El atentado de Londres es un desafío al Reino Unido

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Es difícil calificar como atentado terrorista el accidente que tuvo lugar en el barrio londinense de Woolwich, pese a que éste culminó con la muerte trágica de un hombre.

Es difícil calificar como atentado terrorista el accidente que tuvo lugar en el barrio londinense de Woolwich, pese a que éste culminó con la muerte trágica de un hombre.

Lee Rigby, efectivo del Segundo Batallón del Regimiento Real de Fusileros, salió a la calle en Londres vestido de forma llamativa. Según la información disponible, Rigby llevaba una camiseta con el nombre de una organización benéfica para veteranos de guerra, ‘Help for Heroes’ (Ayuda a los héroes), que recauda fondos para la rehabilitación de los militares heridos en Irak y Afganistán. A juzgar por todo, esto provocó el ataque de los extremistas provenientes de Nigeria, uno de los que ya era conocido como promotor del islam radical.

Es un desafío a todo el Estado británico, a sus valores. No por casualidad, aquel mismo día, grupos ultraderechistas que van contra los musulmanes empezaron a concentrarse en las calles de Londres.

Pero a diferencia de los ultraderechistas, las autoridades británicas actúan de manera menos segura. No es el único país europeo que experimenta problemas con los inmigrantes. La tragedia sucedida en Gran Bretaña coincidió con un incidente similar que tuvo lugar en Suecia.

El pasado 13 de mayo, los policías suecos mataron a un hombre de 69 años de edad, vecino del barrio de Husby de Estocolmo, que supuestamente les había amenazado con un machete. No se revela la nacionalidad del asesinado, pero la mayoría de los habitantes de este barrio son inmigrantes provenientes de Oriente Próximo y África del Norte.

El 19 de mayo, comenzaron a celebrarse acciones de protesta durante las que suecos jóvenes quemaban coches, oficinas públicas, incluidas escuelas. Los disturbios se propagaron a otros barrios. A día de hoy, los incendios y ataques continúan, aunque la policía de Estocolmo informa de manera regular sobre la reducción de la actividad de los manifestantes.

Los acontecimientos que se desarrollan en Suecia hacen recordar los disturbios de Los Ángeles de 1992, también conocidos como la revuelta de Rodney King, cuando un jurado compuesto casi completamente por blancos absolvió a los cuatro agentes de policía que apalearon al ciudadano afroamericano, Rodney King. Durante una semana, se quemaron unos 4.000 edificios en Los Ángeles, más de 50 personas murieron y más de 2.000 resultaron heridas. Se logró sofocar la rebelión introduciendo en la ciudad a más de 12.000 militares: efectivos de la Guardia Nacional e Infantería de Marina, así como casi 2.000 policías y agentes de los servicios de seguridad. Unos 12.000 manifestantes implicados en los disturbios fueron detenidos.

En otoño de 2005, las fuerzas de orden público de Francia tuvieron que hacer frente a disturbios callejeros en las afueras de París (Seine-Saint-Denis), algo que abrió paso al entonces ministro del Interior Nicolás Sarkozy hacia el Palacio del Elíseo.

Es decir, Occidente sabe cómo sofocar la oleada de disturbios multitudinarios. Lo único necesario es la voluntad para aplicar las respectivas medidas. Pero esta voluntad no siempre se manifiesta. Por ejemplo, la reacción de las autoridades de Gran Bretaña al asesinato de Lee Rigby parece poco adecuada. Ante todo, se prohibió a los militares británicos llevar uniforme en sitios públicos.

A principios de los noventa, en varias regiones de la ex URSS los comandantes de las unidades militares daban recomendaciones similares para reducir los casos de ataques contra los militares. Pero no se puede comparar la situación en las exrepúblicas soviéticas tras la desintegración de la URSS en 1991 y en la Gran Bretaña fuerte y respetable de hoy en día.

Además, el Consejo municipal de la ciudad de Radstock en Somerset, Inglaterra, tomó la decisión extraordinaria tras la historia con el ataque del islamista radical.

Gran Bretaña celebra cada 11 de noviembre el Día del Armisticio, conocido también como el Día de los Veteranos. En aquella fecha en 1918, se suscribió el Armisticio de Compiègne, que puso fin a la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Es el día en el que se rinde tributo a todos los fallecidos en aquella guerra.

El Consejo Municipal de la ciudad de Radstock decidió no izar la bandera de Inglaterra (la bandera de San Jorge, blanca con una cruz roja, usada en las Cruzadas), y sustituirla con la bandera moderna del país, para no recordar a los musulmanes sobre la época de las Cruzadas.

Es aún más difícil comentar esta decisión que la prohibición de llevar el uniforme militar en el territorio del país que los respectivos efectivos deben defender. Se trata ya de una grave enfermedad. Las autoridades de EEUU pudieron sofocar la revuelta de Rodney King, pero Gran Bretaña empieza a sacrificar sus símbolos nacionales para satisfacer los intereses de inmigrantes no asimilados.

Es difícil o incluso imposible explicarlo al público. Tras estos acontecimientos, uno puede escribir una obra titulada 'Gran Bretaña se suicida', siguiendo el ejemplo del político alemán, Thilo Sarrazin, que escribió 'Alemania se suprime a sí misma'.

El libro contaría honestamente sobre la decisión del país de renunciar a la identidad nacional que se formó durante siglos o posiblemente sobre la adquisición de una nueva identidad vinculada con los cambios en la estructura étnica de la nación y sus valores culturales y religiosos.

Pero es posible que el autor de este libro deba abandonar Gran Bretaña, en caso de herir algunos sentimientos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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