Los cazadores de perros callejeros tienen el sueño tranquilo en Rusia

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Matar un perro callejero en Rusia cuesta tan sólo 0,30 centavos de dólar.

Matar un perro callejero en Rusia cuesta tan sólo 0,30 centavos de dólar.

Todo lo que se necesita es un par de salchichas y varias pastillas de Isoniazid, un medicamento usado en los tratamientos contra la tuberculosis. Un perro hambriento se lo come y al día siguiente los barrenderos se ocuparán de su cuerpo. Se alega que así estas sarnosas bestias nunca más atacarán a nadie en la calle.

Un número indeterminado de perros callejeros, que algunos estiman podría alcanzar el millón, vagabundea por Rusia alimentándose de restos de comida que encuentran en la basura o que les dan las compasivas ancianas. Y este número sigue creciendo ante la ausencia de una directriz política clara.

La situación se acaba traduciendo en ataques regulares a personas, lo cual acaba favoreciendo la aparición de los cazadores de perros callejeros, dedicados a perseguir sin piedad a estos animales.

Una pequeña guerra civil tiene lugar en las calles y en el ciberespacio entre los cazadores de perros callejeros y los activistas más radicales en favor de los derechos de los animales. Ambas partes sin embargo parecen estar de acuerdo en culpar a la Administración en general por negar el problema y a los funcionarios implicados en particular por beneficiarse de los flujos de dinero en principio destinados a dar solución al problema de los perros callejeros.

Mientras tanto, los expertos creen que no hay una solución milagrosa más allá de proceder a la eutanasia de decenas de miles de animales o invertir miles de millones en los refugios, cosa que además podría no resultar suficiente.

Matando perros de vez en cuando


Un hombre que usa en la red el pseudónimo de Dogmeat comenta que, en ocasiones, mata a 20 perros durante una sola noche con una escopeta de aire comprimido en compañía de un amigo.

Dogmeat, que prefiere no revelar su nombre para evitar problemas, mató a su primer perro cuando uno de estos animales callejeros casi arrancó un ojo a un niño pequeño en su barrio en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk.

En la actualidad se dedica en ocasiones a ayudar a diversas empresas industriales por todo el país a liquidar a los perros que encuentran refugio en los locales y edificios de las fábricas. Dogmeat nunca acepta dinero y dice ser dueño de un teckel de color gris.

La mayoría de los cazadores, sin embargo, se parecen más a Maxim, que ha recurrido en cuatro ocasiones al Isoniazid para alejar a los grupos de perros callejeros del edificio de apartamentos de San Petersburgo en el que vive. Según sus palabras, el medicamento cuesta 11 o 12 rublos (unos 33 centavos del dólar) por perro y el método no tiene ningún riesgo.

Maxim cree que el número de cazadores en activo no supera los cien en Rusia y Ucrania. Dogmeat no es capaz de estimar su número, pero recuerda que el sitio Web dedicado al tema Vredy.org tiene unos 10.000 usuarios, incluyendo visitantes ocasionales de la página, periodistas y gente que busca polémica.

“No me afecta prácticamente”, comenta Maxim al ser preguntado por los perros que ha tenido que matar. “No tengo pesadillas.” “La gente no es capaz de entenderlo hasta que el problema les afecte”, dice Dogmeat sobre sus actividades. De día es abogado, y su mujer está al corriente de lo que hace por las noches, pero es algo que nunca comenta con sus amigos.

En lo más alto de la cadena alimenticia

En julio, perros vagabundos atacaron a una niña de nueve años en la ciudad siberiana de Chitá, arrancándole varios trozos de carne del cuerpo y de los brazos. La niña tuvo que ser hospitalizada y recibir tratamiento psicológico. En mayo, un niño de 13 años se abrasó en la región de Kémerovo después de caer en una tubería de calefacción cuando intentaba huir de un grupo de perros callejeros. En marzo, una jauría de perros atacó a una mujer cerca de una fábrica en Smolensk (al Oeste de Rusia). La víctima murió desangrada.

No hay estadísticas a nivel nacional en Rusia sobre el número de ataques a personas por parte de perros callejeros, del mismo modo que no hay datos fiables sobre el número total de estos canes. Este tipo de incidentes, sin embargo, aparecen en los titulares de los medios de comunicación de un modo recurrente.

“Un grupo de cinco o diez perros puede ya atacar y morder a las personas”, dice Dogmeat. “Las jaurías más numerosas, de hasta 50 perros, son capaces de atacar a personas para procurarse comida”.

El número total de perros vagabundos sólo en Moscú se ha situado entre los 20.000 y los 100.000: para toda Rusia estaríamos hablando de un millón de canes, una cifra que cita la revista Bolshoi Gorod en su número de Noviembre.

Unas 16.600 personas fueron atacadas por perros callejeros en Moscú en 2008, el último año del que se disponen estadísticas, de acuerdo con la información que obra en poder del Servicio Federal de Protección al Consumidor.

La legislación relativa a los derechos de los animales, que incluye también medidas de solución del problema de los perros vagabundos, además de ser muy imprecisa, se ha quedado atrapada en el Parlamento desde 2010. Desde que se produjeron acalorados debates entre los defensores moderados y los radicales de los derechos de los animales, la aprobación del borrador de la ley, al parecer, se ha pospuesto hasta un momento indefinido.

