En Rusia es imposible un golpe de Estado

© RIA Novosti . Andrei Stenin / Acceder al contenido multimediaVladimir Kvachkov
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Dos militares rusos de alto rango están siendo juzgados actualmente por el intento de organizar un golpe de Estado.

Dos militares rusos de alto rango están siendo juzgados actualmente por el intento de organizar un golpe de Estado.

Sin embargo, poca gente en el país cree que un levantamiento militar pudiera ocurrir en un futuro próximo. “No existen motivos para una tontería tan grande como un golpe de Estado en Rusia”, asegura el experto en temas militares y editor de la revista Defensa nacional, Igor Korotchenko.

El presidente Putin, una persona parca en palabras, adjudicó pisos a decenas de miles de militares que, además, vieron subir sus sueldos en los años de su gobierno. De modo que goza entre ellos de una cierta popularidad y es un factor difícil de superar para un hipotético organizador de un golpe de estado.

Vladimir Kvachkov, coronel de 64 años, retirado de los servicios secretos de Rusia y una figura muy popular en los círculos nacionalistas, está siendo sometido a juicio. Se le acusa de haber formado un grupo de militares, a quien armó con ballestas, y haberles entrenado para atacar la división acorazada estacionada en la ciudad de Kovróv, a unos 270 kilómetros de Moscú.

Se asegura que el objetivo era derrocar el actual Gobierno del país.

Hace dos años, fueron levantados los cargos contra Kvachkov por la organización de un atentado contra la vida de Anatoli Chubais, promotor de las reformas liberales en el país que dejaron en los turbios años noventa del siglo pasado millones de habitantes de Rusia al borde de la miseria.

Al día siguiente de que se dictara la sentencia favorable, el Tribunal de Moscú autorizó su detención por los cargos de organización de un motín y terrorismo. La condena prevista por este tipo de delitos podría ascender a unos 20 años en la prisión. El coronel, por su parte, niega todos los cargos contra él presentados.

El año pasado, en Ekaterimburgo (región de los Urales) fue arrestado Leonid Jabárov, de 65 años de edad, veterano de la guerra en Afganistán y coronel retirado. El Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en ruso) le acusó de haber estado planeando una rebelión armada. A Jabárov y a sus presuntos cómplices se les incriminó el haber planeado irrumpir en las oficinas locales del FSB, del Ministerio del Interior y del Ministerio de Situaciones de Emergencia, asesinar a los altos cargos y accionar artefactos explosivos en varias estaciones eléctricas, para que los cortes de electricidad en la ciudad provocaran el descontento y la posterior sublevación de los militares. Se sospechó de Jabárov como líder la célula local del frente creado por Kvachkov.

Jabárov niega todos los cargos contra él presentados. Contra él se celebra un proceso judicial en el Tribunal de Ekaterimburgo. Si se le declara culpable, podría enfrentarse a una condena de más de 20 años de privación de libertad.

En caso en reconocerse como ciertos los cargos presentados contra ambos militares, es muy improbable que un golpe de Estado, sea con ballestas o a través de apagones, tenga un futuro en Rusia.

Historial de golpes de Estado fallidos


Los militares rusos y sus antecesores tienen una amplia experiencia en rebeliones armadas, empezando por el fallido intento de 1825, organizado por los llamados decembristas. Casi un siglo más tarde, gran parte del ejército marcado profundamente por los horrores de la Primera Guerra Mundial, sucumbió a la propaganda bolchevique y apoyó la Revolución de 1917 que acabó con el régimen zarista.

En las siguientes décadas Josif Stalin llevó a cabo despiadadas purgas entre los altos mandos militares, de acuerdo con ciertos historiadores, precisamente porque tenía miedo de un golpe de Estado. En los años de la Segunda Guerra Mundial miles de soldados rusos optaron por cambiar de bando y combatir contra el Ejército Rojo junto con las tropas nazis.

En 1991, los partidarios de la línea más dura del Partido Comunista buscaron sin éxito apoyarse en el Ejército en su intento de desplazar al reformador Mijaíl Gorbachov.

