Reflexiones un año después de los atentados en el metro de Moscú

© RIA Novosti . Ruslan Krivobok / Acceder al contenido multimediaLos moscovitas no se olvidaron de los fallecidos, y el pasado lunes, 28 de marzo, decenas de personas llevaron flores en memoria de la tragedia.
Los moscovitas no se olvidaron de los fallecidos, y el pasado  lunes, 28 de marzo, decenas de personas llevaron flores en memoria de la tragedia. - Sputnik Mundo
Síguenos en
Hace un año, el 29 de marzo, en el metro de Moscú ocurrieron dos explosiones. Los atentados ocurrieron con 45 minutos de intervalo en dos estaciones céntricas de la misma línea de metro ocasionado 40 muertos y más de 160 heridos.

Hace un año, el 29 de marzo, en el metro de Moscú ocurrieron dos explosiones. Los atentados ocurrieron con 45 minutos de intervalo en dos estaciones céntricas de la misma línea de metro ocasionado 40 muertos y más de 160 heridos.

Los moscovitas no se olvidaron de los fallecidos, y el pasado  lunes, 28 de marzo, decenas de personas llevaron flores a los vestíbulos de las dos estaciones en memoria de la tragedia. Otra cuestión es si se aprendió alguna lección de lo ocurrido.

Una capital vulnerable

El atentado del año pasado fue asestado con una escrupulosa precisión con el fin de causar el mayor número de víctimas. Fue el primer día de la semana, en la hora de máxima afluencia – de ocho a nueve de la mañana – cuando miles de personas van al trabajo. Además fueron elegidas dos estaciones en importantes puntos de transbordo con otras líneas. En pleno centro, en el mismo corazón de la capital.

Los atentados pudieron ocurrir una semana antes o una semana después. Aquélla no fue ninguna fecha especial ni memorable. El problema está en que una semana antes o una después nos habría cogido igualmente por sorpresa. A todos nosotros: la policía, los servicios secretos, las autoridades metropolitanas y demás moscovitas y visitantes de la ciudad. A todos, menos los que se habían preparado minuciosamente para el crimen.

La gran urbe se vio impotente ante los terroristas. Y no es de extrañar. Es técnicamente imposible controlar todas las entradas, salidas y lugares de concentración masiva de personas o registrar a cada pasajero del metro. Si se llega a instalar los arcos detectores de metales en todas las estaciones la ciudad quedará paralizada y colapsada en los primeros diez minutos.

Por muy profesional y eficientemente que trabajen las entidades competentes no pueden prevenir todas las amenazas. No es casual que semejantes atentados habían ocurrido en otras grandes capitales, por ejemplo, en Londres en 2005, también en los trenes del metro. En Londres murieron 52 personas y unas 700 resultaron heridas.

En Moscú también había pasado antes. El homicidio terrorista más terrible tuvo lugar en 2004 entre dos estaciones de metro con 41 muertos y más de 250 heridos.

Incluso en los pequeños estados como Israel, cuya población vive en permanente alerta por posibles ataques terroristas y donde cada puerta está bajo vigilancia, de tanto en tanto el sistema de seguridad falla y se producen explosiones, como la del pasado 23 de marzo en la parada de autobús en Jerusalén.

Qué decir de la gigante megalópolis como Moscú donde es muy fácil perderse entre la multitud de personas que van apresuradas a las oficinas sin fijarse en los demás pasajeros por más exótica apariencia que tengan. Y la tarea se complica más si los terroristas tienen una apariencia normal y corriente.

Las peculiaridades del terrorismo en Rusia

Todas estas circunstancias tristes pero objetivas obligan a los ciudadanos, autoridades y policía a actuar, ya que la inactividad sólo puede llevar a la absoluta impotencia.

A diferencia de la mayoría de los terroristas en otros países, los terroristas rusos procuran permanecer en el anonimato, no representan organizaciones concretas ni plantean reivindicaciones políticas ¿cómo se puede luchar contra ellos?

Contra los que mecánicamente hacen estallar las bombas y matan, muchas veces sacrificándose a sí mismos. Y luego aparece en YouTube un hombre barbudo y misterioso en medio del bosque que se responsabiliza por todos los atentados en conjunto.

Como el fanfarrón de Salmán Radúyev, un líder separatista checheno que en su momento estuvo dispuesto a asumir la resposabilidad hasta por la explosión de depósitos militares en el Lejano Oriente ruso a miles de kilómetros de distancia de Chechenia.
Existen, sin embargo, personajes menos caricaturescos, criminales mucho más peligrosos que se dedican a organizar y preparar los ataques terroristas. Lo ideal sería poder capturarles en esta primera fase. Esto es lo que pretenden hacer servicios secretos y fuerzas especiales del Comité Nacional Antiterrorista.

Por supuesto, no alardean de sus éxitos. Sólo informan con pocas palabras sobre decenas de atentados prevenidos o sobre las detenciones de los implicados en los atentados que desgraciadamente no pudieron ser prevenidos.

Una guerra que no tiene fin

Como no se pudo prevenir las explosiones en el metro de Moscú en marzo del año pasado, o en enero de este año en el aeropuerto moscovita Domodédovo. En estos casos no queda otra que reaccionar “a posteriori”, y así cualquier medida resulta inevitablemente más demostrativa que eficaz.

El año pasado en la línea de metro siniestrada se reforzó notablemente la vigilancia. El “refuerzo cuantitativo” saltaba a la vista, el “cualificativo” que lo valoren los especialistas.

Es algo extraño reforzar la vigilancia del lugar donde ya ocurrió el atentado. Posiblemente, eso produce un efecto psicológico y parte de los pasajeros se sienten más tranquilos. A pesar de que se dice que “las bombas no caen nunca en el mismo cráter” siempre produce temor pasar por el lugar de una tragedia reciente.

Será por eso que la vigilancia reforzada crea una sensación que la situación está bajo control. Pero, claro está, no es suficiente. Además, poco a poco el refuerzo desaparece.

Tras los atentados en el metro capitalino el presidente de Rusia Dmitri Medvédev firmó el decreto sobre la creación de un sistema de seguridad completo en el transporte.

En una de las estaciónes céntricas e importante punto de transbordo fue equipado un puesto de control de pasajeros y equipajes. Si funciona bien se planea dotar con este tipo de sistemas todas las estaciones del metro. A finales de enero de este año el Jefe de Estado inspeccionó personalmente las instalaciones e instó a ponerlas en marcha cuanto antes.

Desde mediados de marzo, justo antes del aniversario de la desgracia, la zona de control empezó a funcionar.

Pero sólo en una de las estaciones. Y antes de su puesta en marcha ya hubo otro homicidio terrorista en el aeropuerto Domodédovo. Esto promovió una campaña para la instalación de los arcos detectores de metales en los aeropuertos y estaciones de tren.

Pero testigos informan que los arcos no funcionan o pitan todo el rato sin que los policías detengan el paso de pasajeros. ¿Seguirá así hasta el próximo atentado que volverá a provocar una actividad frenética?

Está claro que nos gustaría a todos descartar la posibilidad de los “próximos atentados”. Pero el “Cáucaso es inestable”, según lo calificó en un discurso del septiembre de 2009 Dmitri Medvédev, no se estabilizará  en este tiempo. Rusia está en plena guerra contra el terrorismo y esta guerra está muy lejos de terminar.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала