Un tribunal de L'Aquila condenó a seis años de cárcel a siete sismólogos por haber subestimado el riesgo del terremoto en esta ciudad italiana en 2009.
A raíz de un terremoto que sacudió el 6 de abril de 2009 la ciudad de L'Aquila, 308 personas murieron, 1.500 resultaron heridas y otras 30.000 quedaron sin techo.
La comunidad científica internacional, en una carta abierta dirigida al presidente de Italia, pidió frenar la represión judicial ejercida sobre la ciencia.
Según un sismólogo ruso que actuó como testigo de cargo en el proceso que tuvo lugar en L'Aquila, sus colegas italianos no fueron procesados como científicos sino como miembros de una comisión administrativa, unos profesionales encargados de minimizar riesgos de un posible sismo que al fin y al cabo incurrieron en una negligencia.
El fantasma de la hoguera en la que fue quemado Giordano Bruno
“Ni siquiera ahora entiendo de lo que me acusan”, dijo el sismólogo Enzo Boschi después de la lectura del veredicto.
“Estoy seguro de que no soy culpable ni ante Dios ni ante la gente”, declaró su colega Bernardo De Bernardinis.
“En el mundo no hay métodos que hagan posible predecir al 100% un sismo a corto plazo, por eso es inmoral juzgar a los científicos por un pronóstico erróneo. Es el retorno a la Edad Media, al proceso contra Giordano Bruno”, dijo Oleg Starovoit, director adjunto del Servicio Geofísico de la Academia de Ciencias de Rusia encargada de realizar monitoreo sísmico en Rusia.
“Tomando en consideración la condena dictada en Italia a siete sismólogos por un pronóstico erróneo del terremoto en L'Aquila en 2009, en Rusia también se podría llevar a cabo una campaña para juzgar a los científicos y empleados del Ministerio ruso de Situaciones de Emergencia por dar “alarmas falsas”.
Afortunadamente, en Rusia la situación no ha llegado hasta el absurdo… En caso de que se siga el ejemplo de Italia, muchos científicos renunciarán a continuar sus investigaciones en este ámbito para no hacerse responsables por varios errores.
Esto quiere decir que el problema de previsiones sísmicas puede quedarse sin solución durante muchas décadas”, escribió el director adjunto del Instituto ruso de Física de la Tierra, Yevgueni Rogozhin, en una carta oficial del instituto en respuesta a la pregunta del analista de RIA Novosti sobre la posibilidad de un proceso similar en Rusia.
Víctimas del servicio estatal
Vladímir Kosobókov, experto del Instituto de Teoría de Predicción de Terremotos y Geofísica Matemática, un organismo subordinado a la Academia de Ciencias de Rusia, actuó como testigo de cargo en el proceso en L'Aquila.
Fue invitado como experto independiente en materia de riesgos sísmicos por la abogada Wania della Vigna que representaba los intereses de familias de los estudiantes que murieron bajo los escombros de la residencia estudiantil en L'Aquila.
Kosobókov explica que los ciudadanos de Italia, donde los terremotos se producen con frecuencia, están acostumbrados a vivir bajo una amenaza continua de un terremoto y reaccionan en caso de que el riesgo aumente.
Si se publican pronósticos desfavorables, las personas abandonan sus casas y pasan la noche en lugares más seguros como por ejemplo en sus coches. Por eso la población local no considera que la subestimación del riesgo sísmico sea solo un error académico sino que lo califica de un serio crimen.
“Cerca de L'Aquila se ubica el Laboratorio Nacional de Gran Sasso del Instituto de Investigación Nuclear, donde los físicos analizan la emisión de neutrinos. Uno de los expertos del laboratorio, Giampaolo Gioacchino Giuliani, registró emisiones de gas radioactivo radón en la esta región, unos datos que predecían la llegada de un fuerte terremoto”, explicó el experto.
“Giuliani lo comunicó a la oficina local de Protección Civil y sin recibir respuesta empezó a informar a la población sobre un alto riesgo”, dijo Kosobókov.
