El pasado martes, la Unión Europea canceló la visita del Presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich a Bruselas acordada para el 20 de octubre, con el fin de sostener consultas entre el gobierno ucraniano y las autoridades comunitarias.
Oficialmente, se habló de un aplazamiento de la visita, pero si se niega a recibir a un presidente de una forma tan ostensible, estamos ante una evidente afrenta diplomática.
La situación de Yanukóvich, no obstante, no es tan grave todavía como la del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, considerado el principal paria de Europa, pero todo parece indicar que las relaciones entre la Administración del presidente ucraniano y Bruselas están empeorando.
La visita a Bruselas debió ser la fase final de los preparativos para la Cumbre Ucrania – UE en Kiev, cuya celebración estaba prevista para el próximo diciembre.
En la agenda de esa cumbre figuraba a firma de dos documentos clave: un acuerdos de asociación y otro sobre la creación de una zona de libre comercio. No obstante, la situación dio un cambio brusco, después de que un tribunal ucraniano pronunció una sentencia condenatoria contra la ex primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko.
Bruselas esperó hasta el último momento que la Rada Suprema (Parlamento ucraniano) aprobara un proyecto de Ley sobre la despenalización de una serie de delitos económicos, incluidos los del Artículo 365 del Código Penal, aplicado al caso de Yulia Timoshenko, lo que haría posible la amnistía para la procesada. Al quedar evidente que en los próximos días el Parlamento no tenía previsto considerar dicho proyecto de Ley, se optó por aplazar la visita de Víctor Yanukóvich.
La portavoz de la Comisión Europea, Maja Kocijancic, dio a entender que de momento, se trata de una señal de desacuerdo y que Bruselas no rompe definitivamente las relaciones con Ucrania.
Según sus palabras, “la reunión del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, con el presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, se aplazará hasta que haya unas condiciones más favorables para el progreso en las relaciones bilaterales entre la UE e Ucrania”.
En realidad, se necesita una única condición: anular la sentencia o aplicar la amnistía a Yulia Timoshenko y permitirle el acceso a las elecciones parlamentarias de 2012. El resto de las exigencias no son importantes.
Ucrania, un dolor de cabeza para Europa
La Unión Europea se ha visto en una situación bastante delicada: todavía no ha tenido que solucionar problemas de este tipo en sus fronteras orientales. En Bruselas, al igual que en la OTAN, siempre han sido bienvenidos los países llamados en la actualidad “antiguos satélites de la URSS”, porque de esta manera se los arrancaba del los brazos de Rusia.
Desde el punto de vista de la geopolítica es un proceso absolutamente lógico y comprensible. Ucrania, por su parte, es el “antiguo satélite” más grande y desarrollado.
El presidente Yanukóvich, siguiendo la tradición de su antecesor Víctor Yúschenko, aunque con menos brío, en más de una ocasión ha manifestado que Kiev aspira a participar en la integración europea y a convertirse en un miembro de la Unión Europea.
En opinión de Yanukóvich, todo debería seguir el rumbo previsto, considerándose el asunto de Timoshenko al margen de las relaciones del país con la UE. En la reunión con los representantes de los medios de comunicación extranjeros, celebrada el pasado lunes, el presidente ucraniano declaró que “el asunto de la integración europea de Ucrania debería considerarse independientemente del caso Timoshenko”.
Al mismo tiempo, añadió que “el Acuerdo sobre la asociación de Ucrania (en la UE) que plasma las perspectivas de la integración de Ucrania en la Unión Europea es sumamente importante” para Kíev. Dicho Acuerdo de asociación podría verse como un primer paso hacia esta integración.
Sin embargo, las paradojas de la política interior ucraniana hicieron que las cosas se volvieran absurdas: la UE se ve en la necesidad de defender a la antigua primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, una ferviente partidaria de orientación hacia los países occidentales, procesada, sin embargo, por haber firmado un acuerdo sobre gas claramente ventajoso a Rusia en el juzgado del ya no tanto prooccidental presidente Yanukóvich.
Por otra parte, a Yanukóvich en la UE se le caracteriza como todavía más pragmático que sus antecesores y se muestra la disposición de cooperar con él.
No obstante, Ucrania, debido a este “preocupación por el destino de Yulia Timoshenko” podría alejarse de Bruselas y acercarse a Moscú, algo que a la UE le gustaría evitar.
El primer ministro de Ucrania, Serguei Tiguipko, en una entrevista concedida el pasado 18 de octubre al diario Día señaló que si Ucrania sigue recibiendo de la UE señales inequívocas y negativas, podría aumentar la posibilidad de que se reoriente hacia la participación en la Unión Aduanera, junto con Rusia, Kazajstán y Bielorrusia.
Se puede decir con toda seguridad que a la Unión Europea le ha costado imponer el veto a la visita de Víctor Yanukóvich y los debates pertinentes dividieron a la UE en dos bandos. Uno de ellos, integrado por los Países Bálticos, Hungría, Bulgaria, Rumania y Austria y liderada informalmente por Polonia, el principal patrono de Ucrania dentro de la UE, siguen insistiendo en que el Acuerdo sobre asociación ha de ser firmado en cualquier caso. Y consideran que todo tipo de juegos políticos a la justicia en el juzgado es una cosa peligrosa, además de dañina, porque nunca se sabe cómo reaccionará Kiev a las exigencias formuladas.
El pasado 10 de octubre en la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de los países comunitarios, el Jefe de la diplomacia lituana, Andronius Azubalis, manifestó que el Acuerdo sobre asociación debe ser firmado lo antes posible, porque ayudará a introducir a Ucrania en la esfera de influencia occidental, cambiando para décadas por venir toda la geopolítica europea.
Tampoco son tan fuertes las ganas de integrarse
El aplazamiento de la visita de Yanukóvich a Bruselas todavía no significa que la Cumbre de diciembre será suspendida. Bruselas incluso expresa la esperanza de que se llegue a celebrar, pero, por supuesto, si Kiev se enmienda, es decir, si concede la amnistía a Yulia Timoshenko, para que pueda participar en las elecciones parlamentarias previstas para 2012. No es fácil imaginarse este desarrollo de los acontecimientos, dado que contra Timoshenko se ha abierto otro sumario.
Son los “miembros mayores” de la UE los que se pronuncian por no recibir a Yanukóvich en Bruselas. El otro bando de la dividida en dos Unión Europea está compuesto por Alemania, Francia, Países Bajos, la mayoría de los comisarios de la Comisión Europea, es decir, por los “altos mandos”.
A ninguno de ellos le gustaría en estos tiempos de crisis plantearse la posibilidad de la integración en su familia de otro poble familiar de las zonas orientales. La ampliación de la Unión Europea no es precisamente un tema que esté de moda. Y menos la ampliación para un país en permanente crisis política y económica con cerca de 46 millones de habitantes. Con Grecia parece suficiente.
Hay que tener en cuenta también que las ganas de Ucrania de integrarse en la UE tampoco son demasiado fuertes. “Una situación ideal para ellos (léase, Yanukóvich y empresarios ucranianos) sería conseguir una zona de libre comercio y la libertad de circulación por el espacio comunitario, señaló al diario EU Observer un empresario occidental que tiene 15 de experiencia de trabajo en Ucrania. -Quieren hacer dinero en Europa y desplazarse sin problemas.
Lo último que quieren es que los burócratas de Bruselas reciban más control sobre cómo gobiernan al país”, concluyó.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
