La ‘Marcha de los millones’ divide a los moscovitas

© RIA Novosti . Ilia Pitalev / Acceder al contenido multimediaLa mañana 16 de mayo la policía de Moscú desalojó la acampada de la oposición en el centro de la capital rusa
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La mañana 16 de mayo la policía de Moscú desalojó la acampada de la oposición en el centro de la capital rusa instalada en el bulevar Chístie Prudí tras terminar la “Marcha de los millones”, una acción de protesta multitudinaria celebrada el 6 de mayo en la ciudad.

La mañana 16 de mayo la policía de Moscú desalojó la acampada de la oposición en el centro de la capital rusa instalada en el bulevar Chístie Prudí tras terminar la “Marcha de los millones”, una acción de protesta multitudinaria celebrada el 6 de mayo en la ciudad.

Durante el desalojo los agentes detuvieron a una veintena de los dirigentes opositores que fueron puestos en libertad al mediodía.

Los organizadores y los participantes del dispersado movimiento Ocupa Abai, que adquiere el nombre del conocido poeta Abai Kunabáyev, del siglo XIX, cuya estatua está en el bulevar, están pensando en qué hacer. Los observadores, políticos, periodistas están a la expectativa.

El día anterior también fue extraordinariamente intenso. La Duma de Estado (cámara baja del parlamento ruso) aprobó con 236 votos (del partido oficialista Rusia Unida) contra los 152 una resolución que responsabiliza a la oposición espontánea por desordenes masivos en los que había desembocado la marcha el 6 de mayo en Moscú. La oposición parlamentaria, es decir el partido Comunista, Rusia Justa y el  Partido Liberal Democrático de Rusia, no respaldó el documento.

Una resolución judicial aprobada el mismo día obligó al departamento distrital del Interior a “tomar medidas para cesar los desórdenes en el bulevar”, orden que se ejecutó el miércoles por la mañana.

Los debates abiertos en la Cámara Pública de Rusia sobre los ocurrido en la capital el 6 de mayo con la participación de los representantes de las partes involucradas, defensores de los derechos humanos y miembros de la Cámara no dieron ningún resultado positivo. Los participantes no atendían unos a otros y no consiguieron llegar a un consenso, excepto en el punto de que las protestas en Rusia cada vez se radicalizan más.

Las resoluciones parlamentaria y judicial y las discusiones en la Cámara Pública ponen de manifiesto que en la capital rusa se había producido una división social. Algunos expertos buscan en ello una señal constructiva para el futuro de la democracia rusa mientras  “la brecha” va creciendo.

Recomendaciones desoídas

En la mesa redonda organizada por la Cámara Pública de Rusia para discutir el proyecto de ley que contempla aumentar la multa por violar las condiciones de la celebración de manifestaciones de protesta de 1.000 (unos 30 dólares) hasta 1,5 millones de rublos (unos 50.000 dólares), participaron muchos juristas. La mayoría de ellos se pronunció por mantener las multas establecidas por la legislación administrativa nacional. Según apuntaron los expertos, las multas que superan los 5.000 rublos (unos 160 dólares) actualmente pueden ser impuestas solo en el proceso penal. Para cambiar esta disposición habría que cambiar el Código Administrativo casi por completo.

La jurista Elena Lukiánova opina que la propuesta de los diputados es un intento de corregir la legislación ante la coyuntura del momento, lo cual es inadmisible. Desde el punto de vista jurídico el proyecto de ley en cuestión es absolutamente insostenible, apunta.

Sus colegas estuvieron de acuerdo y recomendaron a la Duma de Estado crear un grupo de trabajo formado por los profesionales que corrijan el proyecto de ley presentado. Pero las recomendaciones que emite la Cámara Pública no son obligatorias para los parlamentarios rusos, que votarán la iniciativa en primera instancia el 18 de mayo.

La visión de los opositores

En los debates abiertos en la Cámara Pública intervinieron los activistas de la oposición espontánea Dmitri Gudkov, Ksenia Sobchak, Ilyá Yashin y Serguei Davidis. Según declaró éste último, los agentes de la policía habían impedido el transcurso de la acción de protesta autorizada obstruyendo el paso de vehículos que transportaban material técnico y deteniendo a los manifestantes sin motivo.

“Si a la policía no le gustan las tiendas de campaña puede confiscarlas pero es ilegal detener por ello a las personas”, dijo confesando de este modo que los organizadores habían previsto la acampada (según se supo más tarde, las tiendas de campaña se transportaron dentro de los contenedores de basura).

Además, el líder opositor afirmó que en contra del plan de la acción autorizado por el gobierno de Moscú la policía había acordonado el parque en la plaza Bolótnaya donde debía de celebrarse un mitin al término de la “Marcha de los millones”. El cordón policial obstruía el paso de la columna de los manifestantes creando efecto del embotellamiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Davidis confesó que en lugar de los declarados 5.000 participantes había acudido más gente, de 50.000 a 70.000 personas, aunque los datos oficiales hablan solo de 8.000. Sin embargo la policía, al ver que se había congregado más gente de lo previsto, no retiró el cordón.

“La gente se sentó en el suelo exigiendo abrir paso”, aseguró el organizador del mitin. “El reglamento ya había sido infringido por la policía, que no dejaba pasar a los manifestantes. Aun si reconocemos que los participantes de la acción decidieron infringir el reglamento al sentarse, esto no puede ser motivo de arrestos y violencia policial”, añade.

