El último secreto de Boris Berezovski fue su muerte

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Trabajé para el oligarca ruso Boris Berezovski durante varios años, cuando el periódico Nezavisimaya gazeta formaba parte del llamado 'holding' mediático de Berezovski.

Trabajé para el oligarca ruso Boris Berezovski durante varios años, cuando el periódico Nezavisimaya gazeta formaba parte del llamado 'holding' mediático de Berezovski.

Nunca me lo encontré allí ni oí que Berezovski, que era propietario o ‘accionista’ del periódico, tuviese preferencias respecto a la publicación de materiales dedicados a asuntos internacionales, de los que me ocupaba yo en el diario.

No hubo ninguna indicación al respecto durante todo aquel tiempo. Lo mismo decían los demás periodistas que trabajaban, por ejemplo, en una cadena de televisión donde los que no sabían el estado real de las cosas adivinaban ‘la mano de Berezovski’ casi en cada plano. Quizás los asuntos internacionales no interesen a todos, pero cuando pregunté a mis colegas si alguna u otra información sobre asuntos internos de Rusia había sido publicada por iniciativa de Berezovski, como solían creer todos los moscovitas, resultó que no era el caso.

A juzgar por todo, el ‘inversor’ se acordaba de su periódico una vez cada tres meses sólo para ‘desenmascarar’ a un competidor suyo de los círculos políticos o del mundo de los negocios. Se pensaba que Berezovski dictaba cada palabra en un imperio mediático que le pertenecía, que ejercía una influencia enorme, determinaba la orientación, etc. Pero no era así.

En esta situación, surge una pregunta inevitable: si Berezovski de verdad era el propietario de este imperio. En su mayoría, se trataba de empresas u organismos vinculados de una u otra manera con Berezovski. Estas empresas y organismos participaban en el trabajo de los medios de información. Se trataba de los amigos, socios comerciales, clientes de Berezovski.

No hay problemas si uno quiere recibir la información sobre el paquete de acciones que pertenece al magnate mediático Rupert Murdoch y sobre el control que ejerce éste sobre su imperio mediático, así como sobre los beneficios que obtiene y pérdidas que sufre. Mientras, me parece que la incertidumbre relacionada con el capital de Berezovski es lo principal en su carrera.

Hace poco, la fortuna de Berezovski se estimaba en 1.300 millones de dólares, pero no se explicaba cómo el oligarca ruso logró hacerla y cuál era la parte real que pertenecía a Berezovski de todo este dinero vinculado en el medio informativo relacionado con su nombre. ¿Cómo ha conseguido obtener este dinero? ¿Actuaba como agente en transacciones? ¿O quizás, las habladurías sobre su dinero no hayan tenido nada que ver con la realidad?

En otoño pasado aparecieron estimaciones más o menos concretas sobre la fortuna ilusoria de Boris Berezovski. Resulta que utilizaba préstamos para comprar sus bienes inmuebles, la colección de coches, etc. ¿Tenía en realidad mucho dinero o sólo eran rumores? ¿Es posible que Berezovski siempre haya vivido así, rodeado de dinero que no le pertenecía, aunque podía usarlo?

Berezovski era un hombre inteligente. En 1991, fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de Rusia por sus trabajos en teoría matemática. Los matemáticos suelen ser buenos financieros, pero el talento de Berezovski en el ámbito de la creación de una imagen especial de ‘gobernante opaco’ de Rusia o incluso de mandatario a escala global no tienen nada que ver con matemáticas.

En 1996, cuando Berezovski era un empresario que ya ejercía una influencia en el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, la revista Forbes publicó un artículo en el que comparó al oligarca ruso con los representantes de la mafia siciliana. No me sorprendería que el propio Berezovski pidiera a los periodistas de esta revista que escribiesen esto, o declarar que en aquella época en Rusia el número de asesinatos fue más alto que en Nueva York y que Berezovski pudo aprovecharse de varios de estos asesinatos.

