockey sobre hielo, sin mencionar el parte médico. El extraordinario talento del muchacho y su buena relación con entrenadores y compañeros hicieron el resto. Cuando el secreto de Jarlámov se supo, el joven ya era una promesa de hockey.

En la selección soviética Jarlámov se convirtió dos veces en campeón olímpico y ocho veces en campeón mundial. Con su equipo, el CSKA, ganó el campeonato de la URSS en más de 10 ocasiones.

Merece especial mención la tanda de partidos de la selección soviética y las estrellas de la NHL en la década de los 1970. Se trata de un acontecimiento insólito en el mundo de deporte de aquella época, pues para los canadienses, hasta entonces indiscutibles reyes del hielo, los soviéticos no eran más que aficionados.

En el primer partido, celebrado en Montreal en 1972, la URSS se impuso a los canadienses por 7 a 3, gracias en gran medida a la brillante actuación de Jarlámov, el mejor jugador de la “Máquina Roja”, como bautizaron entonces al equipo soviético en Norteamérica.

En total, los soviéticos ganaron tres partidos y los canadienses cuatro, pero de una forma que fue cuestionada por muchos expertos. Para parar a los rojos, los jugadores de la NHL se vieron obligados a disparar la violencia y una de las víctimas fue la estrella del equipos soviético, Jarlámov, de 24 años, a quien una lesión dejó fuera de juego.

Años más tarde, el famoso Bobby Clarke, líder indiscutible de la NHL, hizo la sorprendente confesión de lo mal que se sintió por haber dañado entonces a Jarlámov. “No había otra manera de pararlo”, explicó.

Septiembre de 1974 marcó otro hito en la carrera del deportista. Durante un partido con la selección de la Asociación Mundial de Hockey en Quebec, Jarlámov apuntó un gol que para siempre quedó grabado en las mentes de miles y miles de espectadores, que no dudaron en celebrarlo en pie y con una emotiva y larga ovación. La prensa canadiense escribió al día siguiente que el soviético había marcado “un gol para gourmets” y hasta  el equipo rival elogiaba al unísono la grandeza de Jarlámov. Esta y otras hazañas convirtieron le convirtieron en el único jugador de hockey de Europa cuyo retrato adorna el Museo de la Fama de Hockey en Toronto.

La vida de Jarlámov fue como un meteoro, brillante y fugaz. Su marcha triunfal por las pistas mundiales de hockey terminó abruptamente en verano de 1981, cuando el famoso jugador y su joven esposa se estrellaron en un accidente de tráfico.

“Valeri Jarlámov no veía su grandeza. Más bien, no quería verla. Hasta se negaba a poner la cinta del capitán para no diferenciarse de sus compañeros”, resumió el padre del hockey ruso, Anatoli Tarásov, que durante largos años fue el entrenador de la victoriosa selección roja.

 

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