Los opositores y la mayoría de los expertos independientes condenaron la actitud demasiado violenta de los agentes policiales que, según afirmaban, golpearon a los manifestantes con las porras y usado armas de electrochoque y al día siguiente detuvieron a decenas de personas que paseaban pacíficamente por la ciudad con cintas blancas, símbolo de la oposición espontánea.

Según Dmitri Gudkov, fueron unos provocadores enmascarados los que intentaron romper el cordón policial. Mientras Ilyá Yashin añadió que estos jóvenes encapuchados, desconocidos por los organizadores de la marcha, estaban conectados con la Policía, ya que habían conseguido pasar cuchillos y botellas a la plaza y ninguno de ellos había sido golpeado ni arrestado.

Ksenia Sobchak, que no había acudido al mitin sabiendo que se planeaba una acampada (lo escribió en su cuenta de Twitter) precisó que es una forma pacífica de protesta y no existen fundamentos legales para impedirla.

La visión de la policía

Los representantes de las fuerzas de orden (el jefe de la Dirección General de la Protección del Orden Público del Ministerio ruso del Interior, el general Yuri Demídov, el vicejefe de la Dirección capitalina de la Protección del Orden Pública, Dmitri Denichenko, y el jefe del departamento para la coordinación con las Instituciones de la Sociedad civil del Ministerio del Interior, Víctor Biriukov) rechazaron todas la acusaciones durante los debates.

Según ellos, los agentes policiales demostraron un gran profesionalismo y las insinuaciones con respecto a su conexión con los provocadores es “mentira y una calumnia que se investigarán en un proceso penal”. Asimismo negaron que el cordón policial hubiera creado el efecto del embotellamiento y acusaron a su vez a los organizadores de haber preparado las provocaciones.

Denichenko alegó que desde un principio los dirigentes de la acción de protesta se habían comportado de manera extraña ya que, en lugar de empezar el mitin, habían intentado abrirse paso al parque acordonado.

El jefe policial insinuó que los periodistas también estaban al tanto de que se planeaba iniciar una acampada no autorizada en el parque ya que no habían mostrado ningún interés al escenario sino ocupando lugares alrededor del recinto cercado por la policía.

Al mismo tiempo Denichenko explicó que el cordón policial había sido destinado a prevenir los posibles actos terroristas y explosiones que la oposición podría utilizar en sus intereses. Dijo que si los manifestantes no hubieran cabido en la plaza, la policía habría retirado el cordón.

En cuanto a los objetos prohibidos que los supuestos provocadores habían conseguido pasar al lugar del mitin, Denichenko replicó que los detectores de metales no permitían asegurar un control total durante las concentraciones tan masivas.

La visión experta

Los expertos independientes que participaron en los debates se dividieron: algunos, como el periodista Alexander Minkin y el líder del partido liberal Yábloko, Serguei Mitrojin,  apoyaron a los opositores. Otros, entre ellos el economista Dmitri Orlov, el defensor de los derechos humanos Boris Shpiguel y otros, condenaron a los organizadores de la ‘Marcha de los millones’ y de la acampada y abogaron por endurecer la ley de manifestaciones.

Minkin preguntaba por qué la Policía no había permitido a los ciudadanos pacíficos abandonar el mitin y por qué no se habían divulgado las grabaciones hechas desde los helicópteros policiales. Mitrojin calificó de “inadecuado” el comportamiento de los agentes tanto durante el mitin en Moscú como en las regiones.

Dmitri Orlov, director general de la Agencia de Comunicación Política y Económica, opinaba que las provocaciones habían sido planeadas por la oposición. El senador Boris Shpiguel le apoyó afirmando que los provocadores están conectados con las organizaciones que reciben financiación extranjera.

El politólogo Serguei Cherniajovski declaró: “Cualquier acción que perjudique la estabilidad Política, ha de ser reprimida”. El experto propuso hacer diferencia entre los actos de protesta espontáneos de los manipulados por Occidente. Sin embargo, su propuesta no encontró apoyo, ya que infringe las garantías constitucionales y conduce a abusos de autoridad.

Escalada de la tensión

Lo único en los que coincidieron los representantes de los dos bandos fue que la tensión en la sociedad va en aumento. Los participantes de los debates señalaron que las protestas se están radicalizando.

Aunque no todos estuvieron de acuerdo. El sociólogo Boris Dubin dijo a RIA Novosti que no veía que la sociedad rusa estuviera dividida. Según el experto, todavía existe la posibilidad de entablar un diálogo. Es más, cree que lo que está sucediendo en Rusia es el proceso de formación de una auténtica oposición nacional.

Los datos del centro analítico Yuri Levada (Levada Center) arrojan que solo el 19% de los rusos apoyan la consigna de la oposición “Rusia sin Putin”. Sin embargo, dentro de este grupo se encuentran los ciudadanos más cultos, creativos e independientes, muchos de los cuales son residentes de la capital, explica Dubin.

Entretanto a nivel nacional se conservan los sentimientos negativos hacia los moscovitas, mientras los valores de libertad y privacidad no tienen una importancia mayor.

No obstante, parece que los debates de la Cámara Pública reflejaron muy bien la situación en la sociedad y pusieron de manifiesto la división existente. Incluso si confiamos que es un proceso normal de formación de una oposición civilizada, de momento dista mucho de la normalidad.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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