Dos años más tarde, los militares rusos ayudaron a Borís Yeltsin a aplastar el intento de la rebelión emprendido por el Parlamento, que se encontraba en la oposición al presidente. El triunfo se cobró caro y hubo decenas de ciudadanos muertos en las calles de la capital rusa.

A lo largo de los años 90 y los 2000, algunas figuras no demasiado exitosas en la realización de sus anhelos políticos, sobre todo las pertenecientes a los campos nacionalista y comunista, estuvieron alertando de la fantasmal amenaza de un golpe de Estado a punto de llevarse a cabo por los militares descontentos con su situación. Sin embargo, y a pesar de las lamentables condiciones de vida que acabaron soportando incluso los veteranos de las dos guerras chechenas, nunca se ha informado de que alguna unidad se sublevara o desobedeciera las órdenes de sus comandantes.

En cuanto Vladimir Putin empezó a destinar fondos a las Fuerzas Armadas, el tema dejó de mencionarse casi por completo.

“La mayoría de los oficiales apoya a Putin, es una gran autoridad para ellos”, subrayó Igor Korotchenko.

No son del todo leales

Sin embargo, esto es verdad solo a medias: los analistas del Instituto de Investigación de la Globalización y los Movimientos Sociales han publicado recientemente un informe, en el cual se habla de la existencia en Rusia de algunas condiciones capaces de propiciar un exitoso golpe de Estado. De acuerdo con sus pronósticos, si en el país se llega a llevar a cabo una revuelta militar, será iniciada desde abajo, sin que participen los generales, pero sí los militares retirados.

“Entre los militares hay un gran número de partidarios de las fuerzas de izquierdas y muchos votan al Partido Comunista. No muestran demasiada lealtad al Gobierno”, explica Iván Schógolev, un experto en temas militares. Pero todavía no protestan abiertamente”, afirma.

Otro investigador del ya mencionado instituto, Vasili Koltashov, escribió al respecto que “a pesar de que los militares suelen ser representados como pro nacionalistas, no son muy felices con la actual política económica y social del Gobierno”. Lo evidencian los resultados del estudio que se basa en el análisis comparativo entre Rusia y Portugal, España, Grecia y algunos países de América latina, explicó Schógolev.

Recientemente, miles de soldados vestidos de paisano atravesaron en una marcha la capital portuguesa, protestando contra la austeridad del presupuesto nacional para el año que viene. En Rusia nunca ha habido protestas de militares de semejante envergadura.

Rusia es una potencia nuclear y los servicios secretos se encargan de mantener las instalaciones estratégicas libres de todo peligro. De modo que, incluso si el descontento entre los militares empieza a subir de grado, el Servicio Federal de Seguridad, sin lugar a dudas, reaccionará antes de que alcance el punto de ebullición, opinan los expertos.

Por lo tanto, las autoridades no tienen ningún miedo ante un hipotético golpe de Estado, confiando en que los servicios secretos sean capaces de contener este tipo de actividades, indica Iván Schógolev.

Además, la sustitución del impopular ministro de Defensa, Anatoli Serdiukov, por el antiguo ministro de Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigu, traerá una mayor calma al Ejército. Serdiukov fue forzado a dimitir de su cargo el pasado 6 de noviembre después de que se iniciara la investigación sobre numerosos casos de maquinaciones supuestamente ilegales con las propiedades del Ministerio de Defensa por un monto total de más de 95 millones de dólares.

El exdiputado de la Duma de Estado (Cámara Baja del Parlamento ruso), Gennadi Gudkov, en su momento, oficial del KGB, señaló que en un futuro inmediato los militares no se unirán a las protestas. Pero el potencial sí que existe, precisó, y más adelante se podría tomar cualquier tipo de decisión.

“Putin sigue siendo Putin. ¿Pero por qué habrán los militares de aguantar a los funcionarios corruptos?”, dijo Gudkov en forma de pregunta retórica en una entrevista, comentando el escándalo que estalló en torno al Ministerio de Defensa. “Los militares no querrán soportar esta situación eternamente”, añadió.

Iván Schógolev, por su parte, señaló que “un golpe de Estado podría ser posible, pero no en estos momentos”, dado que requeriría un descontento más intenso con la actuación del Gobierno.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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