Rusia no logra el apoyo esperado en Eurovisión

© RIA Novosti . Valeriï Melnikov / Acceder al contenido multimediaDina Garípova en Eurovisión
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Tras la celebración de la final de Eurovisión quedó patente que Rusia debe su quinto lugar exclusivamente al talento de la joven cantante Dina Garípova.

Tras la celebración de la final de Eurovisión quedó patente que Rusia debe su quinto lugar exclusivamente al talento de la joven cantante Dina Garípova.

Los países amigos, que antes tradicionalmente votaban a favor de Rusia van desapareciendo. Así, por ejemplo, Azerbaiyán, que quedó en segundo lugar, no le concedió a Rusia ni un solo punto. Ni Ucrania ni Bielorrusia se sienten ya en la obligación de contribuir a las victorias rusas en el concurso musical. ¿Será acaso mera coincidencia?

Las canciones de la amistad

En Rusia se tiene por costumbre insistir en que Eurovisión no es sino una serie de manipulaciones con ingredientes políticos. La seguridad suele ser absoluta, qué pena que no se pueda aprovechar el mismo argumento para explicar los constantes fracasos rusos en los campeonatos de fútbol.

Sin embargo, todo parece indicar que algo de motivación política está presente. Los espectadores imparciales, que han aprendido a disfrutar de la votación independientemente de la actuación del cantante, se darán de ello perfecta cuenta.

“Era de esperar", se frustran los presentadores rusos año tras año: "¿A quién votarán los estonios sino a los finlandeses?” Y es la pura verdad, porque los chipriotas suelen apoyar a los griegos pase lo que pase, los moldavos, a los rumanos; y los escandinavos a sus vecinos. La imparcialidad era el privilegio de los franceses, los alemanes y los británicos. Daba la sensación de que no se tomaban demasiado en serio su extravagante postura.

Durante estas votaciones a favor de los vecinos y los “suyos” ha habido historias curiosas. A veces se votaba en contra de todos los principios y los turcos apoyaban a los armenios y los griegos, los griegos a los albaneses (que no les son nada simpáticos) y los albaneses a veces puntuaban a los serbios. Es decir, pese a las guerras los vecinos lo seguirán siendo siempre.

Nos sentíamos doloridos a causa de la solidaridad entre Finlandia y Estonia, pero tampoco nos podíamos quejar. Porque incluso tras la desintegración de la URSS seguíamos contando con el apoyo de las antiguas repúblicas soviéticas, incluidos los fríos y distantes países Bálticos.

Además, estaban los países de Europa del Este, sobre todo, los de los Balcanes. Y también Israel. La votación de Eurovisión ponía de manifiesto las simpatías, incluso las ilusorias, y no se sabía qué importaba más, estas muestras de amistad o los puntos que aportaban al resultado final. Esta vez algo ha cambiado imperceptiblemente.

Hace un año, Ucrania le concedió a Rusia 10 puntos y los rusos, solamente 4. Hace dos años Bielorrusia otorgó al representante ruso la máxima puntuación, 12, mientras que ahora se limitó a los 8. Los serbios, los georgianos y los armenios no han mostrado demasiado cambio de actitud. Pero la actitud de Azerbaiyán, al que Rusia le dio 12 puntos, dejó a todos atónitos, porque el favor no fue devuelto. Y Moldavia desde hace tiempo ha dejado de añadir puntos a la cuenta rusa, decantándose por Rumanía.

Las coincidencias podrían ser mera casualidad si no llamaran tanto la atención. La decisión de Bakú resalta el interés político de Moscú, que no encuentra respuesta alguna. Se ha dicho en numerosas ocasiones que Eurovisión es una de las modalidades de la geopolítica y que no se vota al arte, sino a la geografía. No es ningún concurso de música pop sino un detector de mentiras. Decenas de miles de mensajes cortos enviados a favor o en contra representan los datos sociológicos más imparciales.

Eurovisión no cambia, y todos siguen votando a los “suyos”, son éstos los que sufren modificaciones. Los sociólogos bielorrusos han avisado en más de una ocasión que el frágil equilibrio entre los partidarios de la alianza con Rusia y los de la integración europea se acabará rompiendo, imponiéndose las tendencias europeas. Armenia también está buscando argumentos que le permitan evitar la integración en la Unión Aduanera con exmiembros de la URSS. A Rusia le dieron un punto menos que hace dos años.

Inesperadamente, Letonia y Estonia han concedido a Rusia las puntuaciones máximas. La presentadora, que no cabía en sí de gozo, se acordó enseguida de los antiguos vínculos amistosos. Los hay sin duda, porque cerca del 30% de la población de ambos países es rusoparlante. En Lituania hay mucho menos, de modo que no figura entre los amigos musicales. Parece que en el “mapa de las simpatías” se operaron algunos cambios.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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