La guerra entre Irán e Iraq hace treinta años tuvo percusiones geopolíticas que llegan hasta hoy

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El 22 de septiembre de 1980, hace 30 años, estalló la guerra entre Irán e Iraq en la que murieron de 1 a 1,5 millones de personas.

El 22 de septiembre de 1980, hace 30 años, estalló la guerra entre Irán e Iraq en la que murieron de 1 a 1,5 millones de personas.

Se trata de cifras a base de cálculos aproximados porque el número exacto de muertos no se pudo determinar. Las víctimas mortales entre la población iraní fue dos veces más que las pérdidas civiles en Iraq.

Fue la guerra más sangrienta, prolongada e inútil entre dos estados islámicos en toda la historia contemporánea, en la que las economías de ambos países sufrieron pérdidas estimadas en 500 mil millones de dólares y finalizó sin un claro vencedor.

Con justa razón, Teherán estima que obtuvo la victoria sobre Iraq y anualmente celebra el aniversario del final de aquella guerra en agosto de 1988.

Iraq no celebra nada,  Saddam Hussein que ordenó a su ejército invadir Irán fue ejecutado varios años después de concluir el conflicto, y el propio país, bajo ocupación extranjera durante los últimos siete años perdió su soberanía.

Aquella guerra, cuyo motivo principal fue el control sobre los territorios a lo largo del río Shatt al-Arab, de unos 82 km de largo, en  la confluencia de los ríos Éufrates y Tigris hasta su desembocadura en el Golfo Pérsico, y sobre la provincia iraní de Juzestán rica en petróleo, no ha produjo ningún cambio en el mapa político de la región. El Shatt al-Arab sigue siendo la frontera entre Irán e Iraq. La orilla oriental es iraní, y la orilla occidental se considera territorio iraquí.

Pero el mapa geopolítico sí que ha cambiado. Las consecuencias de la guerra Irán-Iraq provocaron movimientos tectónicos cuyas réplicas ondas se sienten hasta hoy en día y producirán sacudidas durante muchos años.

Todo el Oriente Medio, la región del Golfo Pérsico, e incluso Estados Unidos sufren las consecuencias de aquella guerra. Se trata de la ocupación de Iraq por EEUU.

La guerra de Irán-Iraq, también conocida como la defensa santa iraní, está directamente vinculada con la primera guerra del Golfo Pérsico (el conflicto iraco-kuwaití en 1990-91 y posteriormente, la famosa operación Tormenta del Desierto iniciada por EEUU para liberar Kuwait).

El conflicto irano-iraquí tiene relación directa con la invasión de Iraq por las tropas de EEUU y el derrocamiento del régimen de Saddam Husein en marzo y abril de 2003 (segunda guerra en el Golfo), tiene implicaciones con el programa nuclear iraní, la radicalización del mundo islámico, fuerte oleada de ánimos antioccidentales, antiestadounidenses en los países musulmanes, con el terrorismo, con Afganistán, etc.

Muchos países y presidentes, jefes de gobierno y ministro de EEUU y países europeos provocaron aquella guerra, obligaron a todo el mundo a considerar a Saddam Hussein como un feroz dictador, contribuyeron a la continuación de la guerra que debilitó tanto a Iráq como a Irán. Pero ninguno de ellos ni siquiera pudo imaginar cuál sería el resultado real.

Por eso la comunidad internacional, especialmente en EEUU, prefiere no recordar aquella guerra. Al ex secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, que durante la presidencia de Ronald Reagan fue emisario especial al Medio Oriente (1983-84) y se reunió con Saddam Hussein en reiteradas ocasiones en Bagdad, le irritan las fotografías que mostraban sus reuniones amistosas con el dictador iraquí.

En plena guerra, Washington prestó ayuda abierta y encubierta a Iraq. Así las cosas, resulta que Rumsfeld inicialmente protegió al dictador y después incentivó su exterminio (durante la invasión de EEUU a Iraq en marzo de 2003, Rumsfeld ocupaba el cargo del secretario de Defensa de EEUU).

Varios altos funcionarios estadounidenses, incluido el ex asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Zbigniew Brzeziński escribió en sus memorias que en ese conflicto, EEUU mantuvo una postura neutral y que no escatimó esfuerzos para impedir la escalada del conflicto y la interrupción de los suministros del crudo proveniente del Golfo Pérsico.

Pero según varias fuentes del Servicio de Seguridad de EEUU, el propio Brzeziński impulsó las negociaciones secretas con Hussein durante las que la Casa Blanca dio a entender que Washington no tenía nada en contra en el caso de que Iraq emprendiera una hipotética invasión contra Irán.

Aquí vale la pena recordar  que para ese momento la situación regional y geopolítica en esa zona era desfavorable para EEUU. En 1979, la revolución islámica derrocó la monarquía en Irán instaurando un nuevo régimen antiestadounidense encabezado por el ayatolá Ruhollah Musavi Jomeini, prestigioso líder religioso. Esto alteró el equilibrio de fuerzas en la región.

En aquel mismo año, o sea 1979, Saddam Hussein tomó el poder como resultado de un golpe de Estado en Iraq. EEUU apostó por el nuevo presidente iraquí para normalizar la situación en el Oriente Medio. Hussein que tenía ambiciones de hacerse líder de todo el mundo árabe podría servir de contrapeso a la República islámica de Irán.

Después de la guerra, los medios de prensa publicaron información que pasó a ser un verdadero escándalo político, conocido como Iraqgate, relacionado con la exportación ilegal de armas hacia Iraq. Washington suministraba a Saddam Husein el armamento y material estadounidense (misiles, bombas, helicópteros por valor de unos 200 millones de dólares).

Durante la guerra, también se puso en marcha otra una operación poco conocida "Suministros de oso" (Bear Sales). La mayor parte de armamento y material bélico suministrado por la Unión Soviética a Iraq, pero cuando Hussein criticó la invasión de Moscú a Afganistán, todos los suministros se suspendieron.

EEUU organizó suministros ilegales de piezas de repuesto para aviones, carros blindados, misiles, fusiles soviéticos desde terceros países hacia Iraq. Incluso Israel que disponía de muchos trofeos militares soviéticos tras las guerras con los países árabes los compartió con Bagdad.

La Agencia Central de Inteligencia de EEUU (CIA) compró  armamento soviético a través de Cisjordania, Egipto, Kuwait, Arabia Saudí. Material bélico también fue suministrado por Francia, España y Portugal.

Además, la Agencia de Seguridad Nacional proporcionó al Estado Mayor iraquí los datos secretos obtenidos desde satélites sobre la dislocación de las tropas enemigas y otra información valiosa.

EEUU convenció a Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes para que concedieran  a Saddam Hussein grandes préstamos destinados a necesidades militares con garantías del gobierno federal estadounidense.

En general, Hussein obtuvo cerca de 35 mil millones de dólares del Occidente y de 30 a 40 mil millones dólares más de las monarquías petroleras árabes, incluido Kuwait (de 8 a 14 mil millones de dólares).

Según los expertos, años más tarde, Hussein ordenó a sus tropas invadir Kuwait con el fin de anular sus deudas y apoderarse de sus grandes reservas de crudo de este pequeño Emirato.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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