‘El Principito’ como revelación de verdades absolutas

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‘El Principito’ cumple 70 años. Fue presentado al mundo en un libro editado el 6 de abril de 1943 y vivió mucho más que su creador, Antoine de Saint-Exupéry, fallecido a los 44 años en aguas del mar Mediterráneo mientras realizaba un vuelo de reconocimiento.

‘El Principito’ cumple 70 años. Fue presentado al mundo en un libro editado el 6 de abril de 1943 y vivió mucho más que su creador, Antoine de Saint-Exupéry, fallecido a los 44 años en aguas del mar Mediterráneo mientras realizaba un vuelo de reconocimiento.

Nunca han llegado ni llegarán a saberse los detalles de su muerte, pero este misterio es incomparablemente menos importante que el del nacimiento de 'El Principito'. ¿Cómo lo habrá conseguido es escritor? ¿Por qué esta obra es tan admirada en Rusia, más que en cualquier otro  lugar?

El misterio de crear una obra maestra

Verdad es que sería una insolencia intentar averiguar cómo surgen las obras maestras. Y, de haber una respuesta a esta pregunta, las joyas de la cultura universal dejarían de existir: las explicaciones matarían el milagro.

Pero no existe ninguna respuesta, pese a que las circunstancias en las que nació 'El Principito' son muy conocidas y la vida del propio Saint-Exupéry y sus novelas, muy estudiadas.

Es difícil encontrar a gente que no se haya leído este cuento. Sus frases han llegado a convertirse en célebres citas, por ejemplo: “Es una cuestión de disciplina (...)  cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta”. O esta otra “Somos responsables de quienes hemos domesticado”. O la de “Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas”…

Pero volvamos a la historia de la creación de ‘El Principito’. El 29 de diciembre de 1935, Antoine de Saint-Exupéry, famoso aviador y no menos famoso escritor, junto con su navegador, intentaron viajar en su avión particular desde París hasta Saigón. Tuvieron que realizar un aterrizaje forzoso en la parte de Libia del desierto del Sáhara. Fueron rescatados cinco días más tarde y fue en estos cinco días cuando se escribió el libro.

Pero el escritor guardó el secreto y sólo puso la historia sobre papel un año antes de su muerte.

Seguramente trabajó con mucha rapidez, dado que el libro ya existía en su mente. Y los dibujos también, porque se conoce que desde que se salvó de la muerte bajo un sol abrasador adquirió la costumbre de dibujar la pequeña figura con una larga capa en cualquier papel que tuviera a mano.

Ah, y no dejó de repetir que adoraba el desierto.

El secreto del éxito

Ni la forma expresiva ni el género de ‘El Principito’ parecen tener nada especial y recuerdan bastante las obras moralizadoras de la literatura francesa del siglo XVIII. Y en teoría tales novelas del autor como ‘Vuelo nocturno’ o ‘Tierra de hombres’ deberían considerarse unas creaciones más que valiosas. Pero el arte va más allá de una mera recopilación de datos y evaluaciones objetivas, es algo estrechamente vinculado a lo sentimental. También ocurre con Robert Louis Stevenson, a quien le pertenece el indudable mérito de haber creado ‘Secuestrado’ y ‘Catriona’. Sin embargo, la breve obra ‘La flecha negra’ por alguna inexplicable razón llega hasta lo más hondo del alma. Contiene alguna música especial…

Escuchemos la música de Saint-Exupéry: no tenía hijos y en aquellos terribles días en el desierto hablaba consigo mism de cuando era un niño. Lo más importante es qué nombre se concedía y, por lo tanto, cómo se sentía. No era un príncipe, tan sólo un tercer hijo de un vizconde, de esos que casi nunca heredan el título familiar.

Cualquiera puede actuar como si fuera un aristócrata, pero a una persona de la alta cuna se le da mejor. Y no es cuestión de dinero, porque Saint-Exupéry a la edad de los cuatro años perdió a su padre y el castillo donde residía y siempre se ganó la vida por su cuenta. Lo importante era que su madre lo veía como un príncipe y lo llamaba “mi pequeño rey”.

¿De qué estaría hablando consigo mismo ante una muerte que parecía inevitable? Principalmente de que la verdadera esencia de uno se revela en su infancia, de para qué un hombre necesita a una mujer y a un amigo. Otros protagonistas de la historia nunca han dejado de desempeñar un papel secundario, incluso si alguien opina que por los baobabs se refería a los nazis o todo aquello que nos estropea la vida.

Aquello que le parecía lo principal le salió de forma maravillosa, este algo verdadero que se deja sentir por cualquier lector por encima de todo razonamiento. Apenas habrá en el mundo otro cuento o novela por el que se haya pagado el mismo precio. El público puede no saberlo, pero lo sentirá inevitablemente. Es como la música de Julio Iglesias, cuyas canciones a veces son interpretadas por otros cantantes.

Pero nadie las puede interpretar de la misma forma, porque empezó a cantar ingresado en el hospital con una fractura de la espina dorsal y una parálisis parcial. No sabía si volvería a caminar. Y su dolor vuelve a él a lo largo de su vida y aún más bello le parece cada instante. Por eso en su voz hay algo que se les escapa a otros cantantes. Ahora parecemos saberlo todo, menos una cosa, cómo se plasmo la historia sobre el papel. Sin lugar a dudas, el propio autor quedó sorprendido de las verdades que emanaban de las líneas escritas…

Larga vida de ‘El Principito’

Saint-Exupéry no podría saber que su libro tendría un futuro tan grandioso en la Unión Soviética, porque en ninguna parte es tan querido como en nuestro país. Apareció en una época muy especial, en 1958, cuando en el aire se respiraba la expectación de algo muy importante, de un gran acontecimiento que se avecinaba.

El país todavía adoraba a los comisarios, creía en la igualdad y en la hermandad y consideraba a los trabajadores la clase social más importante. Y sin embargo, tenía sus príncipes, aquellos que querían sentirse como tales. Fue una revelación, una enorme sorpresa provocada, en primer lugar, por el título del cuento. ¿Un príncipe, en la URSS?

Por supuesto, a favor de Saint-Exupéry jugó su reputación de piloto que había luchado con valentía contra la Alemania nazi, dejando la vida en el intento. La obra fue traducida por la insuperable Nora Gal, una traductora brillante que había concedido a los lectores soviéticos la posibilidad de conocer las obras maestras de famosos escritores extranjeros.

En la URSS empezó una gran época: los románticos y felices años sesenta cedieron el paso a los intelectuales setenta y a los alocados ochenta. Sus chispas han llegado incluso a nuestros días y todavía podemos disfrutar de la presencia de los escritores, poetas, directores y músicos que empezaron en los 60… Porque la época podría haber sido muy distinta sin aquel grado supremo de locura, bondad, ironía e inteligencia… Partieron de la sorprendente obra sobre un hombrecillo que era al mismo tiempo un príncipe.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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