Para lograr el éxito, uno tenía que parecer mucho más importante de o que era en realidad. Escuché en reiteradas ocasiones a los que ocupaban altos cargos durante la presidencia de Boris Yeltsin decir que Berezovski, de hecho, no ejercía mucha influencia. Pero hizo todo lo posible para que todos pensasen que sin él no se podía elegir a ningún presidente, por no hablar de los ministros. ¿Para qué fue necesario todo eso? Al menos, para crear un flujo de personas y dinero en su sala de visitas. En este caso, se puede ganar algo sin invertir nada.

Lo mismo se puede decir sobre el sector de los negocios. ¿Qué tipo de propiedad existe cuando los propietarios reales no coinciden con los indicados en los documentos? Cuando en agosto de 2012 la justicia británica desestimó la demanda de Berezovski contra su compatriota, el multimillonario Román Abramóvich, a quien Berezovski exigía una compensación de 5.500 millones de dólares, quedó claro cómo pueden ser los  resultados si uno se considera propietario de periódicos o buques, mientras que en los documentos están indicados los nombres de los terceros. Si es así, ¿por qué tenemos que considerar que Berezovski fue el propietario real?

En los noventa en Rusia había muchas personas cuya influencia venía determinada por su reputación. Berezovski fue una de las figuras más conocidas. Se pueden encontrar casos similares en las crónicas de muchos países y pueblos, la Rusia a principios del siglo XX, la Francia a mediados del siglo XVIII… En la época antigua, estas personalidades preferían que les consideraran como magos o profetas, que eran muchos en los noventa en Rusia. Mientras, Berezovski prefirió crear otras ilusiones en vez de la imagen de mago. No hay lugar a dudas que logró hacer mucho en esta dirección, pero su reputación era más importante que sus acciones reales.

La vida de Berezovski en Londres demostró que incluso un matemático genial no puede hacer lo imposible. En la primavera de 2001, los periodistas que trabajábamos en el periódico Nezavisimaya gazeta llegamos a saber que Berezovski quería convertir al periódico en herramienta de la oposición. Y ¿qué consiguió? Nada si recordamos que antes de la primavera de 2001, muchas personas serias comenzaban el día leyendo este periódico.

Todos saben que durante los últimos 12 años, Boris Berezovski fue una figura central en cualquier actividad opositora contra Moscú. Berezovski supuestamente era el principal instigador de la guerra en Chechenia. La llegada al poder del presidente georgiano Mijail Saakashvili se debió presuntamente también al oligarca ruso. Y la alta tasa de mortalidad entre las personas del círculo de Berezovski no sólo en Moscú sino también en Londres (por ejemplo el exoficial del Servicio Federal de Seguridad de Rusia, Alexandr Litvinenko, muerto en Londres en 2006) es un hecho indiscutible.

¿Fue Berezovski de verdad una figura central en este asunto? ¿O podemos imaginar que en Londres ocurría lo mismo que en Moscú, cuando en torno a Berezovski se suscitaba una actividad acompañada con un flujo de dinero? En este caso, se podía apropiarse de una parte de este dinero.

Pero cuando este método dejó de funcionar, el último secreto de Berezovski fue su muerte. ¿Decidió el magnate ruso suicidarse porque tenía muchas deudas o falleció de muerte natural? Esto último es algo que bien puede suceder cuando uno tiene 67 años.

Es una lástima que no podamos observar el último acto de este drama: el regreso de Berezovski a Rusia. Se ha hecho público que el oligarca remitió una carta al presidente ruso Vladimir Putin en la que reconocía haber cometido muchos errores… Ya el año pasado, este hombre fuera de lo común se dirigió a todos a través de Facebook, diciendo que había sido codicioso y que cometió errores, incluida la violación del derecho a la libertad de expresión. Y prometió corregirlos, incluido el "error" de la llegada al poder de Vladimir Putin, de la cual presuntamente era culpable. Quería derrocarlo.
Parece que trataba de hacer algo en esta dirección, pero los resultados de 2012 son conocidos. Así las cosas, Berezovski no tenía otro remedio que escribir una carta a Putin. Y en todo caso, Berezovski pidió perdón a todos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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