Vladímir Kosobókov fue sorprendido por la conclusión de la comisión encabezada por Franco Barberi y Enzo Boschi. Incluso quería llamar a Boschi.
“Barberi fue redactor del informe nacional que hizo constar la vulnerabilidad de L'Aquila desde el punto de vista sísmico. Mientras, Boschi declaraba en sus obras publicadas desde los mediados de los noventa que un fuerte terremoto puede producirse cerca de L'Aquila durante las próximas décadas y que esta zona es la más peligrosa en Italia”, señaló Kosobókov.
Según él, los sismólogos con tanta experiencia podrían haber entendido que el riesgo sísmico había aumentado. El experto no sabe por qué esto no fue así.
“La condena (dictada a los científicos) no tiene precedentes. No hubo casos así en ningún país del mundo. Pero sería exagerado compararla con el proceso contra Giordano Bruno. No se juzgó a los científicos sino a los miembros de la comisión administrativa creada por el Estado italiano para minimizar riesgos de un posible sismo”, insistió Kosobókov.
Error judicial
El jefe de Protección Civil en Italia, Guido Bertolaso, reconoció durante el proceso su responsabilidad en el hecho de que la conclusión de la comisión hubiese sido demasiado tranquila. Se decidió que su caso debía investigarse aparte. Si hay sólidos argumentos a favor de que sea culpable comparecerá ante el juzgado.
Según Oleg Starovoit, en Rusia no hay un organismo idéntico a la comisión italiana cuyos miembros fueron condenados a prisión. Una comisión de expertos para predicciones está subordinada a la Academia de Ciencias de Rusia y al Ministerio ruso de Situaciones de Emergencia. Pero si esta comisión pronostica una amenaza sísmica en una zona concreta, siempre enfatiza su probabilidad. Por eso sería difícil presentar acusaciones jurídicas contra este organismo en caso de que sus predicciones no se hagan realidad.
“No creo que un científico digno de este nombre se atreva a predecir con certeza un terremoto”, dijo Oleg Starovoit.
Mientras, según el Servicio Geofísico de la Academia de Ciencias de Rusia, en Rusia se registran anualmente unos 450 sismos de magnitud superior a cuatro grados en la escala de Richter. En 2011, siete terremotos de magnitud de más de seis grados -como el que se produjo en 2009 en L'Aquila- sacudieron Rusia.
El terremoto más devastador fue registrado el año pasado en las cercanías del poblado de Skovorodino, provincia de Amur. No hubo víctimas allí debido a una baja densidad de población en el respectivo territorio. Pero los sismos que se producen en Rusia sí que pueden causar graves destrucciones y numerosas víctimas mortales.
Pero las víctimas pueden ser causadas por otros errores de los científicos. Son más evidentes tales errores en la medicina y especialmente en la farmacología. No son muy raros los casos en los que se descubre que uno u otro medicamento causa un grave daño a la salud.
Son menos conocidos los errores cometidos por los científicos durante el desarrollo de nuevo armamento y material bélico, unos fallos que también causan víctimas. A raíz de estos, los aviones caen y los submarinos naufragan, mientras que los misiles se desvían de la trayectoria proyectada.
Los errores cometidos por los economistas en sus teorías desencadenan crisis: la gente muere de hambre y estrés. Y sería mejor no recordar aquí las consecuencias de la realización de las teorías de dos científicos alemanes, Carlos Marx y Friedrich Engels.
Pero los propios científicos no suelen sentir su culpa. Y si la sienten, como por ejemplo los creadores de bomba atómica, la consideran como un asunto propio y les indigna la idea de que puedan ser juzgados.
El juez Marco Billi, de la pequeña ciudad italiana de L'Aquila, fue el primero que suprimió el concepto de presunción de inocencia en relación con la ciencia. El tiempo dirá si su fallo tendrá otras consecuencias para la ciencia, además de una condena a unos científicos concretos.
Si no las tiene no cambiará nada en L'Aquila en comparación con la situación de hace tres años.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
