¿Por qué en Rusia ocurren más atentados que en EEUU con sus guerras?

© RIA Novosti . Andrei Stenin / Acceder al contenido multimediaEl reciente atentado con explosivos en el aeropuerto de Domodédovo se suma a la lista negra de este martirologio de tragedias.
El reciente atentado con explosivos en el aeropuerto de Domodédovo se suma a la lista negra de este martirologio de tragedias.  - Sputnik Mundo
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En los últimos diez años Rusia ha sido víctima de un número elevado de atentados terroristas de mayores dimensiones de todo el mundo, a pesar de que oficialmente se encuentra en estado de paz.

En los últimos diez años Rusia ha sido víctima de un número elevado de atentados terroristas de mayores dimensiones de todo el mundo, a pesar de que oficialmente se encuentra en estado de paz.
 
El reciente atentado con explosivos en el aeropuerto de Domodédovo se suma a la lista negra de este martirologio de tragedias.

El número de víctimas es incomparable con las pérdidas del 11 de septiembre del 2001, cuando los terroristas de Al-Qaeda lanzaron el ataque aéreo contra Nueva York, Washington y el Pentágono.

En aquellas tragedias murieron casi 3000 personas. Pero desde entonces, y de eso hace ya 10 años, en EEUU no ha vuelto a ocurrir ningún atentado terrorista de grandes dimensiones (las matanzas masivas perpetradas por enfermos mentales y el libre porte de armas, es un problema estadounidense aparte).

A los rusos les puede parecer que los americanos son tontos, por el hecho de que en vez de reírse a carcajadas se ponen a buscar el pasajero que anuncia que lleva una bomba en su maleta. Mucha gente se indigna porque le toman las huellas dactilares y por los controles de rayos x en los aeropuertos. Pero, tal vez, por esto, en Nueva York no han ocurrido tantos atentados como en Moscú.

Cualquier metrópoli siempre será un blanco para los terroristas. Nueva York, la quinta esencia del capitalismo occidental, forma parte de la lista de enemigos jurados de los fundamentalistas. Igual que Moscú, se encuentra en el punto de mira de las organizaciones internacionales islamistas radicales.

“Si lo adviertes, denúncialo”  (y un número de teléfono). Este es el anuncio que se oye habitualmente en el transporte público de Nueva York. De vez en cuando se hace un llamamiento a los pasajeros para que busquen a su alrededor objetos sospechosos o bolsos extraviados. Aunque en Nueva York la policía no detecta a los sospechosos solamente por sus rasgos étnicos.

A Nueva York le sobran razones para estar alerta: EEUU está en guerra con dos países del mundo árabe: Afganistán y Irak. Pero en la capital estadounidense de los negocios en vez de oírse explosiones lo que se oye son anuncios preventivos y procesos judiciales contra terroristas y sus cómplices.
El año pasado por lo menos se dictaron dos sentencias clave, una por intento de atentado en Times Square y por la explosión de la sinagoga de Riverdale, barrio donde se halla la residencia permanente de Rusia en la ONU, el consulado ruso y donde tradicionalmente viven los empleados rusos de la Sede de la Organización de las Naciones Unidas.

El primer atentado se previó en 24 horas, el segundo grupo de terroristas potenciales fue reducido gracias a una misión encubierta hechas por los servicios secretos de EEUU. Durante casi un año, el FBI estuvo siguiendo un grupo que había decidido “vengar Afganistán”, infiltrando en la organización un informador. Este suministró a los terroristas una sustancia inerte para los dispositivos explosivos y un misil teledirigido inhabilitado. Lo curioso es que la mayoría de los malhechores que cayeron en la trampa resultaron ser inmigrantes naturalizados en EEUU y no saboteadores llegados del otro lado del océano.

Después de la tragedia del 11 de septiembre, EEUU simplificó la caza de terroristas potenciales provocándolos a llevar a cabo acciones criminales y entregándolos a juicio teniendo como base conversaciones grabadas.

Las confabulaciones, premeditaciones y las palabras imprudentes registradas se han convertido en delito, igual que si se hubieran cometido.

El empresario ruso Viktor But, el piloto Konstantín Yaroshenko y ciudadanos de otros países fueron extraditados a EEUU por cargos de confabular la comisión de potenciales delitos que de hecho, nunca se llevaron a cabo.

Recientemente Ahmed Halfain Gailani, el primer prisionero de Guantánamo natural de Tanzania, tras comparecer ante un tribunal civil, fue condenado a cadena perpetua por confabulación delictiva para la destrucción de edificios y propiedades pertenecientes a EEUU.

La fiscalía acusó a Gailani de 224 homicidios, número de muertes resultante de las explosiones en las Embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania en 1998 que, según la acusación, fueron cometidos con la ayuda Al-Qaeda.

La defensa logró refutar las declaraciones de los principales testigos y declaraciones del mismo procesado. Pero de todos el tribunal logró condenarlo a cadena perpetua tras probar que de cierta manera, estuvo implicado en la destrucción del edificio.

En EEUU les gustan los procesos judiciales ruidosos contra terroristas y cómplices. En Rusia, en cambio, siempre anuncian de manera modesta: “durante alguna operación fueron asesinados guerrilleros que participaban en la organización de algún atentado”. 

“¡Qué suerte tenéis los rusos! ¡No os hace falta ningún Guantánamo!” – me dicen los estadounidenses conservadores. Pero en Rusia la ola de terror, por alguna razón, no se calma.

La agencia Startfor, famosa por contar con analíticos retirados de la CIA, a diferencia de los expertos rusos no intenta encontrar acusados concretos del atentado de Domodédovo, ya que consideran que el problema de Moscú es su “eurasianismo” y la falta de fronteras naturales, como por ejemplo, montañas u océanos.

Los expertos opinan que a lo largo de la próxima década la población musulmana se doblará y se convertirá en el 20% de la población rusa, circunstancia que agravará el conflicto.

“Rusia tiene que dominar en Eurasia (para conseguir su propia seguridad). Cuanto más lo haga, más debilitará la economía y la estabilidad social de ésta. Este ciclo no tiene nada que ver con la ideología o el carácter ruso. Al contrario, es la geografía la que define la ideología y el carácter. Rusia es Rusia, y por eso tiene que estar en lucha continua” – publicaron en Startfor en relación al atentado de Domodédovo.

Nueva York envió un agente a Moscú para estudiar el tipo de atentado. Por si acaso. Tal vez a Moscú le convendría mandar a alguien a Nueva York para ver ¿cómo se hacen las cosas?

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

* Larisa Saenko es corresponsal de RIA Novosti en Nueva York

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