Dmitri Kósirev, RIA Novosti
El pasado 23 de agosto, al parlamento chino llegó un anteproyecto de ley para reducir el número de artículos del Código Penal que suponen pena de muerte.
Sin embargo, el parlamento chino suele tardar mucho en perfilar sus leyes, así que todavía no sabemos cuánto durarán los debates y de qué forma culminarán.
Comienza a hacerse evidente la opinión de la población china sobre esta importante cuestión para todo el mundo. La postura de China es más cercana a la norteamericana, y está alejada de la europea. En los EEUU la pena capital persiste y la habrá en un futuro previsible; mientras que Europa, cuyas ciudades jamás prescindían de los cadalsos en los siglos pasados, hoy está en contra de las ejecuciones.
Por lo visto, los chinos se sienten inseguros sin la pena capital. Pero ya admiten la posibilidad de algunos cambios y modificaciones en la misma. Más aún, ya se oyen voces que se pronuncian por la supresión absoluta de la pena de muerte en el futuro. Incluso el primer ministro del país, Wen Jiabao, se vio obligado a prestar atención a este asunto, pero comentó que el país no está preparado para tales cambios todavía.
El periódico Renmin Ribao acaba de hacer pública una estimación de la Academia de Ciencias Sociales de China, según la cual, hace unos años, a favor de la pena de muerte se pronunciaba un 90% de la población, mientras hoy, este índice es sólo del 67% (entre los cuestionados por el Internet). El 11% pide abolir la pena capital, es decir, está a favor de una transición del estándar norteamericano al europeo. El 22% cree que hay que conservar la pena capital, pero no en el caso de los 68 artículos del Código Penal, como ahora.
La sociedad china se regula no por mayoría sino por consenso. En los debates políticos lo principal no es la competición entre los participantes en la misma, sino llegar a una fórmula compromiso, a un punto de vista común. Las autoridades chinas gobiernan basándose en este principio desde tiempos remotos. Por este motivo hay que esperar que den un paso en esta dirección pero sin abolir completamente la pena capital.
En este punto conviene rememorar las tradiciones chinas. En la larga historia del país hubo períodos cuando las ejecuciones y las torturas estaban prohibidas, a excepción del apaleamiento. Fue bajo la influencia del budismo en los siglos 7-9, durante la dinastía Tang. Sin embargo, la tradición de las ejecuciones es bastante antigua y se remonta a la época de la dinastía Shang (iniciada en el año 1600 a.C.). En los siglos 19-20, las ejecuciones eran una fiesta para toda la ciudad: el condenado estaba obligado a lanzar contra la muchedumbre palabras altisonantes y comportarse de manera orgullosa, llevando en su pecho una especie de cartel con los crímenes había cometido. Por cierto, hasta hace muy poco, a los delincuentes como los narcotraficantes, se les fusilaba en los estadios con acceso para el público.
En junio de este año, el Tribunal Supremo prohibió la validez de las declaraciones obtenidas con ayuda de amenazas o torturas. En 2007, el mismo Tribunal asumió la incumbencia de revisar todas las sentencias a pena de muerte de juzgados de otras instancias. Otro paso en esta dirección: antes del año 1996, la única ejecución fue fusilamiento, posteriormente, en el Código Procesal fue introducida una variante alternativa, la de inyección. Esta última opción es la preferente. Es obvio que las ejecuciones ya no son un espectáculo.
En fin, ahora se embarcan en una revisión del Código. Se trata de 13 de los 68 Artículos de los que está compuesto. Son, principalmente, delitos económicos. Entre los que están el contrabando de objetos religiosos y la falsificación de la factura del pago del IVA. La pena capital en estos casos será levantada pero, claro está, los culpables acabarán en prisión. Esto en la práctica ya es así, sólo queda incluirlo formalmente en el Código Penal.
Sin embargo, los culpables de corrupción a gran escala seguirán sujetos a la pena de muerte. Este es el artículo que provoca más debates, ya que es un crimen muy mal visto en China, pero todavía no existe una alternativa a la pena de muerte, algo como la cadena perpetua.
En todo caso, la intención de reducir la lista de crímenes susceptibles de pena de muerte es una prueba de que en China se está formando una nueva sociedad, fruto de las reformas de mercado, lentas, sí, pero firmes y constantes. Habrá una China nueva con jueces, juicios y condenas renovadas.
El antiguo sistema legal no puede existir, en tanto en cuanto en Shenchshene, la zona económica libre más conocida, y en las provincias meridionales del país, el salario medio anual es de US$ 13 mil. El Comité parlamentario para la economía y finanzas acaba de publicar el informe sobre la distribución del ingreso nacional entre diferentes provincias y grupos sociales. El documento hace hincapié en que es necesario impulsar el aumento de la clase media en China. A propósito, se trata de un grupo integrado por más de 1.300 millones de personas (y su número seguramente crecerá después del futuro censo de población).
Además de la clase media existen los ricos. Según el informe, el porcentaje de los que perciben ingresos por encima de la media aumentó un 20% en el período de 1978 a 2005. El famoso Coeficiente de Gini, usado para medir la desigualdad en los ingresos entre el 10% de los más ricos y el 10% de los más pobres, ha superado el margen de seguridad del 0.4 % para situarse ya en el 0.47%. Esto quiere decir que está teniendo lugar una clara estratificación social. Por otra parte, existe el fenómeno de una economía alternativa (sumergida), de los ingresos en negro, que se está indagando actualmente para valorar su dimensión. Se dice que la familia media de una ciudad china es un 90% más rica que lo creen las autoridades.
Los cambios en el seno de la sociedad china, un país grande e importante, tienen un gran eco otros países. Por poner ejemplo, el número de turistas de China en Japón y Corea del Sur alcanzará para el fin del año 1 y 1.2 millones, respectivamente. La sociedad está sometida a cambios drásticos y está enriqueciéndose al mismo tiempo. Los países vecinos tendrán que acostumbrarse a la presencia constante en sus territorios de los ciudadanos del Imperio Celeste.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
