La Cumbre del G-20 se centrará en temas de economía

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La cumbre del G-20 que se celebrará en San Petersburgo hoy día 5 y mañana 6 de septiembre despierta gran interés en todo el mundo. ¿Será abordado y de qué forma el asunto de Siria? Las posturas de los líderes de las veinte economías más potentes del mundo defieren y mucho.

La cumbre del G-20 que se celebrará en San Petersburgo hoy día 5 y mañana 6 de septiembre despierta gran interés en todo el mundo.
¿Será abordado y de qué forma el asunto de Siria? Las posturas de los líderes de las veinte economías más potentes del mundo defieren y mucho.

En realidad, Siria no está incluida en la agenda de este foro dedicado principalmente a la economía y a los modos de acabar con la crisis global. La celebración de la Cumbre no se puso en duda ni siquiera a causa de desacuerdos, guerras locales ni excolaboradores de servicios secretos en fuga. Porque el dinero o, mejor dicho las finanzas mundiales, se encuentran por encima de todo y es una cuestión que obliga a los líderes a sentarse a la mesa para negociar.

La presidencia rusa en el club de las economías con mayor potencial coincidió con el momento crucial de la crisis que se desencadenó en otoño de 2008. Antes el planteamiento era no hundirse como otros países, para lo cual había que comportarse con cautela y buscar fórmulas de compromiso: evitar devaluaciones de las monedas nacionales y no causar con ello estragos a otros países. Si la devaluación era inevitable, también había que actuar con sumo cuidado.

En estos momentos el planteamiento es distinto: hemos sobrevivido, pero el crecimiento económico de todos los miembros del G-20 se está ralentizando. Incluso China y la India, cuyo vertiginoso desarrollo sacó del precipicio de la crisis al resto del mundo, se ven afectadas. ¿Habrá maneras de superar esta recesión y empezar a crecer, volviendo a la normalidad?

Las decisiones que se toman en las Cumbres de los Veinte no son de obligatorio cumplimiento. Pero son muy importantes, dado que expertos y funcionarios trabajan de forma conjunta a lo largo de todo el año, explicando las intenciones de sus Estados y calculando las posibles consecuencias de la puesta en práctica de éstas. Los líderes, por su parte, sólo han de tener en cuenta las recomendaciones que se les formulan.

En vísperas de la cumbre de San Petersburgo, por ejemplo, ha quedado patente que había que aclarar la situación respecto el deseo de EEUU de ser el primer país en olvidar la crisis, dejando de comprar activos de empresas con dificultades y cesando las inyecciones de fondos en la economía.

Todos los países tienen soberanía, pero algunos la ejercen con demasiado ímpetu: EEUU hará oídos sordos a las recomendaciones de cualquier foro internacional, si la decisión ya está tomada. Y, si anuncian el cese de la estimulación económica, así será. Pero el mismo anuncio atrajo al país flujos financieros. Se espera que si Washington deja de emitir dólares en las cantidades actuales, subirán las cotizaciones del dólar y de muchas acciones.

¿Y de dónde provienen los flujos financieros? Entre otras fuentes, de los BRICS, protagonistas de la crisis global. Mientras tanto, los problemas no son pocos: China en vez del 12% de crecimiento ya registra un 7%, la India sufre una crisis de divisas… El efecto que estos factores tendrán en EEUU y los países europeos se abordara en la cumbre de San Petersburgo.

Rusia ha formulado, de acuerdo con la tradición, los temas clave de su presidencia. Se reducen a dos objetivos fundamentales: crear nuevos puestos de trabajo y propiciar el crecimiento de la economía. El pasado verano el Banco Mundial hizo públicos los resultados del pronóstico emitido por sus expertos: el índice de crecimiento de la economía mundial equivaldrá este año a un 2,2% en vez del 2,4% previsto.
Todo parece indicar que en el marco del foro se decidirá a qué conceder prioridad, a la mejora del clima inversor o al esfuerzo por no permitir que EEUU y Japón se adelanten al resto del mundo con su renuncia a las medidas anti crisis. O, posiblemente, a las dos cosas.

¿Y cómo influirá en los debates la situación en Siria? ¿Se abordará por los participantes en la cumbre? La verdad sea dicha, esta cuestión se dejara a un lado, pese a que muchos han bautizado esta edición del Foro como “cumbre siria”. Dado que es difícil formular una sola característica de los eventos de este tipo, se suele escoger el tema de mayor actualidad y hacerle la respectiva pregunta a algún participante de alto rango. Y una cumbre se convierte en la ‘cumbre siria’.

La economía se impone a la política, es un hecho. Por ejemplo, en otoño de 2008 Europa no podía ni oír hablar de George Bush hijo y entre Moscú y Washington reinaba la tirantez debido a la operación rusa en Georgia. Sin embargo, la amenaza del colapso de todo el sistema financiero internacional no tardó en sentar a los líderes mundiales en torno a una mesa, sin que se lo impidieran los desacuerdos entre los países.

Pocos saben que los G-20 no se crearon en 2008 sino en 1999, a raíz de la crisis financiera en Asia. Era evidente que no había que minar la estabilidad de las economías asiáticas, porque su derrumbe supondría problemas para todos. En aquellos años el foro se reunía a nivel ministerial. La idea era que el próspero occidente mantuviera un diálogo con las economías emergentes, para ahorrarse problemas. Merece la pena señalar que los miembros no son exactamente 20, sino 19 más la Unión Europea.

En 2008 el mundo se acordó del formato de G-20, que había sido un mecanismo eficiente. Sólo faltaba alcanzar un nuevo nivel. El equipo de dirigentes de Estados que reúnen juntos el 90% del PIB mundial y el 80% del volumen total del intercambio comercial representan el poder real.

Era evidente que el formato de los G-8 se había quedado obsoleto y ya no gobernaba el mundo porque el mundo había cambiado. Era impensable sin colosos como China, la India, Rusia ni sin Arabia Saudí o México.

Ya en 2009, en la tercera cumbre, los G-20 decidieron que aquel foro “sería aceptado por sus participantes como principal escenario para la cooperación económica internacional”. Es decir, nada de política, cuestiones éticas, valores, derecho internacional o guerras. Sólo negocios.
Pero, ¿y si en la cumbre de San Petersburgo alguien llega a tomar una decisión importante sobre la crisis en Siria? Significaría que los líderes del G-20 realmente mandan en nuestro mundo.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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