El éxito de la OCS radica en los esfuerzos por buscar el equilibrio

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Este sistema de contrapesos frena, en cierto grado, la actividad de la organización, pero también contribuye a su estabilidad.

Los líderes de los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebraron estos días su décimo aniversario.

El grupo de Estados, que hace tiempo se unieron para atender un tema de importancia secundaria (la regulación de disputas entre China y las antiguas repúblicas soviéticas) adquirió peso como un actor de política regional y hasta  mundial.
La OCS es una de las pocas estructuras que, en el caótico ambiente internacional de hoy, ostenta afianzamiento, a diferencia de otras organizaciones que padecen erosiones.

Esto se debe a tres factores. Primero, es que va subiendo el peso de las organizaciones regionales en general, tanto más se refiere esto a la parte de Eurasia de la que se hace cargo la OCS y que actualmente representa uno de los temas de mayor interés global.
En segundo lugar, es que los países miembros se dan cuenta de que tienen muchos intereses entrelazados para cuya coordinación hace falta una plataforma especial.
El objetivo es conseguir un balance gracias a la específica y ventajosa composición de la organización.
El que lo integren dos potencias grandes, China y Rusia, permite evitar que alguno de los miembros venga a predominar, y la presencia del país tan seguro de sí mismo que se desarrolla activamente, como Kazajstán, contribuye más aun a la estabilidad dentro de la región.

Primero la OCS fue vista en Occidente como un nuevo intento de Moscú de forjar algo contra EEUU y, al mismo tiempo, subrayar su propia significancia. Sin embargo, a excepción de la declaración del 2005, cuando los miembros de la OCS propusieron que EEUU fijara el plazo para la presencia de sus tropas en la región, no ha habido ninguna otra manifestación de carácter antiestadounidense por parte de la organización. (A propósito, desde entonces el interrogante sobre la retirada de las tropas de EEUU nunca ha sido planteado de nuevo).

Más aún, la negativa de permitir la entrada en la organización de Irán, que lo busca desde hace tiempo, explica que la entidad evita crear la errónea sensación de que la organización esté ideada en contra del Occidente.

Según criterios objetivos, la OCS es capaz de convertirse en el principal poder estabilizador para la región de Asia Central y del Sur.
No es de extrañarse que se discuta ahora la suspensión del tácito moratorio sobre la ampliación, vigente hasta este año. En el curso de la visita del presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, a Moscú en mayo pasado, su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, se pronunció en el público por la integración de Islamabad en la OCS. Asimismo, Rusia ya declaró más de una vez que está por la entrada de India.
Está claro que esta idea no cae bien a Pekín, pero teniendo en cuenta que China está interesada en la integración de Pakistán, se aplicará una política de compromisos y acuerdos multilaterales.

El tema regional número uno es el porvenir de Afganistán después de la retirada de las tropas de la OTAN y EEUU o después de que cambie el formato de su presencia.
Hasta ahora nada está claro debido a que no se conoce la estrategia de EEUU. Es probable incluso que no está elaborada por ahora, ya que Washington hace comentarios contradictorios sobre sus objetivos acerca de Afganistán y las vías para alcanzarlos.
En todo caso, los países miembros de la OCS deben estar preparados para cualquier variante de desarrollo de la situación.

Si algún día en la organización entran India y Pakistán, la OCS reunirá casi a todos los estados (a excepción de EEUU e Irán que goza de estatus de observador dentro de la organización) que son capaces de influir en los acontecimientos en Afganistán. Claro que esto no es una garantía de la resolución del problema, pero sí que dota la OCS de las mayores capacidades potenciales para contribuir a su solución.

Lo dicho no significa que los países miembros coincidan en todo. En primer lugar, Moscú y Pekín tienen visiones contradictorias de la tarea principal de la OCS. Rusia intenta inducir China a que la organización vaya convirtiéndose en un actor estratégico y político que preste más atención a la seguridad regional y, tomando en consideración el papel de la región, la mundial.
China, al igual que en muchos otros casos, intenta evitar este tema, haciendo hincapié en la cooperación comercial y económica. En otras palabras, Moscú quisiera ver la OCS como el medio para el afianzamiento de su presencia estratégica en Asia Central, mientras que China, como una herramienta para su expansión económica.

Por ahora, entre los intereses de los dos participantes grandes se mantiene el equilibrio: China es mucho más fuerte que Rusia desde el punto de vista económico, pero Rusia posee todavía grandes capacidades políticas aseguradas, en particular, por el miedo que tienen los países centroasiáticos ante el poder económico de Pekín.

Este sistema de contrapesos frena, en cierto grado, la actividad de la organización, pero también contribuye a su estabilidad. De predominar una de las partes, lo más probable que la OCS perdería su idoneidad: la parte perdedora bloquearía sus actividades o buscaría recompensación urdiendo intrigas dentro de la organización, lo que la privaría de su ventaja principal, capacidad de desarrollo uniforme y progresivo.

El riesgo de que la situación se desarrolle en esta dirección existe, porque Moscú puede quedar sin sus ventajas políticas, perdiéndose el equilibrio entre Rusia y China. China, entretanto, se porta de manera muy cautelosa, sin poner de relieve su preeminencia cuando no sea necesario.
Además, Pekín está interesado en el afianzamiento de la OCS como de un sujeto regional, porque China, en cualquier caso, mantendrá allí su lugar. Y como el nivel de la inestabilidad internacional, a juzgar por todo, seguirá subiendo en próximos años, la segunda década de la OCS promete muchos más eventos y actividades que la primera.

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* Fiodor Lukiánov, es director de la revista “Rusia en la política global”, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.

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