El arriesgado vuelo de Molotov no fue en vano

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El 26 de mayo se cumplieron 70 años desde que la Unión Soviética y el Reino Unido firmaran un Acuerdo sobre la lucha conjunta contra la Alemania nazi.

El 26 de mayo se cumplieron 70 años desde que la Unión Soviética y el Reino Unido firmaran un Acuerdo sobre la lucha conjunta contra la Alemania nazi.

Más tarde, un pacto semejante se firmaría con Estados Unidos. No obstante, en cuanto el enemigo común fue derrotado, los antiguos aliados en la coalición antihitleriana no tardaron en convertirse en enemigos.


Sobrevolando el territorio enemigo

Por parte de la URSS, el documento lo firmó Viacheslav Mólotov, el entonces Comisario de Asuntos Exteriores. Durante el vuelo al Reino Unido el alto cargo del régimen soviético se expuso a graves peligros. Viajó en un avión de bombardeo pesado TB-7 de cuatro motores, conocido también como Pe-8. Gran parte del itinerario era sobre la Europa ocupada. Los cazas, debidos a su incapacidad de realizar vuelos a una distancia tan larga, no pudieron prestar cobertura a la aeronave en la que se desplazaba el titular de la cartera de Exteriores de la URSS.

Se podría haber escogido una ruta más segura, por ejemplo, a través de Alaska o Irán, pero en este caso se tardaría más en alcanzar el destino y el presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo, Iósif Stalin, por cuya iniciativa Mólotov emprendió aquel peligroso viaje, insistió en un vuelo más breve posible. Los dirigentes de la URSS supusieron que el servicio de inteligencia nazi sería incapaz de predecir un paso tan atrevido. Además, una cierta seguridad estaba garantizada por la altura máxima de 10 kilómetros que podía coger el TB-7.

Sin embargo, hubo algunos accidentes: así, en el trayecto sobre el mar empezó a fallar uno de los motores, tras lo cual el avión fue atacado de noche por un caza alemán que consiguió dañar la antena del sistema de navegación.

¿Por qué razón la URSS, el Reino Unido y Estados Unidos decidieron formalizar su cooperación en la lucha contra Hitler casi un año después de que Alemania atacara a la URSS? ¿Cuáles eran los motivos de la prisa que tenía Stalin para enviar a su ‘mano derecha’ a una travesía tan peligrosa?

Para poder contestar a estas preguntas, uno debería hacer memoria de lo que ocurrió en mayo de 1942, es decir, de las graves derrotas de las tropas soviéticas en Crimea y en las afueras de la ciudad ucraniana de Járkov. La Wehrmacht empezó a avanzar a ritmos vertiginosos hacia las costas del Caspio y el Cáucaso. Las perspectivas que se abrían ante la URSS eran dramáticas.

En estas condiciones, Mólotov, en primer lugar, había de conseguir que los aliados “abrieran el segundo frente” ya en 1942, para hacer que se retiraran desde el Frente del Este alrededor de 40 divisiones alemanas. El segundo objetivo consistía en que los líderes occidentales acabaran reconociendo las fronteras soviéticas trazadas en 1941 en los países Bálticos y Finlandia.


Lo prometido no necesariamente es deuda

En cuanto a la postura de los aliados, en opinión del historiador militar, Alexei Kilichénkov, para primavera de 1942 ésta había sufrido serias modificaciones, porque “para aquellos momentos Estados Unidos había definido su nueva política respecto a la situación en Europa, desde que entró en diciembre de 1941 (después del ataque de Japón a la base de Pearl Harbor y la declaración de guerra por parte de Alemania) en la Segunda Guerra Mundial”.

Hablando del Reino Unido, el experto subraya que, a pesar de la declaración del primer ministro británico, Winston Churchill, hecha el 22 de junio de 1941, en la que manifestó que el peligro que amenazaba a Rusia amenazaba también a su país y al Reino Unido, la cooperación entre Londres y Moscú hasta un determinado momento “llevó su propio rumbo”, desarrollándose de forma paralela a las relaciones entre el Reino Unido y EEUU. El estado de éstas últimas, según Kilichénkov, exigía de Winston Churchill y de Franklin D. Roosevelt la elaboración de una postura coordinada respecto a la URSS.

