Washington evalúa sus pérdidas en Egipto

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Los dramáticos acontecimientos en Egipto coincidieron con la iniciativa estadounidense de suspender ayuda a los gobiernos extranjeros.

Los dramáticos acontecimientos en Egipto coincidieron con la iniciativa estadounidense de suspender ayuda a los gobiernos extranjeros.
Se trata de una suma de 16.000 millones de dólares. Esta propuesta fue planteada por Randal Paul, el ahora senador de Kentukcy, republicano y uno de los líderes del Tea Party Movement.

Aunque los 1.500 millones de dólares que se asignaban anualmente a Egipto, no justificaban la inversión de Washington, el cese de la ayuda en estos días no ha sido más que una casualidad.

En realidad, es habitual que los parlamentos de reciente formación muestren reticencias por financiar cosas extranjeras y ajenas.
Pero también es verdad que Egipto ha causado un gran trastorno en la política exterior, las costumbres y los hábitos de EEUU en la región durante los últimos decenios. Es posible que en un futuro a medio plazo, EEUU deba cambiar el carácter de su política exterior.

El Cairo que se ha perdido…

Por lo que respecta a Rusia, la revolución egipcia no va a tener apenas repercusión. El turismo no se verá muy perjudicado, porque es difícil espantar al turista ruso. Los proyectos iniciados y previstos en el terreno de las comunicaciones, energía, ciencia y tecnología seguirán su curso con cualquier gobierno, aunque sufran determinadas enmiendas y prórrogas. Lo único preocupante podría ser la posibilidad del extremismo religioso en Egipto, como ocurrió en Teherán en 1979, pero con un activo perfil terrorista de cara al exterior, extremo del que adoleció el régimen iraní. En este caso, Moscú tendría que tomar cartas en el asunto.

Sin embargo, para EEUU la situación es muy diferente y la Casa Blanca no para de convocar reuniones sobre la cuestión egipcia. Bulle la actividad y la prensa no cesa de reflejar el asunto en sus tribunas.

Los periódicos reflejan la agitación en el ánimo del público estadounidense. Para la mayoría de la gente es normal ponerse instintivamente del lado del pueblo rebelde y oprimido que intenta derrocar el poder. Pero, por su parte, las publicaciones especializadas ya se han puesto a desgranar todos los datos, a analizar lo que está pasando y lo desesperada que es la postura de EEUU en la zona. Hay muchos hechos curiosos…

Se habla de más de 70.000 millones de dólares concedidos por los Estados Unidos a Egipto durante los 30 años de gestión del actual presidente Hosni Mubarak. Una fuerte inversión que sólo ha dado como único resultado la exhortación del Departamento de Estado a todos los  ciudadanos de EEUU a abandonar Egipto sin pérdida de tiempo.

Así, una de las mejores revistas estadounidenses dedicada al análisis de las relaciones internacionales, Foreign Affairs, ha mencionado entre los “beneficios“ por estos 70.000 millones, la apertura del canal de Suez y la paz con Israel, el socio preferido de EEUU en Oriente Próximo, que gracias a la paz con Mubarak pudo obtener el petróleo egipcio. También se han construido asentamientos en territorio palestino, se ha intervenido en el Líbano dos veces y bombardeado Irak y Siria con la ayuda logística de Egipto.

Washington, evidentemente, obtenía su contrapartida por el apoyo al régimen de Mubarak. Egipto sirvió de apoyo clave para EEUU en las dos guerras contra Irak. Y parecía que el dinero gastado rendía sus frutos.

Pero el problema es que las directrices políticas de Washington no coincidían, nunca han coincidido  con la opinión pública egipcia, comenta la revista. Por eso, la situación actual en Egipto recuerda a la de Irán en 1979, cuando fue derrocado el Sha, cuyo régimen también había sido abundantemente alimentado económicamente por la Casa Blanca para que EEUU y sus aliados pudieran obrar en la región a su antojo. Este hecho sirvió para que naciera un profundo odio hacia EEUU, hasta tal punto que tanto las autoridades como la oposición en Teherán coincidieron en el deseo de desarrollar su propio programa nuclear.

Conclusiones

Es lógico que el apoyo prestado al Sha y a Mubarak sirviera para que no actuaran en contra de los intereses de EEUU. Esto ilustra la política real de Estados Unidos en el ámbito internacional, política que parte de la premisa de que hay que apoyar a quién les sirve de apoyo; algo que va un poco a contrapelo de la demagogia propagandística de la defensa a las libertades, los derechos humanos y la democracia. No obstante, no hay que espantarse, la política de pactos y alianzas es normal. Lo era siempre.

Al mismo tiempo, como subrayó uno de los columnistas del Washington Post en la edición del pasado jueves, a raíz de los acontecimientos en Egipto se produjo un cambio interesante en la filosofía de los dos partidos estadounidenses.

“El clásico republicano conservador siempre ha pensado que a los gobiernos extranjeros se les puede democratizar (léase, convertir en partidarios de EEUU) donde y cuando fuera. Sin embargo, los neoconservadores de hoy, incluidos los del Tea Party, se acercan más a la figura del demócrata clásico que recomienda distanciarse de los dictadores. Por su parte, algunos demócratas se están  “republicanizando” y abogan por un mayor pragmatismo en las relaciones exteriores. Obama se aprovecha de esta confusión de conceptos y mantiene una postura muy cautelosa hacia Egipto”.
La presente situación no sólo conllevará el establecimiento de un nuevo gobierno en Egipto, sino que hará que EEUU revise su papel de gran potencia y sus posibilidades de injerencia en el mapamundi político. El resultado final todavía tardará en saberse.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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