Comer menos para salvar el planeta

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Este año, el Día Mundial del Medio Ambiente se celebró, como siempre, el 5 de junio, aunque tuvo un lema bastante especial: "Piensa. Aliméntate. Ahorra. Reduce tu huella alimentaria".

Este año, el Día Mundial del Medio Ambiente se celebró, como siempre, el 5 de junio, aunque tuvo un lema bastante especial: "Piensa. Aliméntate. Ahorra. Reduce tu huella alimentaria".

Llamar a pensar si uno es capaz de comerse todo lo que tiene en el plato, o va a tener que tirar las sobras, parece una apuesta segura para conseguir de una vez que la gente tome conciencia de su responsabilidad ante el entorno natural. Porque los argumentos son el sobrepeso, que se ha vuelto casi un desastre nacional en los países desarrollados, y la cada vez más acusada subida del precio de los alimentos en todo el mundo.

Según la ONU, en países como EEUU y Reino Unido cerca del 30% de los alimentos se tiran a la basura sin siquiera darles un bocado, por expirar su plazo de caducidad. Son países en los que la producción de alimentos hace mucho tiempo que va muy por delante de la demanda.

Al mismo tiempo, una de cada siete personas en el mundo se acuesta con el estómago vacío, y 20.000 niños menores de cinco años mueren de hambre a diario. Para producir un litro de leche se gastan 1.000 litros de agua, y para una hamburguesa, 16.000 litros.

Sabiendo solo esto, realmente se le quitan a uno las ganas de comer. Pero aún hay más.

Según la ONU, si dejáramos de comer del todo, se ahorraría el 70% del agua dulce del planeta y el 80% de la vegetación, y el efecto invernadero, es decir el cambio climático, se disminuiría un 30%. Y es que los alimentos tirados a la basura se pudren emitiendo gases de efecto invernadero. Así que piense antes de alimentarse, y reduzcan su huella alimentaria, pide la ONU.

Mongolia ha sido elegida como modelo a seguir en cuanto a su ahorro alimentario, ya que allí se tiran menos alimentos que en otros países. Son numerosos los mongoles que aún mantienen el estilo de vida nómada y consumen alimentos tradicionales que no se estropean ni conservados fuera de la nevera. O al menos es lo que se sostiene desde la ONU, pidiendo que se rescaten recetas ancestrales a prueba del tiempo, como el pemmican o la pastirma, que posibilitaban la larga conservación de alimentos y permitían evitar atracones.

Lo cierto es que quien ha probado alguna vez el pemmican, un plato típico de los pueblos del Norte consistente en una masa homogénea de carne y tocino hervidos, o la pastirma, dará la razón a la ONU: es imposible pegarse un atracón con semejantes manjares.

Lemas para un día

El Día Mundial del Medio Ambiente fue una iniciativa de la 27ª Asamblea General de la ONU reunida en diciembre de 1972, que también constituyó un organismo especial encargado de coordinar su celebración, el llamado Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA o UNEP por sus siglas en inglés).

La voz "programa" en la denominación de la entidad podría inducir a una imagen equivocada de la misma. En realidad, estamos hablando de otra unidad burocrática de la ONU, con su propia plantilla de funcionarios y financiación. La sede de la UNEP se encuentra en la ciudad keniata de Nairobi, y también hay delegaciones por todo el mundo. Por ejemplo, en estos momentos el organismo está seleccionando personal capacitado para trabajar en su plantilla de París, Montreal y Copenhague.

La web de la UNEP no precisa de cuántos empleados exactamente dispone la entidad para seguir el cumplimiento de distintas convenciones, resoluciones y otras decisiones claves de la ONU en materia medioambiental. No obstante, tiene la obligación de publicar documentos fiscales, de los que se desprende que solo a través del para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y solo en el marco de seis proyectos de protección de la naturaleza, la UNEP controla flujos financieros de hasta $700.000 millones al año.

Pero todo esto es ahora. En cambio, en sus inicios la UNEP no tenía ni un duro, y los funcionarios del entonces nuevo organismo ni siquiera pudieron crear un lema para el primer Día Mundial del Medio Ambiente en 1973. Los Días temáticos arrancaron a partir de 1974.

En estos 40 años, desde la UNEP se han inventado lemas de lo más variopinto. Pero pese a los llamamientos a preservar la vegetación, el suelo, la jungla y los ríos, no destruir la capa de ozono con neveras viejas y no contaminar la atmósfera con gases de efecto invernadero, así como otros eslóganes, pese al apoyo legal más potente del mundo, como lo es el de la ONU, y las inversiones billonarias en la protección medioambiental, el estado de nuestro entorno natural seguía deteriorándose. Ahora, casi 40 años después, se ha concebido por fin una idea supranacional que parece capaz de sensibilizar a la mayoría de las personas del mundo, y no solamente a los que pasan hambre.

Un toque al corazón por el estómago

Hace tiempo que el sobrepeso es casi un desastre nacional para ciertos países. En EEUU, Barack y Michelle Obama se encargaron de lanzar una campaña nacional para luchar contra la obesidad infantil, un programa dotado con $10.000 millones.

Por otro lado, el índice mundial de precios de los alimentos se sitúa en los últimos años por encima de los 200 puntos, es decir que el precio de comestibles se duplica cada año respecto a los anteriores 12 meses. Aún sin conocer estos valores macroeconómicos, todos llevamos tiempo dándonos cuenta de que desayunar, comer y cenar se pone cada día más caro.

Es por eso que la llamada de la ONU a comer sin pasarse podría verse como la más clara, palpable y directa para la gente de todo el planeta en los 40 años del Día Mundial del Medio Ambiente.

Y puede que funcione. De ser así, supondría la prueba final de que al corazón humano se llega por el estómago.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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