Los dos candidatos a la presidencia de EEUU tienen poco carisma

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Los dos principales partidos de Estados Unidos acaban de celebrar sus respectivos congresos en vísperas de las elecciones presidenciales fijadas para el próximo noviembre.

Los dos principales partidos de Estados Unidos acaban de celebrar sus respectivos congresos en vísperas de las elecciones presidenciales fijadas para el próximo noviembre.

Los resultados son los siguientes: el congreso del Partido Republicano nos reveló el estado actual de esta estructura política. Y ambos eventos no sirvieron sino para poner de manifiesto las diferencias entre Estados Unidos y la Rusia de hoy.

Un otro Obama

Era previsible que el candidato a la presidencia Barack Obama se viera incapaz de repetir el éxito de su campaña de 2008, momento en el que irrumpió en el escenario político en un ambiente de extrema excitación electoral, esperanzas de un milagro y ganas de poner fin al desastre que estaba atravesando el país.

Es bien conocido que las emociones son volátiles. En la situación del presidente Obama, que aspira a un segundo mandato, no se puede expresar queja alguna, pues eso suele asustar al elector. De modo que no habrá ninguna queja de los republicanos, que tras conseguir mayoría parlamentaria se dedicaron a bloquear más de la mitad de los proyectos promovidos por el actual Jefe del Estado.

Tampoco se puede presumir de los propios avances, por eso las alabanzas sonaron en los discursos de otros ponentes de la convención. Y, finalmente, es muy importante marcar la línea del futuro desarrollo, para que la gente tenga claro qué vota.

Todos estos principios se respetaron en el discurso pronunciado por Barack Obama. Dijo, de una forma suave pero precisa, que dada la situación del país en los próximos cuatro años habría que tomar decisiones clave y que la reconstrucción iba a ser un proceso duradero. Indicó, y fue una declaración de las que hacen época, que las posturas de los dos partidos de Estados Unidos ofrecen discrepancias fundamentales. Se permitió algo de crítica burlona respecto a los republicanos, acordándose de cómo su rival Mitt Romney había llamado a Rusia y no a Al Qaeda enemigo número uno. Dijo que aquel político que es incapaz de visitar el Reino Unido sin ofender al principal socio estadounidense no está preparado para mantener ningún diálogo diplomático con Pekín.

En calidad de uno de sus méritos diplomáticos Barack Obama señaló el hecho de “haber recuperado la influencia en la región del Pacífico” y haber empezado a hacer de contrapeso a China.

La primera sensación ante el discurso es que va dirigido al elector de a pie. Sin embargo, la bloguera del Washington Post, Jennifer Rubin, que representa a los círculos conservadores, escribió al respecto “¿Y eso es todo, señor Obama?”

Por supuesto, el Barack Obama de hace cuatro años estaba lleno de proyectos y era considerado uno de los mejores oradores del mundo. Por otra parte, el Partido Demócrata se planteaba en este congreso un objetivo muy preciso: motivar a acudir a las urnas a los principales electores de su candidato, que solían desentenderse de toda actividad electoral pero en 2008 acudieron a votar en masa. Esta gente se ha dado cuenta de que su candidato ha conseguido hacer más bien poco, sea por impedimentos de los republicanos o por otras razones.

La pregunta es por lo tanto, ¿irán estos electores a votar o volverán a su apatía de antaño? De momento, parece no haber respuesta exacta.

Todos tenemos nuestro lado feo

Tampoco han dado estos dos recientes congresos respuesta a la pregunta más importante: ¿Quién será elegido presidente de Estados Unidos? Es un hecho que la convención del Partido Republicano no ha tenido efecto alguno en la correlación de  fuerzas ni en la popularidad casi igual de los candidatos. En los próximos días se verá si ha conseguido hacerlo la cita del Partido Demócrata.

Hubo incidentes en ambos eventos, pequeños pero desagradables. En el congreso del Partido Republicano algunos delegados supuestamente estaban tirando frutos secos a una mujer de raza negra, cámara de la cadena televisiva CNN con las palabras: “Así es como alimentamos a los animales”. Posiblemente, todo son rumores, pero la gente se ha acordado ya de que los republicanos son en su mayoría blancos, dueños de su propio negocio y, lo que no es menos importante, personas acaudaladas.

