El delfín: ni suicida, ni asesino

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El delfín puede matar de un trompazo a un tiburón y partir de un coletazo la columna vertebral a un hombre.

Delfines, perros y focas prestan servicio en la Armada y el Ejército de Tierra y forman parte del programa de modernización y rearme de las Fuerzas Armadas de Rusia.    

Según informa la prensa rusa, además de las asignaciones para nuevos submarinos atómicos, cazas de quinta generación y modernísimos misiles intercontinentales, el Ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, también ordenó la reapertura y creación de nuevos centros de preparación de perros, delfines y focas para misiones militares de defensa, ataque y lucha antiterrorista.

RIA Novosti ofrece el segundo de tres artículos dedicados a los animales que forman parte del as Fuerzas Armadas de Rusia.

El delfín, “objetor de conciencia”

Hoy en día Irán, la India, Israel y otros países no ocultan su interés por los delfines militares. EEUU desarrolla un amplio programa de entrenamiento de “delfines de guerra” y para este fin cuenta con siete bases especiales. Delfines norteamericanos participaron en la operación “Tormenta en el Desierto” contra Irak.

Los primeros en utilizar en la guerra a estos mamíferos marinos fueron los  EEUU en Vietnam, donde un grupo de delfines protegía a sus buzos en la base naval de Cam Ranh. Posteriormente, en 1991-2004, decenas de delfines y leones marinos participaron en las operaciones de la Armada estadounidense en el Golfo Pérsico donde, probablemente, aún están presentes.

El primer delfinario militar soviético comenzó a funcionar en 1967, en la bahía Kazáchya,  cerca de Sebastopol. A primera vista, parecía una piscina común y corriente para la presentación de espectáculos, pero los elementos que utilizaban los animales eran copias de minas y torpedos que los delfines aprendieron a descubrir bajo el agua. También eran adiestrados para patrullar el litoral y entrenados para desarmar a los “hombres rana” enemigos.

Lo que más sorprendió a los militares soviéticos fue habilidad de búsqueda de los delfines. Su capacidad de emitir y captar sonidos de alta frecuencia permite a los delfines hallar objetos ocultos en el fondo del mar, incluso sepultados bajo capas de barro. Además, incluso sin llegar a verlo, los delfines son capaces de determinar de qué objeto se trata.

En el acuario de Kazáchya, los delfines aprendieron a descubrir a saboteadores enemigos. Ya en 1975, destacamentos de combate integrados por animales e infantes de marina, patrullaban las aguas de Sebastopol.

En realidad, la vigilancia no es difícil para los delfines, que son capaces de detectar a un buzo a distancias de 1.500 metros, mientras que para cualquier buzo es imposible huir y menos aún enfrentarse a un delfín.

A pesar de su docilidad e interés que habitualmente muestra hacia el ser humano, el delfín es varias veces más fuerte que el hombre; de un trompazo en la cabeza puede matar a un tiburón y de un coletazo partir la columna vertebral a un hombre.

Así que al buzo descubierto solo le queda resignarse a que el delfín le arrebate la máscara y las aletas para obligarle a salir a la superficie y ser capturado por los guardacostas.

Otra sorpresa fue la total negativa del delfín a misiones homicidas.

Durante los experimentos se fijaban en la nariz del animal una aguja envenenada o jeringa con veneno y aire comprimido, con la que el animal debía rozar al enemigo. Mientras las focas y leones marinos cumplían la misión sin vacilar y sin mostrar interés alguno por la suerte de su víctima, los delfines, tras la segunda o ya a la primera experiencia, ya jamás volvían a cumplir la tarea.

Tampoco fue posible entrenar delfines para misiones suicidas, los animales intuían el riesgo y se negaban rotundamente. Otro fracaso fueron los intentos de implantarles electrodos en el cerebro u otros recursos para convertirlos en robots.

Los entrenamientos militares de delfines terminaron tras el desmoronamiento de la URSS en 1991. Durante las temporadas turísticas, el delfinario de Kazáchya ofrece espectáculos al público.

No obstante, en el año 2000 la prensa informó de la venta a Irán  de tres “delfines militares” y de una ballena beluga. Los funcionarios ucranianos explicaron que se trataba de algo “exclusivamente pacífico”.

Pocos meses después, aparecieron noticias de que Ucrania ha reanudado el adiestramiento de delfines con fines militares.

continuará...

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