Rusia y Gran Bretaña expulsan diplomáticos, y quedan tan tranquilos

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A las filtraciones de WikiLeaks siguió un nuevo “escándalo” diplomático, está vez entre Gran Bretaña y Rusia. Tras la expulsión el pasado mes diciembre de un diplomático ruso en Londres, Moscú respondió de la misma forma seis días después.

A las filtraciones de WikiLeaks siguió un nuevo “escándalo” diplomático, está vez entre Gran Bretaña y Rusia. Tras la expulsión el pasado mes diciembre de un diplomático ruso en Londres, Moscú respondió de la misma forma seis días después.

Ambas embajadas actuaron de manera cortés y reservada, como rige el protocolo en los círculos diplomáticos, sin dar lugar a emociones ni conflictos. Sólo el Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña Willam Hague declaró que las acciones de los rusos carecían de fundamento, dando a entender que esperaba la normalización de las relaciones.

¡Evite fuentes de información secreta!

Las deportaciones de diplomáticos, cuya pertenencia a los servicios de inteligencia deja de ser un secreto, puede ocurrir por diversos motivos incluidos los de carácter político.
 Según los periódicos ingleses, en este caso se trató de un espía que sobrepasó los límites de lo admisible, y en lugar de recopilar información de fuentes abiertas, acudió a una fuente de información secreta. Así que le pidieron que se apartara.

En líneas generales, los espías revestidos de diplomáticos de cualquier embajada de cualquier país se dedican a lo mismo que los diplomáticos de verdad y los periodistas: a buscar información. La única diferencia es el destino de esa información.

Las deportaciones individuales no cambian mucho las reglas de juego, pero cuando se trata de una infracción grave, la deportación es obligatoria.
Sirve para recordar al oponente que tiene que respetar las reglas, y el oponente siempre da un paso de respuesta.

El caso Zatuliveter

Paralelamente al escándalo, surgió el caso de Katia Zatuliveter, que según Hague, no tuvo nada que ver con la deportación del diplomático ruso.
Se trata de una rusa de 25 años que estudió en Inglaterra y desde 2008 hasta hace poco, trabajó como asistente del diputado del Partido Liberal-Demócrata ante la Cámara de los Comunes Mike Hancock, presidente del grupo especial de Rusia-Gran Bretaña en el Parlamento, y miembro del comité especial de defensa, quien nunca ha negado su orientación prorrusa.

Zatuliveter acompañaba a su jefe a todas las reuniones, incluidas las del grupo y las de Asamblea  Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE). A Hancock le acusan de contratar a una “espía rusa”, alegando que Zatuliveter pasó información secreta de la Cámara de los Comunes y de PASE al Servicio de Inteligencia de Rusia.
Zatuliveter fue detenida y conducida a un centro de deportaciones cerca de Londres, y posteriormente, el Ministerio del Interior anunció su deportación.

Por su parte, Hancock, considera que todas las acusaciones de espionaje contra su asistente son invenciones sin fundamento.

“Antes, los documentos del Comité Especial de Defensa también fueron divulgados en los periódicos y tampoco contienen nada que no aparezca en fuentes abiertas. En cuanto a las sesiones de PACE, asistí a estas tanto con rusas como con búlgaras y rumanas. Y no creo que a alguien pueda interesar lo que está discutiendo y haciendo la facción liberal-demócrata de PACE. Todo esto  es absurdo”, subrayó el diputado británico.
Katia, por su parte, no quiere convertirse en otra  Ana Chapman y se propone apelar ante los tribunales su deportación que considera ilegal.

Adiós, John le Carré

El espionaje de los años 50-80 con sus famosos personajes como James Bond, fue muy diferente de la rutina de hoy. Pero los clásicos de la novela de espionaje, como John le Carré, predicen que será más y más aburrido.
Después de la deportación de los EEUU de 11 espías rusos, incluida la agente 90-60-90 Anna Chapman cuyo nombre mucho tiempo figuró en los periódicos británicos, el Guardian publicó una entrevista con John le Carré sobre el mundo del espionaje.

En la entrevistal ex funcionario de las MI-5 y MI-6 dijo:
“En mi época los espías tenían una ideología, escogían entre el comunismo y el capitalismo. Por supuesto, hubo también dinero, sexo, chantaje, intrigas entre colegas. Fue como un gran juego de nobleza y barro. Hubo de todo. Pero, al fin y al cabo, espiábamos o por una idea o contra ella.
 ¿Y ahora qué? Hay que escoger entre Rusia y EEUU, mientras que los dos estados se van al fondo en las aguas resbaladizas del capitalismo. La única diferencia estriba en la inscripción puesta en el salvavidas”. 
El mundo de espionaje se ha hecho mucho más aburrido. Eso tiene sus ventajas, no pasamos miedo de que el vecino fuerce nuestra puerta sin pedir perdón siquiera. Al mismo tiempo, antes el espionaje se combatía a gran escala.

En el 1971 los ingleses realizaron la operación Foot, deportando de una sola vez a 105 diplomáticos rusos, en el 1985, después de la deserción de Oleg Gordievski fueron deportados todos los agentes de la KGB en Londres.
En 1986 los estadounidenses echaron del país 80 diplomáticos rusos. En el 2001 deportaron a 6 e hicieron irse unos 45 más.

Hoy en día la explusión de espías es casi una rutina carente de la mínima emoción.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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