En opinión del presidente de la Academia de Ciencias Geopolíticas de Rusia, el coronel general de la reserva, Leonid Ivashov, la alianza de los tres países fue un acto forzado, pero de conveniencia. En su entrevista a RIA Novosti el experto contó que, a su modo de ver, la estrategia del Reino Unido consistía en “conseguir que la URSS y la Alemania nazi se dedicaran al máximo al exterminio mutuo”. Precisamente por esta razón, explica Leonid Ivashov, se produjo la evidente demora con la que se abrió en Europa el segundo frente.

Efectivamente, los aliados en las negociaciones en Londres y Washington prometieron a Viacheslav Mólotov que introducirían sus tropas en Europa en 1942, promesa que no cobró forma real bajo el pretexto de que era imprescindible una detallada preparación de una operación estratégica tan complicada.

La única excepción fue el ataque de las tropas británicas y canadienses a la localidad francesa de Dieppe, ocurrido el 19 de agosto de 1942. Los alemanes reaccionaron con destreza, consiguiendo causar a los atacantes graves pérdidas de efectivos.

En noviembre de 1942, en vez de un desembarco masivo en Europa, fue iniciada en el norte de África la Operación ‘Torch’ (Antorcha), un desembarco y un avance hacia Túnez de las tropas británicas y estadounidenses, emprendida por iniciativa de Londres.

La invasión en el continente solo cobraría vida en verano de 1943, al desembarcar los aliados en Italia, donde quedarían atrapados hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. El segundo frente fue abierto “de manera oficial” en 1944, en Francia.

Sin embargo, en el transcurso de aquella histórica visita del comisario del pueblo de Asuntos Exteriores, Viacheslav Mólotov, se pudo llegar a un acuerdo con la parte británica, comprometiéndose las dos partes a “prestarse mutuamente ayuda militar y de otro tipo, así como apoyo en la guerra contra Alemania y todos aquellos Estados que junto con ella estén involucrados en los actos de violencia en Europa”. El documento reunió también el compromiso de seguir cooperando tras el final de la guerra a lo largo de 20 años, prestándose mutuamente la ayuda económica.

Con Estados Unidos se firmó de manera oficial el Programa Estatal de Préstamo y Arriendo en el marco del cual Washington pasaba a sus aliados municiones, equipo técnico, víveres y materias primas de importancia estratégica.


El papel clave del Programa de Préstamo y Arriendo

De este modo, los dos acuerdos dieron un marco legal a la ayuda económica y militar que empezaron a prestar el Reino Unido y, sobre todo Estados Unidos, poco después de que Alemania agrediera a la URSS en 1941.

La aceptación de las fronteras soviéticas de antes de la guerra, al igual que la futura configuración del orden político mundial, recibieron solución más tarde, durante las reuniones privadas de los tres líderes en las Conferencias de Teherán, Yalta y Potsdam. Y en cuanto a la continuación de los contactos amistosos, con el Telón de Acero nadie volvería a acordarse del tema.

¿Cuál sería la aportación de los aliados en la victoria final de la Unión Soviética sobre el Tercer Reich? Según Alexei Kilichenkov, la importancia de las entregas realizadas en el marco del dicho programa sigue siendo motivo de debates entre los historiadores rusos, sobre todo en lo relativo a los materiales estratégicos como sustancias explosivas, acero, metales no ferrosos y combustible de alto octanaje.

De acuerdo con Alexei Kilichénkov, el asunto en cuestión hasta el momento no se ha sometido a un detallado estudio. “Teniendo en cuenta los cambios que se están operando en nuestra conciencia social y en la ideología y la intensificación de los ánimos patrióticos, las opiniones favorables a los aliados no encontrarán mucha demanda”, subrayó el experto.

Leonid Ivashov, por su parte, está seguro de que no se puede negar el importantísimo papel de la ayuda económica de los aliados a la Unión Soviética, sobre todo, en la etapa inicial de la guerra, cuando una vez evacuada a la retaguardia la industria nacional, el proceso productivo estaba todavía arrancando. “Además el Programa de Préstamo y Arriendo hizo que la infantería soviética adquiriera un mayor grado de movilidad, gracias a los vehículos suministrados. No es correcto juzgar si hubiéramos aguantado sin esta ayuda, pero sí se puede asegurar que el número de víctimas habría sido mayor y la guerra habría durado más tiempo”, concluye.

Alexei Kilichénkov comparte su opinión, señalando que “la victoria contra la Alemania nazi se consiguió gracias al esfuerzo común de los aliados y, por lo tanto, es un mérito de todos nosotros”.

De modo que, no fue vano el riesgo al que se sometió Viacheslav Mólotov, al partir hace 70 años en aquel peligroso viaje.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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