Londres sienta un precedente al condenar a Murdoch en el parlamento

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Mientras el mundo estaba celebrando el Día Internacional del Trabajador, los parlamentarios británicos presentaron un informe en el cual se declara que el magnate Rupert Murdoch “no es apto para dirigir su imperio mediático”.

Mientras el mundo estaba celebrando el Día Internacional del Trabajador, los parlamentarios británicos presentaron un informe en el cual se declara que el magnate Rupert Murdoch “no es apto para dirigir su imperio mediático”.

Sin lugar a dudas, es todo un acontecimiento que nos hace recordar que la propiedad privada no siempre es intocable, aunque solo sea desde el punto de vista ético, y que incluso un importante propietario de medios de comunicación puede convertirse en un objeto de críticas.


No se consiguió achacar toda la culpa a los ejecutores

El informe en cuestión contiene resultados de la investigación de la famosa historia que empezó en el Reino Unido en 2005 y fue culminada el pasado julio con un escándalo sin precedentes. Entonces se supo que la dirección del dominical más antiguo de Londres, The News of the World (actualmente cerrado) junto con la empresa News Corp que lo editaba y pertenecía a Murdoch, crearon una especie de servicio secreto que intervenía ilegalmente los teléfonos de los ciudadanos británicos, incluidos los miembros de la Familia Real. El objetivo de las escuchas era conocer detalles de la vida privada de figuras relevantes del país, que se publicarían posteriormente en las páginas del tabloide.

Al parecer, el documento es simplemente uno más de la lista, dado que ya ha habido informes parlamentarios, dimisiones y disculpas. Y habrá persecuciones judiciales, porque este tipo de delito es punible y no solo en el Reino Unido.

Uno de los miembros de la comisión parlamentaria, Paul Farelly, ofreció unas detalladas explicaciones del caso en una entrevista concedida al diario The Guardian. Señaló que el primer problema consistió en que la corporación perteneciente a Murdoch se resistió hasta el último instante, obstaculizando la investigación. Y además se intentó con demasiado ahínco achacar toda la culpa a aquellos quienes pusieron el plan de las escuchas telefónicas en marcha, que eran solo sus meros ejecutores.

Por lo tanto, el principal mérito de la Comisión formada por los miembros del Parlamento Británico fue atribuir toda la responsabilidad personalmente a Rupert Murdoch, de 81 años de edad, con el que la exdirectora de The News of the World se entrevistaba con mucha frecuencia. Es decir, lejos de ser un distante propietario de un negocio, el magnate parece haber estado muy al tanto de todo. En el informe presentado también se hace mención a la “la cultura corporativa filtrada al resto de la organización desde la cúpula”, es decir, desde su puesto de dueño del imperio mediático.

La reacción de la empresa News Corp, que administra todas las propiedades de Rupert Murdoch, fue bastante ambigua. Por una parte, insistió, los postulados del informe son “injustos y en gran medida parciales”. Pero por otra parte, añadió, el documento contiene la “cruda realidad” sobre lo ocurrido.


Censurando a los magnates

¿Por qué toda esta situación se convirtió en una noticia impactante? No solo porque tan solo en el Reino Unido el imperio mediático de Murdoch acaparara entre el 30% y el 40% del público del país, lo que convertía a su dueño en una influyente figura de la política, temida incluso por algunos primeros ministros. Y de hecho sigue siendo propietario de un gran número de medios de comunicación con clara preferencia por  los periódicos sensacionalistas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, así como en su Australia natal y en otras partes.

Y no porque no haya en el mundo otro magnate mediático de semejante influencia. Con sus 8.300 millones de dólares de patrimonio ocupa el puesto 106 en la lista de las personas más ricas del mundo. Todo este dinero lo ganó gracias a los periódicos, la televisión, el cine e Internet. Dicen los ingleses que lleva “la tinta de la imprenta en la sangre”.

Por supuesto, siempre se ha considerado un gurú en los temas de lo bueno, lo malo, lo ético y lo prohibido en los medios de comunicación. Su nombre nunca ha dejado de citarse en los cursos de periodismo impartidos en los más variados países.

El informe de los parlamentarios británicos es tan relevante porque es difícil recordar que a un propietario de un medio de comunicación, incluso mucho más insignificante que Murdoch, se le condenara desde el punto de vista moral. Los británicos, sin embargo, no tuvieron reparos de llamarle la atención “al mismo Rupert Murdoch”. Y deberíamos estarles agradecidos por haber sentado el precedente.

Parece completamente inimaginable que el 1999 el Parlamento ruso presentara un informe en el que se señalara que los magnates mediáticos Vladimir Gusinski o Boris Berezovski no eran “aptos” para dirigir los medios de su propiedad, por inculcar a sus periodistas principios equivocados. ¿Acaso habría sido posible hacer una declaración de este tipo en un país de joven democracia y recién establecida por la Constitución y la legislación vigente libertad de prensa?

Y de haberlo hecho Rusia, el Parlamento británico seguramente se habría indignado sobremanera. No obstante, ahora hemos de reconocer que hay que saber ser el primero, sin esperar que otros se te adelanten y proclamen cosas evidentes.

Porque no deja de ser evidente que los medios de comunicación, considerados hasta hace poco uno de los pilares de la democracia, durante un largo período de tiempo estuvieron fuera del alcance de las críticas, gozando de una especie de inmunidad. Mientras tanto, podían censurar lo que les viniera en gana.

Como resultado, numerosos medios de comunicación, también en Rusia, han perdido ya toda noción de lo ético, absortos en su tarea de avasallar a las masas, que viven hechizadas por las noticias sensacionalistas, creyendo disfrutar de la libertad y la democracia.


Los conservadores y los principios éticos

El diablo, como bien se sabe, está en los detalles, y en nuestra historia los tenemos en abundancia.

En primer lugar, el nombre oficial de la comisión que presentó el informe es “de Cultura, Medios y Deportes”. Sin embargo, suelen tratar asuntos éticos. Es una buena idea que la cultura y los medios de comunicación sean considerados de manera conjunta. Y vistos con un ojo crítico desde el punto de vista de la moral.

En segundo lugar, el Parlamento británico no tiene potestades para quitarle los medios de comunicación a su propietario, pero sí para retirarle la licencia. Y actualmente los legisladores recibieron la posibilidad de traspasar el principio de “la propiedad es sagrada” y por lo tanto pueden declarar que los medios han de tener otro objetivo, aparte de traer beneficios.

Otro detalle: los miembros de la comisión parlamentaria se dividieron en función de su afiliación política en lo relativo a la frase que había de aplicarse a Rupert Murdoch. Los laboristas y los liberales se pronunciaban a favor y los conservadores, siempre tan mesurados, insistían en que los parlamentarios se metían en asuntos que no eran de su incumbencia. Aunque, en realidad debería ser al revés: los valores éticos y tradicionales deberían prevalecer sobre los ilimitados derechos de propiedad privada.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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