Chiflados con los animales

Un día, Svetlana y sus amigos, todos apasionados ecologistas, siguieron en San Petersburgo a un cazador de perros y “le dieron su merecido”. No facilitan detalles sobre los métodos que usaron, pero precisa triunfante que “los cobardes no necesitan demostrar lo que son”.

Los cazadores pronuncian el nombre de Svetlana con odio y el único calificativo que le aplican es “esta chiflada con los animales”. En casa de la activista viven 10 perros y 35 gatos y no “porque no tenga otra cosa que hacer”, anuncia, desafiante. “Son una banda de locos que han ido demasiado lejos”, prosigue, “ahora tendremos que defender a los animales de los humanos”.

A los cazadores se le acusa de matar animales domésticos, poner en peligro la vida de la gente, dispersando sustancias tóxicas y de implantar el sadismo. Las normas del oficio lo prohíben, pero no hay manera de conseguir que se cumplan, reconoce Dogmeat. En Internet algunos usuarios se jactan abiertamente del húmero de los animales matados, uno presume de su récord personal de 1.000 perros envenenados con Isoniazid.


Los defensores de los perros, mujeres en su mayoría, se aplican a fondo para dejar en evidencia a los cazadores, hurgando en sus perfiles en la red, provocándoles para que maten a algún animal doméstico o simulando ser víctimas de un ataque.

En Rusia se celebró un único  juicio contra un supuesto cazador de perros. La legislación vigente considera delictivo el maltrato de los animales por sadismo o delante de los menores, factores casi imposibles de probar. La condena máxima son dos años de prisión.

En el ciberespacio ruso, sin embargo, se ha desatado una verdadera guerra contra los supuestos cazadores de perros. La gente que aceptó hablar con el corresponsal de RIA Novosti pidió el anonimato. Lo prefieren incluso los moderados defensores de los derechos de los animales, dado que al hablar, por ejemplo, de la eutanasia se comunidad enseguida se vuelve en contra de ellos.

“Somos iguales, los cazadores y los defensores. Nos volvimos locos con el mismo asunto, solo que lo vemos con distintos ojos”, opina Nadezhda Vorobiova, ex periodista que actualmente gestiona un pequeño refugio de perros.

Eso se hace en todo el mundo

En la mayoría de los países occidentales, perros callejeros son enviados a refugios, donde se someten a la eutanasia, en caso de no encontrar dueños al cabo de algunas semanas.

En la Unión Soviética existía un servicio especial que se dedicaba a eliminar a los perros callejeros con métodos poco humanos, con armas o en improvisadas cámaras de gas, cuentan los expertos. Dejó de funcionar después de 1991 y la tarea se delegó en las autoridades regionales, que son libres de seguir con las prácticas antiguas o buscar otras salidas.

¿Por qué son tantos?

En Moscú, entre 2002 y 2008 se intentó esterilizar a los perros abandonados y soltarles a las calles. La iniciativa no llevó a una reducción importante de su número, a pesar de los nada desdeñables costes de 6,3 millones de dólares. Tras ello, se lanzó el proyecto de encerrar a los perros en los refugios hasta el final de sus días. En la ciudad hay una docena de albergues con un presupuesto total de 24 millones de dólares (2011).

Sin embargo, incluso los defensores de los derechos de los animales reconocen que estos centros se parecen más a campos de concentración. Miles de perros viven en espacios minúsculos y son vigilados por un puñado de voluntarios que luchan por darles más comida, sacarles a pasear o conseguir que se les lleve al veterinario.

A pesar de las pésimas condiciones en las que viven los animales, a los que a veces solo se les alimenta una vez a la semana, los refugios representan para sus propietarios una pequeña mina de oro. En vez de esterilizar a los perros se les suelta y vuelven a procrear. En pasado julio a los dirigentes de uno de los refugios se les acusó de haberse apropiado de 290.000 dólares procedentes del presupuesto urbano.

A pesar de que Moscú abandonó el proyecto de esterilizar a los perros abandonados y dejarlos en libertad, la legislación atrapada en la Duma de Estado propone ampliar la práctica a todo el territorio nacional.

“A falta de soluciones por parte de las autoridades, los cazadores de perros empiezan a aparecer unos rebeldes contra la estupidez y la hipocresía, lo que aumenta su popularidad”, opina Nadezhda Vorobióva.

La solución no sería fácil


Incluso los defensores de los derechos de los animales reconocen que no se puede reducir el número de los perros callejeros sin ‘dormir’ a muchos de ellos. La medida habría de completarse con la creación de una amplia red de refugios y una estricta regulación.

Sin embargo, la eutanasia masiva de los canes podría afectar a la imagen internacional de Rusia. Mientras tanto, en opinión de los expertos, el problema es más bien social. Si se les quita a los perros la comida -es decir, los desechos- se irán. Todos insisten en la necesidad de solucionar el problema de la basura.

“Sabemos que es imposible, los intentos de educar a los ciudadanos con el tema de la basura han ido fracasando a lo largo de los últimos 20 años”. Y además, los perros consiguen la mitad de su sustento de las compasivas señoras mayores, que hacen caso omiso de todos los consejos.

“Los perros callejeros tienen una vida difícil y no veo cómo se podría erradicar este problema”, concluye Nadezhda Vorobióva.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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