Rusia vendedor y cliente notable en Salón Euronaval

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Recientemente en Le Bourget transcurrió la Feria Internacional Euronaval, uno de los eventos de mayor relevancia del sector.

Recientemente en Le Bourget transcurrió la Feria Internacional Euronaval, uno de los eventos de mayor relevancia del sector.

Los países participantes se esforzaron en presentar los últimos avances tecnológicos y trataron coincidir la Feria con la convocatoria de licitaciones públicas o la firma de importantes contratos.
Rusia no fue la excepción: este año presentó la más amplia oferta de su industria naval militar y al mismo tiempo, se convirtió en el centro de la atención del foro al anunciar la licitación pública para la compra de cuatro buques universales de desembarco.

La noticia fue ampliamente comentada por casi todos los medios de comunicación especializados de Europa. Y es que de Euronaval-2010 se esperaba anuncios importantes.
 
¿Qué es lo que vende Rusia?

Tradicionalmente, Rusia es uno de los fabricantes de buques militares importantes, sobre todo corbetas, fragatas, y submarinos. Si bien en los últimos tiempos el liderazgo en la venta de submarinos a nivel mundial le corresponde a Alemania, Rusia continúa adelante en corbetas y fragatas de proyectos recientes.

Hablando de los productos innovadores que puede ofrecer Rusia en el mercado, merece la pena señalar el cambio generacional operado en los buques expuestos: en vez de los proyectos de diseño soviético, se ofrecieron los de diseño posterior que tienen en cuenta todos los avances técnicos de la construcción naval militar.

Como la aplicación del principio de módulos que permite construir a base de una misma plataforma unidades militares para diferentes usos; la utilización de dispositivos de lanzamiento de misiles universales, que amplían significativamente las posibilidades de los buques gracias al uso simultáneo de diversos tipos de armas; así como el perfeccionamiento de los sistemas para hacer más difícil la radiolocalización de los buques; etc.
Los fabricantes rusos presentaron avances incluso en un campo tan problemático como el equipo radioelectrónico. En la actualidad, en el mercado las empresas rusas ofrecen sistemas de navegación de buena calidad (la compañía “Tranzas” de San Petersburgo, por ejemplo, vende con éxito su equipo de navegación en los países de Europa Occidental).

Los buques de construcción rusa de última generación, por su parte, están dotados de sistemas modernos de información y mando, que permiten vertebrar una defensa colectiva, recibiendo indicaciones de fuentes distantes y transmitiendo información en tiempo real.

No obstante, la existencia de nuevos productos no garantiza las ventas: hace falta demostrarle al cliente que estos equipos de fabricación post-soviética -que son más caros- funcionan bien. A este respecto el mejor argumento es el hecho de que los buques presentados en el mercado son los escogidos para la Marina rusa, porque equipo que no ha sido incorporado a las Fuerzas Armadas del propio país de fabricación tiene pocas posibilidades de ser vendido con éxito en el extranjero.

En este caso Rusia tiene cosas que enseñar: para su Flota de guerra se están construyendo buques de diferentes clases –desde lanchas dotadas con misiles y artillería, hasta fragatas y grandes naves de desembarco-, lo cual facilita y mucho la promoción de estos mismos modelos en sus versiones destinadas a la exportación.
 
¿Qué es lo que compra Rusia?

La historia de la compra para la Marina rusa de cuatro buques de desembarco universales tipo “Mistral” parece haber entrado en su fase final. El acontecimiento de este otoño ha sido, sin lugar a dudas, la licitación  pública que debió haberse convocado a finales de septiembre o principios de octubre.

Sin embargo, después de la inauguración de Euronaval-2010, en los medios de comunicación aparecieron datos de que el concurso ya había sido convocado y el próximo 4 de noviembre, supuestamente, se abrirán los sobres con los proyectos presentados por los participantes. El ganador, por lo tanto, se conocerá en lo que resta del otoño.

Se dispone de información según la cual el Ministerio de Defensa de Rusia elegirá entre cuatro pretendientes: España, Holanda, Francia y Rusia, pero, teniendo en cuenta el desarrollo de los acontecimientos y las especiales relaciones ruso-francesas, todo parece indicar que ganará el proyecto “Mistral”.

Quedará por decidir las condiciones del contrato y el grado de participación de las empresas rusas. En un principio Rusia partía de la fórmula 1-3: es decir, el primer buque se debía construir en Francia y los tres restantes, en Rusia, tras la transferencia de las tecnologías clave. Francia se inclina por la fórmula 2-2, prefiriendo construir dos de los navíos y los dos restantes en astilleros rusos.

Dejando aparte el potencial uso y las características técnicas del “Mistral”, discutidas en numerosas ocasiones, hay que considerar la capacidad de la industria nacional de llevar a cabo semejante proyecto.  En la actualidad, Rusia carece de astilleros en los que se pueda construir un buque de este tipo, sin necesidad de modernizarlos, ni importar piezas de repuesto ni contratar a especialistas técnicos.

Para poder construir, por lo menos, el casco de un “Mistral”, es necesario una  modernización profunda de los astilleros rusos, que permita la construcción de naves mediante módulos de 2.500 toneladas como mínimo; esta técnica permite el ensamblaje posterior de dichos módulos en una dársena y posibilita reducir el plazo de construcción y los costos de la misma.

De este modo, una de las grandes ventajas de la construcción en Rusia del proyecto “Mistral” bajo licencia francesa es que también favorecerá la modernización de la industria nacional.

Otra importante ventaja deriva de este proyecto es el acceso a los equipos radioelectrónicos occidentales que, de acuerdo con las condiciones del concurso, se suponen serán incluidos en la compra de los buques.
A pesar de los progresos realizados en este campo a los que se hacía referencia un poco más arriba, Rusia no dispone a día de hoy de un equipamiento completo que le permita la coordinación y la transmisión de órdenes en una agrupación más o menos numerosa de buques.

Y, por último, queda pendiente otro aspecto no menos importante como es la formación de oficiales capaces de manejar este tipo de buques y las unidades navales que puedan formarse a partir de su base. En el caso de los “Mistral” la situación se complica ya que ni la Marina soviética ni la rusa ha tenido nunca buques de esta clase. Y Francia nos podría prestar aquí una asistencia muy limitada: parece claro que finalmente nos tendremos que encargar nosotros mismos de capacitar estos cuadros.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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