Los demócratas por su parte, después de las críticas del bando rival, decidieron corregir dos aspectos de su programa electoral: la mención a Dios y la declaración de que la capital de Israel es Jerusalén, aunque la mayor parte de la comunidad internacional no lo acepte y la parte oriental esté disputada por los palestinos.

Ambos temas fueron recibidos con gritos de protesta de los reunidos, un factor en contra de los demócratas. Ya no importaba que fuera un grupo de delegados y no el propio Barack Obama, la sociedad se acordó enseguida de que los demócratas generalmente son gente joven, muchos de ellos de color, y unas opiniones a veces demasiado liberales.

Como ya se ha señalado, los dos congresos se proponían ganarse a la clase obrera estadounidense y a la clase media baja, conquistando a quienes todavía no tienen claras sus preferencias políticas. Se luchó por acabar de dividir al país en dos mitades, en unos y los otros, sin matices.

No se parece en absoluto a la situación en Rusia, donde la lucha ideológica se libra por la minoría contra la mayoría, nada de mitades. Posiblemente la sociedad rusa de manera inconsciente tiende a adoptar la misma opinión, mientras que los habitantes de EEUU son distintos.

Ellos saben, además, celebrar los congresos de partidos políticos, haciendo ruido y llamando la atención, mientras que en nuestro país esta manera de reunirse esta mal vista desde el final de la época soviética. En realidad es una pena, dado que los congresos parecen estar llenos de bullicio y acontecimientos.

La cuestión de carisma

En los congresos Barack Obama y el principal protagonista del congreso del Partido Republicano, el actor hollywoodense de 82 años, Clint Eastwood, quedaron en la sombra a causa del insuperable carisma de la esposa de Obama, Michelle, y del ex presidente del país, Bill Clinton.

Por otra parte, los republicanos asistentes recordarán a Eastwood, quien, al hablar se dirigía a una silla vacía en la que supuestamente estaba sentado Barack Obama, que en su ausencia no podría replicarle nada, como subrayando que Obama no era ningún líder de la nación, sino un cero a la izquierda.

A modo de respuesta, Michelle Obama dio un ejemplo de tacto y buen gusto. Habló de los primeros años después de la graduación, cuando ella y su pareja, Barack, estaban enamorados y endeudados a más no poder. En un principio, ni mencionó a Mitt Romney.

El mensaje, sin embargo, estaba claro: Romney, el rico Mitt Romney, no tiene ni idea de lo que es carecer de ayudas sociales, uno de los puntos fuertes del programa de los demócratas.

En pocas palabras, los principales partidos de EEUU se presentarán a las elecciones bajo los siguientes lemas, “Obama es un Don Nadie” y “Romney no tiene ni idea”.

El efecto de la aparición en el escenario del antiguo presidente Bill Clinton fue bastante controvertido. Uno de los comentaristas incluso la comparó con la actuación de un violinista profesional después de unos músicos aficionados.

Clinton habló durante una hora y todo el mundo quedó embelesado: la gente se dio cuenta de que los republicanos no habían formulado medidas económicas concretas y de que sus promesas no hacían sino entrar en contradicción entre sí. El país, explicó como solo él sabe hacerlo, acabaría así aplicando la política que lo había llevado al atolladero. Clinton estuvo, sin temor a exagerar, brillante.

Quedó evidente que los republicanos no tienen ninguna figura tan carismática: los Bush hijo y padre, uno menos exitoso como político y otro más, desaparecieron sin dejar rastro. Alguna gente malévola, posiblemente demócratas, lanzó una serie de pins con el retrato de Bush y la sarcástica pregunta de “¿No me estaréis echando de menos?”.

En esto los ánimos se ensombrecieron, porque durante el gobierno de Clinton se vivía de maravilla, el dinero surgía de la nada y el país se preparaba para convertirse en la única superpotencia del mundo. Nadie se le compara a Clinton.

Este es el frágil equilibrio que se mantiene entre los dos principales partidos políticos de EEUU a la espera del “juicio final electoral”.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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