El 11-S y la amenaza del terrorismo 10 años después

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Tanto los gobiernos y servicios de seguridad como los ciudadanos de a pie en el Occidente y en Rusia cayeron en la cuenta de que el terrorismo es la principal amenaza y que los ataques terroristas pueden ocurrir donde sea: en el cielo, como sucedió en EEUU, o bajo tierra, como en el metro de Moscú.

Alexandr Shumilin, director del Centro de Análisis de Conflictos de Oriente Medio, analiza las amenazas terroristas existentes hoy día, 10 años después del 11-S.

- Todos recordamos la tragedia ocurrida en EEUU el 11 de septiembre de 2001. ¿Pasados 10 años se puede decir que el mundo es más seguro y que la amenaza que provenía del Oriente Próximo desapareció?

No se puede decir que esta amenaza desapareció, sigue existiendo, aunque de otra forma. Es verdad que el mundo de hoy es más seguro que hace 10 años. Tanto los gobiernos y servicios de seguridad como los ciudadanos de a pie en el Occidente y en Rusia cayeron en la cuenta de que el terrorismo es la principal amenaza y que los ataques terroristas pueden ocurrir donde sea: en el cielo, como sucedió en EEUU, o bajo tierra, como en el metro de Moscú. La gente y los sistemas de seguridad y políticos están preparados para resistir y luchar contra el terrorismo y esto da sus resultados.

En EEUU estos resultados se aprecian a simple vista, vemos que no se produce ningún atentado terrorista. No se puede decir lo mismo de los países de Europa pero esto se debe a un conjunto de problemas migratorios. En Rusia la situación es diferente, ya que los terroristas frecuentemente son ciudadanos rusos pero son apoyados desde el extranjero, en la mayoría de los casos del Oriente Próximo, en particular por Al Qaeda. No obstante, a juzgar por los informes oficiales del Servicio Federal de Seguridad sobre los atentados prevenidos en Rusia, la lucha contra el terrorismo en nuestro país también es eficaz. Sin embargo, esta amenaza no está erradicada del todo y tenemos que estar alerta, al igual que EEUU, donde en los días de celebración de los actos conmemorativos del 11 de septiembre se anunció una amenaza elevada de ataques terroristas.

- Tras lo sucedido el 11 de septiembre EEUU aplicó medidas de seguridad, bastante rigurosas, muchos hablan incluso del estado policial. Estas medidas incluyen inspecciones rigurosas en los aeropuertos, el estricto régimen de visados y muchas otras cosas que permiten proteger la vida de los estadounidenses. En Rusia no se consiguió lo mismo, los ciudadanos viven bajo amenaza terrorista y se sienten inseguros. ¿Podrán las revoluciones en el Oriente Próximo empeorar la situación en este sentido? O sea, estamos viendo a los regímenes muy longevos derrumbarse y a los extremistas ocupar su lugar. ¿Esto significa que la amenaza aumenta?

De momento no está claro. Sin duda, se recurre a esta lógica a la hora de analizar lo ocurrido recientemente en los países árabes, pero todavía no hay nada definitivo, en ninguno de los países está formado un gobierno oficial, no ha habido elecciones y no se sabe qué fuerzas políticas saldrán ganando al fin y al cabo. Está claro que en Egipto el ejército sigue controlando la situación e intenta impedir revueltas de otra índole que las anteriores. En Túnez la situación está en calma  pero de tanto en tanto surgen pequeños disturbios, sobre todo a causa de inactividad de las autoridades que no se dan prisa para llevar a cabo las reformas.

Es decir, todavía no se puede afirmar que los regímenes anteriores están aniquilados y los países están abiertos para el terrorismo. Se podrá afirmar algo semejante si tenemos pruebas fehacientes de que los partidarios de grupos radicales, no de grupos simplemente islamistas como los Hermanos Musulmanes en Egipto, sino de los radicales tipo Al Qaeda, empiezan a obtener libertad de acción en el escenario político. Ahora, a pesar del caos aparente, se mantiene un rígido control sobre grupos extremistas, aunque el proceso va cobrando una clara dimensión política.

- ¿Cuál es la fuente de amenaza entonces?

La amenaza proviene directamente de los grupos radicales que están vinculados a Al Qaeda. Están presentes, en particular, entre las fuerzas opositoras en Libia, pero tanto el Consejo Nacional Transitorio como los países del Occidente aplican medidas para contenerlos. Prácticamente no están presentes en Egipto, no existen en Túnez. Así que, repito, de momento no hay ningún motivo para afirmar que los radicales obtuvieron más libertad de acción a causa de la ola de revoluciones árabes.

- ¿Es posible encontrar una solución del problema de terrorismo y erradicarlo en el Oriente Próximo para, de esta manera, erradicar la amenaza para Rusia y para el Occidente?

Creo que si en los países árabes se realizan los guiones positivos, aumentará considerablemente la posibilidad de exterminar el terrorismo y el radicalismo. Las sociedades de Egipto y Túnez no toleran a los radicales, ni siquiera a los islamistas moderados. Si al poder llegan los partidos laicos, habrá más posibilidades de garantizar seguridad al mundo.

Pero son cosas muy diferente porque la amenaza real emana de Al Qaeda, una red terrorista con centros en los países ajenos a la “primavera árabe” – en Pakistán, Afganistán, en las montañas de Yemen... Y los radicales seguirán luchando también contra los nuevos gobiernos, como pasa en Egipto donde Al Qaeda tachó a los Hermanos Musulmanes de traicioneros ya que habían traicionado la causa del Islam al participar en el proceso político.

Algo semejante se puede observar en otros países. Es poco probable que se consiga eliminar del todo el terrorismo pero sí se podrá contrarrestar con más éxito las actividades de grupos extremistas.

- ¿Qué papel podrán jugar Rusia y EEUU en esta lucha?

Estados Unidos desempeña un papel muy importante. Cabe recordar que ya la administración de Bush exhortaba a los entonces presidentes de Egipto, Túnez y Libia a llevar a cabo reformas democráticas para precisamente evitar lo que al fin y al cabo sucedió. EEUU veía en la democratización una garantía para la modernización de la sociedad y eliminación del terrorismo. Primero Bush, luego Obama han seguido esta política. Rusia también declaró como su objetivo contribuir a la tarea de erradicar el terrorismo y extremismo en los países  árabes, pero no aplicó ningún esfuerzo concreto.

Habría sido suficiente demostrar apoyo político por parte de Rusia para dinamizar esta tendencia pero, desgraciadamente, no siempre se realiza de forma consecutiva. En este sentido los contactos con Hamas contradicen a la declarada orientación a la lucha contra el terrorismo. Por lo tanto, las posturas de EEUU y Rusia coinciden en rasgos generales a excepción de algunos detalles, por ejemplo la actitud hacia Hamas.

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